Para Patricio G. Barragán por sus 12 años.
La discusión sobre la democracia enardece al mundo. ¿Qué es? Es una palabra griega compuesta: demos significa pueblo y kratos, poder. Democracia es poder del pueblo. En el siglo V a. C, Pericles concibió la primera democracia conocida. El experimento político tuvo dos etapas. En la primera, con Pericles, su carácter lo definía la ley. Democracia era isonomía (todos iguales ante la ley). Así, Heródoto en su Historia III calificó a la democracia como “el nombre más bello”.
Al morir Pericles, la democracia vivió su segunda fase: perdió brillo y prestigio. Periclitó la ley como instrumento de gobierno. La muchedumbre imperaba: a mano alzada, a capricho, legislaba en la asamblea. El demagogo (hombre carismático imponía su voluntad en nombre del pueblo). La arbitrariedad legal arruinó política y económicamente a Atenas. Y por siglos, democracia fue idea negativa.
Con ese antecedente, Aristóteles clasificó el gobierno de los muchos en Politeia, o buen gobierno; y democracia, o mal gobierno. Politeia era el gobierno de leyes iguales para todos, para el bien común. Democracia era el gobierno capturado por una mayoría transitoria. Legislaba a favor de la élite en turno. Anteponía el interés general al del grupo dirigente. Es la historia de los regímenes iliberales (populismo).
La experiencia griega denigró a la democracia y su desprestigio se prolongó medio siglo más, gracias a Robespierre, quien dijo fundar una democracia con la Revolución francesa. Su Reino del Terror contra sus opositores volvió a manchar su nombre.
Al comienzo, la Revolución francesa promulgó una república (cosa de todos), no una democracia. República significaba buen gobierno. (Así llamaron los padres de Estados Unidos al régimen que fundaron). Hoy, sus ideales nos iluminan: “Los hombres nacen libres e iguales en derechos”, dice la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 (evocaban a las escrituras judeocristianas: el hombre fue hecho igual, a imagen y semejanza de Dios y dejado libre). La Declaración establece el derecho de la persona a su cuerpo y propiedades, a expresarse libremente y a leyes -por la “voluntad general” (Rousseau)- para protegerlas a todas sin distinción.
Fue un cambio copernicano: reconoce a la persona y le otorga derechos e igualdad ante la ley. Es semilla del concepto de individuo. Llegamos a estas nociones después de siglos.
Sus antecedentes se remontan a la parábola de Cristo: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, en respuesta a los maestros de las escrituras sobre a quién pertenecía el denario (moneda romana).
Este relato tiene doble significado: es punto de partida de la separación entre los asuntos del Estado y de Dios: religión y Estado son esferas distintas. Y es germen de la libertad de conciencia frente al poder público: el Estado carece de facultades para decidir en las creencias personales. Nace el libre albedrío, que en el siglo IV d. C. discutieron Pelagio y San Agustín.
Dicha polémica gestó la idea de individuo como ente independiente de la comunidad y del Estado. En el año 1215 estos conceptos originaron el habeas corpus (el cuerpo es mío), que implicaba que ninguna autoridad debe dañar cuerpo o bienes de una persona sin juicio justo. Siglos después, guiado por Kant, Fichte resignifica al concepto del yo (ich). Kant entiende el yo como idea moral: responsabilidad individual ante el deber. No hay libre elección. Para Fichte el yo es autónomo, puede elegir a voluntad (libre albedrío). La moral, el bien o mal, dijo, es imposible sin elección libre. Alumbra al individuo como rasero de todo y la voluntad de poder: el progreso.
Este recorrido por la historia de las ideas políticas, comienza con la concepción del libre albedrío (libertad de lección) en el Génesis 1-3 y los Evangelios (el denario de Cristo y la disputa filosófica entre San Agustín y Pelagio). La Carta Magna de 1215 estipula que nadie tiene derecho a dañar a terceros sin orden judicial (habeas corpus). Con la Revolución francesa nacen libertad personal, derecho de propiedad, libre expresión del pensamiento y leyes iguales para proteger al hombre. Culmina en la revolución romántica con la invención del yo y el individuo.
Esta es la historia que forjó el concepto moderno de democracia. Siguiendo a Sartori, en ¿Qué es la democracia?, dice: la democracia moderna es abreviación de liberal-democracia. Se distingue de la griega en: 1) es representativa: la legitimidad del representante deriva del voto popular; 2) la titularidad del ejercicio del poder no recae en la asamblea: imposible convocar a millones a una. El sistema de mediación representativa contiene el autoritarismo. Y 3) nuestra democracia es un ideal,pues nada a contra corriente de la inercia que rige a los grupos humanos: monocracias, autocracias, dictaduras, llegan solas. Las democracias son difíciles: deben promoverse y creerse.
La liberal-democracia implica que el Estado sirve al individuo. En Atenas no había individuos. El hombre era siervo del Estado y su leitmotiv era la política. No existía el individuo como esfera moral ni jurídica liberadora y promotora de autonomía, de elección libre. Precisa Sartori: “el mundo que desconoce el valor del individuo es despiadado… matar es normal… Era así para los antiguos… Para nosotros matar está mal porque la vida de cada individuo vale, es sagrada. Creer en estos valores humaniza y rechaza la crueldad de los antiguos… o de sociedades no-individualistas”.
La democracia también es tolerancia. Ante las cruentas guerras religiosas, Locke acuñó los conceptos de tolerancia, pluralismo político y derechos de mayorías y minorías. Concibió posible preservar al Estado-nación en la pluralidad. Con tales atributos, hoy la democracia es unidad en la diversidad, derecho de mayorías y minorías. Todo, soportado en el valor cardinal del derecho de la persona-individuo a preservar su cuerpo y bienes, libertad de pensar, elegir. Luego, Montesquieu divide y separa los poderes públicos para equilibrarlos mutuamente. Así, el Estado liberal constitucional de derecho limita y controla al poder popular, respeta al individuo y a las minorías.
Y Tocqueville reconceptualiza y prestigia a la democracia. En La democracia en América idea el término de democracia-liberal. Vio en Estados Unidos una sociedad guiada por la igualdad de condiciones y un “espíritu igualitario”. Pero democracia social es imposible sin democracia liberal, que otorga al individuo libertad para elegir en política, eliminar riqueza y pobreza extremas, distribuyendo el ingreso y desarrollando bienes públicos comunes. En fin, la democracia no liberal acaba con libertades personales y derechos humanos y arruina a la economía: Atenas, URSS, Cuba, Venezuela…
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