Nuevamente la práctica de las filtraciones pone de cabeza al sistema judicial del país. De nueva cuenta, las manos anónimas que venden o “regalan” materiales “calientes” a los medios, están operando desde la oscuridad con una finalidad obvia: minar la versión oficial de los hechos ocurridos hace un poco más de tres meses.
Pero cuando pasan cosas como estas, es que el ciudadano común se pregunta qué es lo que pasa en las esferas de la administración pública, que intenta ocultar lo que es evidente y que tienen que ver con la corrupción que se da en los centros de readaptación social, refiriéndonos a la fuga del Chapo.
Se han escuchado versiones tan absurdas y chabacanas, como aquella en la que decían que la fuga de El Chapo era una acción concertada con el presidente de la República para tender una cortina de humo que cubriera los cambios en el IMSS.
Lo que es cierto es que faltaba confirmar un elemento que muchos analistas y el sentido común señalaban, relativo a lo silencioso que parecía que había sido el proceso de construcción del túnel de la fuga. Y no, no había en la realidad tal silencio.
Para muchos, la profusa difusión que se dio al video de la fuga, hace tres meses, parecía suficiente, pensando, tal vez, en que no había micrófonos en las celdas en razón de los parámetros de incomunicabilidad a la que se sujetan los reos: están solos, sin medios de comunicación con el exterior (se supone), etc. Ahora nos damos cuenta de que sí hay micrófonos y que éstos registraron los sonidos de la horadación; los sonidos de la fuga.
Las implicaciones que esta filtración ha traído consigo son muy graves y denota el grado de corrupción de una cadena de personas con diferentes rangos de mando en el penal, muy extensa.
La pregunta que ahora es necesario que sea contestada, es por qué desde que se dieron a conocer los videos de la fuga, las autoridades no incluyeron el audio, que ahora los incrimina. Es decir, si cuando las autoridades de seguridad y de procuración de justicia, en el caso de El Chapo, dieron a conocer los videos de la fuga hubieran incluido el audio, evidentemente la percepción colectiva hubiera sido más grave (y justo aquí se encuentra la lógica de su ocultamiento), pero al ocultar ese elemento, ahora que se hace público “el chirrión se les voltea por el palito” y los involucra de manera directa, por lo menos por la omisión en que incurrieron.
En este momento es secundario saber cómo y quién hizo la filtración del audiovisual dado a conocer por Loret de Mola. Lo realmente importante es que se finquen las responsabilidades correspondientes, de acuerdo al marco jurídico aplicable y se esclarezca la cadena de corrupción al interior del penal. Los exámenes de confianza de los que tanto se habla, deben ser permanentes y en todos niveles del sistema de seguridad del país.
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