Es un día cualquiera en una de las ciudades más grandes del mundo ubicada en México continente latinoamericano y también, una de las más violentas en los últimos tiempos. El viaje en auto se ha convertido de ser lujo y confort a una travesía que simula atraparnos en un horno para bollos por la lentitud en el tránsito vial, los encharcamientos y las temperaturas extremas; sin contar la dificultad para encontrar estacionamiento. Aun así, en medio de ese caos es posible encontrar un refugio para el alma y un momento de paz y silencio para el corazón.
La pausa, esa breve interrupción de cualquier actividad o momento, esa lentitud o tardanza para ejecutar alguna acción o ese breve intervalo en que se deja de tocar o cantar va de la mano; a veces, del silencio, ese compañero fiel que acaba con el ruido y que es imprescindible en la ejecución musical.
Ramón Gener (músico español) menciona en una entrevista para The New Barcelona Post: “Cuando tú estudias las notas también estudias sus equivalentes en el silencio. Daniel Berenboim dice algo muy bonito ‘que las dos notas más importantes de un concierto siempre son el silencio antes de comenzar y el silencio después de terminar’ Y estoy bastante de acuerdo, porque el silencio forma parte de la música. Yo creo que escuchar el silencio es escuchar a Mahler o a Bruckner. Es la consumación total de la música”.
Y coloca en el centro de la atención otro concepto: la escucha “…porque la persona que ha hecho esa música la ha hecho con la intención de que la escuchen. A mí la música me pide que la escuche y eso hago.”
Esa misma experiencia lograron los pianistas del recital de la Cátedra de Mauricio Ramos Viterbo en la sala Xochipilli de la Facultad de Música – UNAM. Las obras de Debussy, Chopin, Agudelo, Hensel-Mendelssohn, Schumann, Beethoven, Mozart, Haydn y Liszt; entre otros, compartieron el ambiente musical entre los asistentes, a través de las interpretaciones de los diferentes talentos musicales que se dieron cita el pasado 3 de junio.
Durante una hora y media, el piano fue el protagonista del escenario y los músicos hicieron magia abriendo un portal y transportando al público a un “mundo sonoro” (en palabras de Luis Arturo Fuentes Ramos, músico, editor de este portal y uno de los participantes del recital) lejos del caos citadino porque eso es la música y porque la vida ocurre justo en el momento, la pausa y el silencio. El silencio previo al nacimiento de un bebé, la pausa antes de una declaración de amor, el momento de escuchar el último aliento de tu padre al morir. Ese brevísimo instante, ese silencio previo o posterior a la acción, es la música y es también, la vida.
¡Nos leemos a la próxima!
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