Diez veces diez, número natural que sigue al noventa y nueve, número atómico del fermio en la tabla química de los elementos, cantidad de años en un siglo y término utilizado en plural para referirse a la abundancia de algo es el cien que, viene a cuento por el informe de los primeros días de gobierno de la presidenta con “A” Claudia Sheinbaum, quien el día de ayer (domingo 12 de enero) después de atender el protocolo de revisión por el sismo registrado con magnitud 6.1 con epicentro al suroeste de Coacolmán, Michoacán se presentó en la plancha del zócalo capitalino para informar al pueblo de México respecto a las actividades realizadas en dicho periodo.
Dejo la labor de los datos en manos de los especialistas puesto que, este espacio fue concebido como fiel testigo de #laspequeñascosas que ocurren a nivel de cancha a una mortal ciudadana de a pie que podría ser cualquier otra y cuya experiencia representa apenas el 0.0000001 por ciento del total de la población en la Ciudad de México, cualidad que podría ubicarla como parte de la “plebe” a consideración de aquéllos que todavía se sienten parte de la realeza en pleno siglo XXI.
La presidenta reiteró lo que expresó desde el primer minuto en el que anunció su victoria en las pasadas elecciones: “No llego sola, llegamos todas” y mencionó que 2025 es el año de la mujer indígena. Eligió como atuendo un vestido de confección sencilla pero de un tono intenso que hizo resaltar el tradicional y frecuente bordado usado en sus prendas. Con voz clara y firme, una mirada serena y honesta, ofreció un discurso ordenado y conciso enumerando una a una las acciones realizadas, mismas que según la perspectiva cada uno decidirá si son más o menos importantes o reales pero lo cierto es que el cambio se nota y se siente a pesar de las limitantes que tienen los que ahora ostentan el poder porque además de la falta de recursos, hay una clara negación al cambio y a querer hacer bien las cosas porque no es fácil aceptar que hoy nos encontramos ante una nueva realidad para bien o para mal y que, toca seguir adelante porque buenos y malos gobiernos han existido durante toda la historia no sólo en México sino en el mundo entero.
En lo particular y discursos aparte, si se hace una pausa y se toma distancia de filias políticas es posible entender que Roma no se hizo en un día y que, ante el cambio es natural sentir resistencia e incomodidad; sin embargo, nuestro país no es el único que pasa por una transición y la nuestra, no es ni será la primera generación que forme parte de un hecho histórico para la humanidad y partidarios o no es necesario reconocer que hoy, nuestro país es gobernado por una mujer y tal hecho implica pensar diferente. El punto hoy ya no es si se está o no favor del cambio (este ya es un hecho con sus errores y sus aciertos) sino en cómo vamos a contribuir desde nuestra trinchera para que, siguiendo las palabras de Gandhi: “Seamos el cambio que queremos ver en el mundo” porque la honestidad, el respeto, la tolerancia y la democracia inician con acciones precisas en primera persona además de que el mundo en realidad, es del tamaño de una nuez. ¡Nos leemos a la próxima!
Las pequeñas cosas: mocaccino
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