Tierra americana

¿Quién se detiene a observar lo que vive el migrante, que en infinidad de casos ya ha recorrido medio continente en busca de un sueño que casi seguro no materializará?

2 de febrero, 2024

Juan Carlos Aldir

En tiempos electorales norteamericanos, la frontera y la migración se convierten en campo de batalla política. Pero, ¿quién se detiene a observar lo que vive el migrante, que en infinidad de casos ya ha recorrido medio continente en busca de un sueño que casi seguro no materializará?

Al igual que en México, los Estados Unidos también está en medio de un proceso electoral donde las fuerzas políticas luchan de forma descarnada por, ya sea conservar o hacerse del poder. La obsesión trumpista por volver a la presidencia no mostrará ningún escrúpulo y utilizará la migración como campo de batalla para imponer su discurso y mostrarse como el único con la fuerza y determinación para resolver “el problema” que la mano suave de los demócratas está imposibilitada para abordar.

Desde luego que en esa lucha sin cuartel no importa demasiado el sufrimiento humano que conlleva la decisión de convertirse en migrante. Así lo hemos visto en los últimos días, en los escarceos entre republicanos y demócratas acerca de cómo encarar lo que para ellos significa una de las más importantes crisis fronterizas de los últimos tiempos. Biden ofrece “cerrar la frontera” sin que quede demasiado claro lo que esto significa y Trump ofrece, en caso de ser investido presidente el próximo noviembre, convertirse en “dictador por 24 horas” y resolver el asunto a su modo, sin que tampoco quede claro en qué consiste su metodología.

México está en medio de esa ruta de colisión y será –o más bien podríamos decir que ya lo es– uno de los terrenos de batalla principales entre las fuerzas políticas americanas, especialmente en dos temas: la migración y el tráfico de fentanilo. Y todo se concentra en la frontera que divide a ambos países.

Me gustaría retirar la mirada de los grandes liderazgos para ponerla en el migrante de a pie, ese que debe pasar toda suerte de vejaciones en aras de encontrar una vida mejor. Aprovecho entonces esta coyuntura para recomendar una novela que retrata de una forma sencilla y directa el periplo que significa para un migrante atravesar México primero y la frontera con Estados Unidos después: Tierra americana de la estadounidense Jeanine Cummins

La historia es simple: Lydia, propietaria de una librería en Acapulco, y esposa de un periodista, debe abandonarlo todo tras el asesinato de toda su familia a manos de un poderoso narco que está decido a acabar con ella y con su hijo. No hay donde esconderse del poder de Javier, La lechuza, jefe incuestionado del cártel ficticio de “Los Jardineros”. Así que, de la mano de su hijo Luca, decide escapar rumbo a los Estados Unidos.

La novela está narrada en un tono de thriller, casi de serie de Netflix, con lenguaje sencillo, con una estructura lineal, –aun cuando existen algunos flashbacks que contextualizan las circunstancias que llevaron a Lydia a tomar la decisión de marcharse– y llena de acción y suspenso. Es verdad que la calidad literaria de la obra es en general baja y que en la trama permean ciertas debilidades argumentales, sin embargo, me queda la impresión muy positiva de que la autora no busca simplemente escribir un best seller, sino que pretende contarnos algo que la mueve y la conmueve de verdad. Gracias a ello, la novela en su conjunto deja ver una especie de “sinceridad” y cercanía que retrata el drama humano que significa para los migrantes dejarlo todo en busca, ya no de un sueño de prosperidad y futuro sino el simple anhelo de dejar atrás el hambre, la miseria y la inseguridad, en especial para aquellos que han recorrido ya medio continente antes de encontrarse con Lydia en los vagones de la Bestia. Desde luego, al hablar de La Bestia me refiero a esa red de trenes de carga que se desplazan desde la frontera sur hasta la del norte y en el cual viajan de polizontes migrantes centro y sudamericanos, lo mismo que mexicanos, que tienen como meta final los Estados Unidos.

El viaje es para todos ellos una experiencia tormentosa que en muchísimos casos termina mal. Así se los plantea al grupo de migrantes al que pertenecen Lydia y Luca un sacerdote en la escala que realizan en la Casa del Migrante de Celaya:

“Este camino sólo es para personas que no tienen otra opción, que dejan violencia y miseria atrás. El viaje se volverá más peligroso de ahora en adelante. Todo irá en contra de sus propósitos y los boicoteará. Algunos de ustedes se caerán de los trenes. Muchos se mutilarán o resultarán heridos. Muchos morirán. Muchos, muchos de ustedes serán secuestrados, torturados, vendidos, o se pedirá un rescate por sus vidas. Algunos tendrán la suerte de sobrevivir a todo eso y llegar hasta Estados Unidos sólo para experimentar el privilegio de morir en el desierto, bajo el sol abrasador, abandonados por un coyote corrupto, o asesinados por un narco a quien no le guste como se ven. A cada uno de ustedes les robaran. A cada uno. Si llegan al norte, llegarán sin dinero, cuenten con eso. Miren a su alrededor. Adelante… mírense. Sólo uno de tres llegará vivo a su destino. ¿Serás tú^⁠?”*.