Y en la tierra paz

Hoy me he puesto a pensar qué es lo que puedo hacer como individuo, para contribuir en algo siquiera a mejorar lo que anda mal en el mundo.

24 de diciembre, 2021

Apenas el miércoles pasado pusimos el Nacimiento en nuestra casa de Stahringen. Es la primera vez que tenemos figuras hechas con barro mexicano. Las figuras llegadas desde San Miguel Allende, Pachuca y el mercado de San Juan en la Ciudad de México, trajeron el mensaje de amistad y cariño que enriquecen con su significado todo lo que implica el espíritu de la Navidad.

He decidido en estos días, distanciarme de la nefasta fuerza centrífuga que busca hacer girar nuestras vidas en torno a las bolsas de valores, las encuestas de opinión, la popularidad de personas  mezquinas con apetito  insaciable de ser veneradas;  las pandemias, las vacunas, la voracidad mercenaria de los políticos acomodaticios y todo lo que siembra desesperanza y escepticismo.

Hoy me he puesto a pensar qué es lo que puedo hacer como individuo, para contribuir en algo siquiera a mejorar lo que anda mal en el mundo.

¡A primera vista podría parecer que tengo GRANDES PRETENSIONES!

¡En absoluto es ese el caso!

Todos y cada uno de nosotros, podemos aliviar los males del mundo con tan solo cumplir lo que nos toca cumplir como seres humanos; como hijos, padres, esposos, hermanos, amigos, profesionistas, operarios, soldados, artistas, médicos, constructores, albañiles, campesinos.

Ésto no significa que nos desentendamos DE LOS DEMÁS, y nos dediquemos a “LO NUESTRO”.

Por principio de cuentas, no existen “LOS DEMÁS” ni existe “LO NUESTRO”.

TODOS somos hijos del mismo Dios; todos somos hermanos; nada de lo que aqueja o aflige a nuestros hermanos puede sernos ajeno.

Hay muchísimas formas de aliviar los problemas que afectan a NUESTROS HERMANOS, donde quiera que estén. Entiendo que una sola persona no puede remediar los problemas de todo el mundo, pero el niño cuyo nacimiento celebramos hoy, nos simplificó la tarea al decirnos QUE NOS OCUPÁRAMOS DEL PRÓJIMO; el próximo; el cercano, el que está  a nuestro  alcance.

¿Cómo puedes pretender amar a Dios, al que no ves, si no amas a quien tienes a tu lado, y  miras con indiferencia?

Cuando el Niño Jesús llegó a la edad de iniciar su vida pública, y nos dijo que cargáramos nuestra cruz y lo siguiéramos, lo que esa cruz significa, es seguirlo haciendo lo que nos toca hacer cada día, lo mejor que podamos, CON AMOR.

Significa comenzar el día agradeciéndole a Dios haber despertado al milagro de un nuevo día; significa ofrecerle nuestro trabajo, nuestros problemas, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestras alegrías, nuestros éxitos…

Significa darle la mano a quien veamos que lo necesita y que podamos ayudar; que nos  conduzcamos con empatía, con buena fe, con lealtad, CON AMOR en todo lo que hagamos.

Por cierto que el AMOR no es un sentimiento selectivo que podemos dispensar según nuestras preferencias; el AMOR es nuestra esencia; el AMOR es lo que nos hace semejantes a Dios que nos creó.

Aunque como católico solamente puedo hablar desde la fe que me fue compartida por mis padres, no estoy ciego ante lo que tenemos en común con los principios que practican otros hermanos nuestros como los judíos, los musulmanes, los budistas y hasta los ateos.

Creo que a los ojos de Dios, un ateo que se conduce lo mejor que puede; que ayuda sin esperar recompensas; que no espera llegar al cielo; que no le teme al infierno, tiene más mérito que los fariseos del tiempo de la primera llegada de Jesús entre nosotros, que se sabían la Tora y las leyes de Moisés, “como las tablas de multiplicar”, pero carecían de AMOR.

Bien dice San Pablo, que SIN AMOR nada somos.

LA NAVIDAD con nuestra celebración agradecida del advenimiento de Jesucristo Nuestro Salvador,  es una magnífica ocasión para abrirnos AL AMOR que nos  define.

Ocuparse del prójimo es lo que hicieron los dueños del pesebre que escucharon y atendieron la súplica de San José, y  le DIERON POSADA a la Virgen María para que pudiera nacer el Niño Jesús.

El México siempre fiel descubierto por San Juan Pablo Segundo; el primer Papa mexicano, es la tierra bendecida por Nuestra Madre la Virgen de Guadalupe; es el México que sigue en pie a pesar de terremotos, de huracanes, de promesas falsas de políticos aspiracionistas y arrogantes; es el México de CRISTO REY; el gran hogar de puertas abiertas donde siempre cabe uno más; donde le echamos agua a  los frijoles recordando el milagro de la multiplicación de los panes y los peces en la GENEROSIDAD AMOROSA DE JESÚS.

Para  mejorar al mundo, se necesita lo mismo que para emprender un viaje larguísimo: dar el primer paso.

Nada tarda tanto como no comenzar.

El Niño Jesús simplificó aún más nuestra tarea cuando nos dijo:

“Lo que hagan por sus hermanos necesitados, lo hacen conmigo”.

La Navidad en mi opinión, se trata de “a Dios rogando y con el mazo dando”; SE TRATA DE REZAR ofreciendo, agradeciendo y pidiendo, pero también se trata de repetir todos los días el milagro de la multiplicación de los panes y los peces que narra el Evangelio:

Cuando sus apóstoles le dijeron a Jesús que dijera a la multitud que lo seguía, que se fueran a sus casas para que pudieran comer, Jesús les dijo que le dieran de comer ellos a la multitud.

Entonces le respondieron que solamente tenían cinco panes y dos pescados.

Jesús les dijo que se los trajeran, cuando los tuvo ante su vista, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y dio gracias a Dios. Después partió los panes y se los dio a los discípulos, para que ellos los repartieran a la gente.

Todos comieron hasta quedar satisfechos.

Ese pasaje del Evangelio viene al caso esta Navidad  porque Dios nos pide que aportemos nuestros cinco panes y nuestros dos pescados cada día; que hagamos TODO lo mejor que podamos; y Él multiplica el fruto de nuestra entrega.

De la misma manera que no importa si la mentira gobierna prorrogándose o reeligiéndose, porque LA VERDAD la alcanza en un instante; no importa qué tan graves  sean los problemas que aquejan a mundo; entre más seamos los decididos a hacer lo que nos toca, LO MEJOR QUE NOS SEA POSIBLE, seremos libres y estaremos a salvo de la sumisión, de la imposición y todos sus espejismos.

Hoy es tiempo para recordar que el nacimiento de Jesús nos hizo hermanos suyos y con Él, somos hijos de Dios.

Bienvenido Niño Jesús; gracias Madre Santa, Virgen María; gracias San José.

Con mi sincero cariño y agradecimiento por prestar atención a mis palabras, les deseo de todo corazón que el espíritu de la Navidad ilumine sus hogares; que Dios los cubra de bendiciones hoy y siempre y que en la tierra REINE SU PAZ.

¡FELIZ NAVIDAD!

 

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