La relatividad del avance

¡Es jueves! Bienvenido a este espacio para el BienEstar, te saludo con mucho gusto y te animo a quedarte hasta el final del texto. 

Vivimos en una era en la que casi todo avanza a pasos agigantados. Si antes de la pandemia ya se sentía este acelere, la crisis sanitaria sin duda lo acrecentó. Hoy tenemos la sensación de que todo avanza con mayor rapidez, sobre todo lo tecnológico. Igualmente surgen conceptos como la economía remota, que se refiere a la flexibilidad que brindan los dispositivos electrónicos, el Internet y las plataformas digitales, las cuales permiten que la comunicación y las transacciones se hagan en tiempo real, independientemente del espacio. Hoy, todo está a un clic. 

El problema se halla cuando queremos que nuestra vida transcurra a la misma velocidad, exigiendo a nuestro cuerpo que trabaje a la máxima potencia. Ahí comienzan a surgir los problemas, es decir, el cansancio crónico, el estrés o el llamado burnout (o síndrome del quemado). En este sentido, es recomendable permitirnos pausas pequeñas para escucharnos y brindarle a nuestro cuerpo el tiempo que necesita para regenerarse. 

Por otra parte, también queremos que nuestras relaciones avancen de manera rápida cuando, si hay algo que necesita tiempo en esta vida, son las relaciones humanas. Todo cariño y todo vínculo afectivo se va afianzando poco a poco, despacito. 

Lo recomendable es hacer una separación y comprender que muchos aspectos de la vida no pueden ir al mismo ritmo que el avance tecnológico. La batería de tu celular es reemplazable, el aparato completo lo es, pero tu cuerpo, tu vida y tus relaciones, no. 

De ahora en adelante te animo a ser consciente para observarte. Comprende que tu teléfono y tus aparatos electrónicos no son una extensión de ti, son objetos y son externos. No pienses que lo que está dentro de ti puede moverse a la misma velocidad que lo que encuentras afuera. 

Ámate, cuídate y permítete ir a tu propio ritmo. 

Gracias por leerme y compartir. ¡Hasta la próxima!

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