“No me gusta el cine, excepto cuando lo filmo”
Orson Welles
Mientras se recogen los platos rotos y se lavan las copas con las que se festejaron las reformas en materia de transparencia y mientras el proceso electoral sigue su curso con propuestas vacías y la lucha encarnizada por alcanzar el poder, el mundo, el mundo del cine, es mejor decirlo así, conmemora los cien años del natalicio de Orson Welles, uno de los cineastas más polémicos en la historia de la cinematografía mundial.
Dentro de ella, de la cinematografía, su obra emblemática es El ciudadano Kane, que como es sabido revolucionó la manera de contar las historias en el Séptimo arte, al conferirle dimensiones de obra maestra. Es comprensible que haya personas que no la conocen y no la han visto. Mis alumnos de comunicación forman parte de esta categoría, muy a pesar de que su visionado es importante para comprender el poder que los medios pueden ejercer en una sociedad.
No es el espacio para entrar en los detalles de las aportaciones del film al lenguaje cinematográfico, pero sí insistiré en que Orson Welles es pieza fundamental para la comprensión del cine que consumimos en estos tiempos.
El otro referente concreto sobre la obra de Welles es la adaptación radiofónica de La guerra de los mundos, de la autoría de H. G. Wells. Adaptada como una serie de comunicados noticiosos mientras se asiste a un concierto, Orson Welles y su equipo, se cuenta, logró conmocionar a la sociedad norteamericana de finales de los años 30s., principalmente de Nueva Jersey y Nueva York (el fenómeno y efecto se replicó en Quito, una década después), causando pánico justamente en Nueva Jersey donde se supone ha iniciado la invasión marciana.
Víctima del macartismo, se trasladó a Europa, en donde trabajó como actor para realizar varios proyectos fílmicos bajo su dirección.
En algunas entrevistas Welles se manifestó con una autocrítica feroz, menospreciando el valor estético y fílmico de, por ejemplo, El proceso que se basa en la obra homónima de Kafka y no se expresa bien de Otelo y de Mr. Arkadin, que a muchos parecen obras dignas del director.
Pero, ¿por qué hacer una referencia a un personaje nacido hace un siglo (Welles nació el 6 de mayo de 1915), cuando los escándalos globales merecen nuestra atención? Considero que pensar en un hombre de la talla de George Orson Welles, es valioso y pertinente, porque aún en las peores circunstancias socio-políticas y de literal enfrentamiento y hartazgo social, este ciudadano del mundo nos obliga a repensar lo que es el poder en todas sus manifestaciones y nos recrea un mundo hostil pero llevadero. Aunque el cine no es mejor que la vida, a veces y sólo a veces, podemos hacer el ejercicio de que unos cortes, como en el cuarto de edición, pueden mejorar las condiciones de vida de este siglo XXI.
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