Es bien sabido entre los empresarios, que en tiempos difíciles, muchas veces se abren ventanas de oportunidades para aplicar nuevas estrategias de negocio, sin embargo, en Acapulco, ésta tarea parece imposible.
La inseguridad que impera en éste importante puerto del Pacífico mexicano, ha derivado en crisis para quienes han emprendido y han apostado su capital en empresas, principalmente de giros turísticos y de servicios.
A pesar de los esfuerzos que el gobierno ha hecho por incrementar el turismo, organizando diversos eventos nacionales e internacionales, tales como la Exposición y Convención Internacional de Aviación Aeroexpo, la Convención Nacional Bancaria, el abierto mexicano de tenis y el Tianguis Turístico, con la finalidad de producir una mayor derrama económica y alentar a los empresarios a seguir invirtiendo, la inseguridad sigue siendo un tema que agobia a un sinnúmero de hoteleros, restauranteros y a los dueños de medianas y pequeñas empresas.
La semana pasada, estuve en Acapulco y me sorprendió en gran medida observar que muchos de los comercios en la costera Miguel Alemán se encuentran cerrados de manera definitiva. De igual forma, en el centro comercial La Isla, varios locales están desocupados debido a que no pudieron sobrellevar más sus gastos por las bajas ventas que se han registrado en los últimos meses.
La presencia militar y de la policía federal es latente en diversos puntos, pero la situación de los empresarios sigue sin mejorar.
Tuve la oportunidad de conversar con turistas provenientes de Canadá, y me expresaron cuánto les llamó la atención ver a las fuerzas federales rondando el puerto, en especial, porque Acapulco es un destino para descansar y disfrutar, y que esto hacía que los extranjeros tuvieran miedo de visitar nuestro país. Me comentaron que es una lástima que los mexicanos tengamos que vivir así, cuando México es un país lleno de riqueza cultural y con lugares de una gran belleza.
Es muy preocupante la situación comercial y el alto grado de inseguridad que se vive en Acapulco. Cada vez más comerciantes formales e informales están siendo extorsionados.
Ya son varios años en los que los empresarios han sufrido violencia por parte de la delincuencia organizada.
Trabajar y adecuarse a éste tipo de situaciones representa un riesgo de una enorme complejidad para aguantar y superar, por lo que muchos negocios han tenido que cerrar o salirse del puerto al ver que su inversión no ha generado ganancias, además, debido a éstos cierres, muchas personas se quedan sin trabajo y sin la posibilidad de sacar adelante a sus familias.
Por ésta inseguridad se pierden empleos y fuentes de riqueza de gran envergadura para el desarrollo de Acapulco.
Para los que sabemos lo que implica abrir un negocio, es una verdadera pena ver que tantos empresarios tengan que dejar sus empresas, por la sencilla razón de que nuestro gobierno no les puede garantizar su seguridad; hecho que les impide crecer y que dejen de generar empleos y prosperidad para su Estado.
En muchos lugares de la República, incluyendo la ciudad de México, los empresarios tienen que invertir en sistemas de alarmas, en seguridad privada y tienen que andar con cuidado en el día a día por temor a ser víctimas de la delincuencia.
En México carecemos de instituciones fuertes y seguras en materia jurídica.
Tristemente, poco a poco nos hemos acostumbrado a escuchar y a ver a una variedad de injusticias causadas por la impunidad que vivimos en la cotidianidad y por el fallido estado de derecho que prevalece en nuestra sociedad.
Es obligación del Estado garantizar la seguridad de los empresarios en Acapulco, no sólo con presencia policiaca y militar, sino con investigaciones efectivas y detenciones para darle fin a los delitos que se cometen diariamente en el puerto y evitar que tantos negocios sigan cerrando sus puertas.
Es necesario focalizar y replantear los lineamientos de seguridad que se están aplicando en el puerto, y que el gobierno federal elabore incentivos fiscales en beneficio de las empresas que día a día se enfrentan a un cúmulo de problemas para operar, para que vayan recuperando la tranquilidad y se logre una mayor afluencia turística, y por lo tanto un crecimiento sostenido que contribuya a su desarrollo.
No hay que olvidar que es responsabilidad del Estado asegurar la convivencia pacífica entre sus ciudadanos, erradicar la violencia y prevenir que se cometan delitos contra los individuos y sus bienes.
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