En la era de la inteligencia artificial y en medio del debate si los robots llegaron para ayudar al ser humano o exterminarlo, lo cierto es que todavía se tiene la oportunidad de rescatar la esencia humana de la que carecen la ciencia y la tecnología y sin duda, es a través del arte que esto se logra y se hace tangible al ser el lenguaje del alma en cuanto creación, lo demás es reproducción en serie por muy maravillosa que resulte.
En 2016, cuando elegí retomar esa vida personal que acunaba mi rol materno con la finalidad de darle un nuevo sentido y no caer en locura maternal, me reencontré con lo que significó mi primera gran pasión: la danza folklórica; en ese trayecto fue que conocí a Angie (Angélica Limón Pérez), bailarina por aquél entonces del Ballet Folklórico de Areli Falcón. A partir de ese momento, se generó entre ambas una conexión a la distancia pero enlazada por carretillas, paso de tres, faldeos, giros, zapateados, sones, jarabes y tarimas porque la danza es un lenguaje que entienden si y sólo si aquéllos que ponen al servicio de sus pies un par de zapatos o botas para darle ritmo al sentimiento del cuerpo a través del movimiento coordinado, disciplinado y entrenado con posibilidades de viajar en el tiempo porque la virtud del folklore es traer a la luz del presente la importancia de la raíz a la que pertenecemos como nación.
Las costumbres, las creencias, la cosmovisión, las artesanías, la música y los atuendos tradicionales y populares de las diferentes culturas en México, su mestizaje, su evolución y a la vez, su permanencia como rasgo distintivo es lo que podemos apreciar como parte de un programa de danza y eso fue lo que pudimos presenciar el pasado sábado 29 de julio en el Teatro Isabela Corona: “Un renacer en mi tierra”, presentación a cargo de la Compañía de Danza Folklórica Antal, dirigida por el maestro Omar Flores de Lucio y de la cual, hoy forma parte Angie. La función dio inicio poco más de las ocho de la noche porque la lluvia no cesó a tiempo y fue así que en un foro con cupo lleno pudimos apreciar las voces y música del Grupo Zazámahuac / Gallos huapangueros y la representación dancística de regiones de Guerrero, Hidalgo, Colima, Nayarit, Veracruz, Mazatlán y el cierre de oro con Jalisco muy a la manera de Antal porque trajeron a valor presente la voz y la interpretación de Lucha Villa (cantante mexicana), lo cual me pareció magistral en un contexto de validación y reconocimiento feminista resaltado por la fuerza y la energía de los faldeos y zapateados tanto de las bailarinas como de los bailarines.
No ocultaré mi particular emoción y la oleada de sensaciones que llega a mí cada que la vida me coloca como espectadora de una coreografía dancística, algo muy especial surge porque el cuerpo tiene memoria y en cada ritmo una chispa interna se mueve y busca salida, lo más que puedo lograr es un aplauso eterno y una porra frenética al tiempo que pienso que he de volver, que no he de morir sin antes volver a pisar un escenario y dejar que los zapatos bailen solos (ahora entiendo la metáfora que me ensenó uno de mis maestros en mis primeros encuentros con la danza). Seguiré buscando espacios no sólo para apreciarla, para presenciarla, para escribir de ella y para perseguirla como Gretel a las migas de pan hasta encontrar el camino de regreso a ella.
Antal (@cdfantal) nombre proveniente del maya que significa nacimiento y la presentación magistral que realizaron después de un largo periodo de confinamiento, en la antesala a su aniversario número cinco desde su fundación y con la colaboración de jóvenes talentos es una inspiración y una esperanza, un acto de fe en el arte y la cultura, una promesa para una generación sumergida en la tecnología, en la individualidad y la falta de identidad. No se trata de una condena a la evolución sino justo de revolucionar las propuestas dancísticas y dotarlas de un nuevo sentido, lo cual no es poca cosa. ¡Enhorabuena por ello!
En este espacio vamos a la cacería de #laspequeñascosas que le dan color, emoción, sentido, valor, intención, alegría, satisfacción, éxito, conexión, pasión, ritmo y sensación a la vida; sin duda, la danza es una de ellas y no me culpen si la coloco en la cima, no obstante que es considerada una de las primeras expresiones del arte y una forma ancestral de comunicación. Si no puedo bailar, al menos puedo escribir. ¡Gracias danza por tanto!
A manera de colofón
El periodo vacacional escolar recién empieza y las lluvias parecen no dar treguas entre árboles caídos, coladeras obstruidas y encharcamientos por todas partes; sin embargo, la oferta de actividades no se agota y el abanico de posibilidades es tan amplio que se requiere tiempo para aprovechar al máximo. Que los infantes tengan acceso al cine, a la música, a la ciencia, a la tecnología, al teatro, a los deportes y a todos los rincones que garantizan diversión, aprendizaje y desarrollo de talentos garantiza que se formen seres integrales, enfocados y con el gusto por algo más allá de la realidad virtual con sus múltiples opciones porque la vida está y estará en lo tangible aunque estemos rodeados de vida inteligente pues la infancia y su sano desarrollo tienen en lo lúdico, su médula espinal en tanto aporte de creatividad, imaginación e invención. ¡A disfrutar!
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