El mes de octubre no es exclusivo de la conmemoración de eventos como la llegada de Colón a América o el festejo del Halloween, sino también es recordatorio anual de la principal causa de muerte en mujeres a nivel mundial y de la existencia de la enfermedad neoplásica más frecuente en ellas: el cáncer de mama.
El cáncer de mama es una enfermedad que, según la OMS, una de cada 12 mujeres va a llegar a padecer en su vida. Según la etapa donde se diagnostique, se puede tener una supervivencia del 90% si se detecta en los primeros 5 años del inicio de la enfermedad, y de un 15% en caso de ser detectado en fases finales del padecimiento. Esto hace al diagnóstico temprano y tratamiento oportuno las dos principales variables que tienen mayor relevancia para poder determinar la posibilidad de que una paciente pueda tener mayor expectativa de vida.
En nuestro país, esta patología está presente en 38.4 de cada 100,000 mujeres y produce 16.8 muertes en cada 100 000 mujeres, siendo así la primera causa de muerte por cáncer en mujeres, y la segunda causa de muerte en mujeres. El costo promedio al año por paciente de cáncer de mama es de 110 459.00 pesos mexicanos. El diagnóstico tardío es una de las causas principales del costo elevado.
La mayoría de las guías internacionales del manejo de esta enfermedad (guías de la American Cancer Society, la International Agency for Research on Cancer, el American College of Physicians y la American Academy of Family Physicians) coinciden en que a partir de los 20 años las mujeres se autoexploren ambas mamas de manera mensual (y de preferencia 7 días después del inicio de la regla) para detectar cambios en la simetría, tamaño, superficie o lesiones en alguna o ambas mamas, y poder tocar alguna zona dolorosa, abultamiento o consistencia anormal. En dado caso de detectarlo, es importante acudir con un médico de primer contacto para poder dar seguimiento a dicho hallazgo. Adicionalmente a ello, la exploración anual por un especialista (llamada exploración clínica de mama) es fundamental para que puedan hallarse anomalías que pudiesen ser obviadas por la paciente.
Adicionalmente, y como estudio fundamental de la detección de cáncer de mama, a partir de los 40 años se debe realizar una mastografía de manera anual, con su interpretación por un radiólogo especialista en mastografía y el escrutinio de un ginecólogo obstetra del resultado obtenido. Esta es la principal arma que se tiene para la detección oportuna de cáncer de mama. Según el resultado de la mastografía y la obtención de una clasificación según lo observado (denominada clasificación BI-RADS), se tomarán los siguientes pasos para el seguimiento o tratamiento de la paciente.
Por lo que, todo el bombardeo en materia de prevención presente en todos los medios de comunicación es justificable, y la necesidad de un mes exclusivo (y de igual manera su conmemoración especial el 19 de octubre) para alertar a la población de la manera de detectar, diagnosticar, tratar y prevenir esta enfermedad, es imprescindible y no debe quedarse como el mes donde “todo es rosa” o en el desconocimiento.
Finalmente, considero oportuno al lector que gustaría tener un grado mayor de conocimiento técnico de la enfermedad, consultar el artículo de revisión que redacté con el apoyo del Dr. Palmero Picazo y la Dra. Juárez Aguilar el año pasado, donde se tocan las diferentes aristas de la enfermedad, y que se encuentra clasificado con el DOI https://dx.doi.org/10.35366/101727.
Nunca se debe olvidar la prevención, el diagnóstico temprano, el tratamiento oportuno y la rehabilitación efectiva.
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