Nuestro país ha sido privilegiado en cuanto a su biodiversidad y no tan privilegiado en cuanto al trato que le hemos dado a esa biodiversidad quienes habitamos en él. México es considerado un país megadiverso con, por lo menos, 5000 especies endémicas de plantas, plantas que solo existen aquí. Para ser considerado megadiverso también es necesario contar con diversidad en especies animales y diversidad de ecosistemas. México es un paraíso de la biodiversidad.
Cuando el presidente López Obrador anunció el programa Sembrando Vida, a muchos nos pareció una buena idea para reforestar las miles de hectáreas que han desaparecido gracias a las actividades agrícolas y ganaderas y, al mismo tiempo, combatir la pobreza que aqueja a las zonas más pobres del país. Pero esta semana se publicó un reporte de World Resources Institute, una ONG sin fines de lucro con sede en Washington, que ha trabajado con el gobierno mexicano en el monitoreo de los resultados del programa Sembrando Vida. De acuerdo con un estudio realizado con imágenes satelitales, la organización estima que el programa Sembrando Vida causó la pérdida de 73 000 hectáreas de bosque durante su primer año de operación, es decir, en 2019.
El programa Sembrando Vida le paga 4500 pesos mensuales a 420 000 agricultores con la finalidad de que planten árboles y la finalidad es reforestar un poco más de un millón de hectáreas para finales de 2021. De acuerdo con el gobierno, se va a cumplir con la meta. De acuerdo con una de las organizaciones encargadas de vigilar el cumplimiento, en 2019 no solo no se avanzó, se retrocedió.
¿Qué es lo que está fallando? De acuerdo con una investigación de Bloomberg, los beneficiarios de este programa están talando lo que les corresponde de selva, que suele ser una hectárea, venden esa madera o la usan para sus casas, y entonces siembran lo que les da el gobierno. Así es como se está deforestando. ¿Cómo se distribuyen esas pérdidas? En Chiapas se han perdido 22 400 hectáreas; en Tabasco 13 400; en Veracruz 13 100; en Quintana Roo 11 500 y en Campeche y Yucatán 5500 hectáreas en cada uno.
Para finales del año pasado había unos 660 millones de plantas y árboles siendo cuidados, pero habría que revisar el costo ecológico que eso ha representado. ¿Cuántos árboles fueron talados para poder plantar las plantas nuevas? ¿No puede funcionar este programa, en algunas ocasiones, como incentivo perverso y provocar justo lo contrario de lo que busca? Y una pregunta final: ¿cómo se piensa garantizar que esas plantas y árboles permanezcan y no se cambien en algún tiempo por algo que les deje más dinero a esos agricultores?
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