A unos días de que llegue el plazo previsto para el apagón analógico en la televisión abierta, las dos televisoras más importantes del país, Televisa y Televisión Azteca, han declarado que están listas. Sin embargo, la prensa del país ha dado cuenta de que no necesariamente estas dos cadenas dicen la verdad, pues algunas de sus filiales o repetidoras que les permiten llegar a todo el país, son de baja potencia y hasta el momento, se dice, dichas estaciones no están listas para el apagón.
Es posible que cuando este texto se publique, la Cámara de Diputados haya aprobado la prórroga, hasta por un año, para que las televisoras que pertenecen al esquema de medios públicos queden excluidas de la fecha fatal del 31 de diciembre próximo para el apagón analógico. Bien por ellas. La presión constitucional para que estas televisoras, que en su mayoría pertenecen a los gobiernos estatales, reciban los recursos necesarios para adquirir el equipo necesario para la era de la televisión digital abierta o televisión digital terrestre (TDT).
Desde luego es importante la parte de la transformación tecnológica que implica el “apagón analógico” que no sólo se da en México, sino a nivel internacional. Desde esta perspectiva, el gobierno federal, a través del Instituto Federal de Telecomunicaciones, viene destacando en sus comunicados las ventajas que esto traerá para el mercado de las telecomunicación y la radiodifusión, sobre todo en lo que tiene que ver con hacer más eficiente el uso del espectro radioeléctrico. Pondera la mejora sustancial en la calidad de la señal y eso es bueno.
Pero hay un punto sobre el que se dan pocas esperanzas de cambio y que es el de los contenidos. Dejemos de lado, por el momento, la viabilidad técnica de la multiprogramación y centrémonos en lo que hay. Televisa, además de percibirse como el gran ente monopólico de la televisión por el número de concesiones, tiene lo que podríamos llamar el “monopolio de los contenidos”.
Por años, la manera de hacer televisión estuvo a cargo de la televisora de los Azcárraga. Las fórmulas de sus programas son las mismas de siempre en todos los géneros televisivos y, digámoslo de esta manera, es la única escuela que se conoce a nivel nacional. Televisa es la empresa que a lo largo del tiempo ha moldeado el modo de hacer y consumir televisión, construyendo un círculo enrarecido en el que el público acepta un solo modelo y, concomitantemente, los medios sólo producen bajo ese modelo.
Habrá mejora en la calidad de la señal, más no en los contenidos. Televisa ha dado muestras de que no le interesa qué se transmita a través de sus múltiples plataformas, mientras sean redituables económicamente.
El círculo de referencia es tan fuerte y de resultados, que el paso de Imevisión a Televisión Azteca implicó la copia de los géneros explotados por Televisa: la misma estética y manejo de la información en los noticieros, la producción de telenovelas, los reality y los talk shows, programas de concursos de todo tipo y de comedia barata.
La tercera cadena nacional que entrará en operación en nuestro país, por lo que alcanzamos a ver en la transformada Cadenatres, será más de lo mismo. La apuesta se encuentra en la diversificación de señales (más canales y multiprogramación), pero lo que necesitamos son cambios sustanciales en los contenidos, cuantitativa y cualitativamente.
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