En el tributo a mi Padre en su Día, les hago llegar a los papás de mi familia, a mis amigos papás argentinos y mexicanos, a los papás de este prestigioso Portal, mis mejores deseos para éste, su Día del Padre y mis ansias de que cada uno pueda dejar en sus hijos las indelebles huellas del cariño y las enseñanzas. Porque me concebiste.
Porque durante nueve meses fue una algarabía de sensaciones la espera.
Porque al recibirme, te apropiaste de mí para amarme y guiarme.
Porque me regalaste un hermano.
Porque a pesar de ser parco, solemne, poco demostrativo, siempre estuviste ahí, para sostenerme o hacerme avanzar.
Porque me enseñaste todo: a amar, a callar y discutir, a reír y llorar, a rebelarme o aceptar, a pelear o esperar, a hablar, a caminar, a pensar, a escribir, a jugar y jugar al tenis aunque nunca fui tan buena como vos, a estudiar y rendir para ser mejor y para ascender, a manejar bicicleta desde niña, motoneta como regalo de mis 15 y auto, a abrazar la bondad, la honestidad, la justicia, el deber, la belleza, a ser puntual, a apreciar las cosas materiales bien logradas, a disfrutar de los postres caseros, a adornar tortas que era tu hobby –aunque no salí tan buena como vos-, a valorar el trabajo y tu profesión.
Porque me inculcaste la responsabilidad como valor supremo; muchas veces cuando me quedaba sola en mi despacho de funcionaria, corría la cortina tejida al crochet que tanto me gustaba y mirando el cielo azul y el sol jugando en las hojas verdes y las flores rojas del ceibo del pequeño jardín pensaba: Viejo, ¿por qué me hiciste tan responsable?
Porque, ya con poca paciencia, amaste y protegiste a nuestros hijos, tus nietos.
Porque al morir mami supiste sublimar tu dolor para no ahondar el nuestro.
Porque en tu viaje final fuiste tigre; dicen que los tigres al advertir su cercana muerte alejan a sus crías para que no sufran, y eso hiciste.
Porque te fuiste dos días antes de que yo cumpliera mis 50, pero nunca me dejaste, porque tu alma que seguro anda errabunda en una flecha de luz, siempre siguió dándome brillo y calor.
Porque tus virtudes son el faro perenne de mi sendero.
Hoy, en la eternidad donde estés, en el incierto infinito en que la nada o el todo te haya llevado, te digo ¡Gracias, feliz Día Papi!!
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