Se realizó la primera consulta ciudadana organizada por el INE

El pasado 1 de agosto se realizó la primera consulta ciudadana cuya organización estuvo a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE) donde se preguntó a los electores si se debía esclarecer las acciones de actores políticos en...

4 de agosto, 2021 Se realizó la primera consulta ciudadana organizada por el INE

El pasado 1 de agosto se realizó la primera consulta ciudadana cuya organización estuvo a cargo del Instituto Nacional Electoral (INE) donde se preguntó a los electores si se debía esclarecer las acciones de actores políticos en el pasado, dentro del marco legal, con la finalidad de obtener justicia para las víctimas. La compleja pregunta fue modificada por la Suprema Corte de Justicia, ya que el espíritu original estaba encaminado a juzgar a los expresidentes neoliberales, a iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El éxito de la consulta ciudadana radica en que fue realizada por un organismo autónomo que dio certidumbre en el proceso, a diferencia de las “consultas patito” impulsadas por el régimen que en su caso más emblemático, culminó con la cancelación del aeropuerto internacional en la zona de Texcoco. A pesar de los eternos señalamientos contra algunos consejeros del INE, el órgano colegiado cumplió con la organización, conteo, publicación de resultados y confianza en el histórico proceso de democracia participativa. No se logró el 40 % del electorado, que hubiera podido hacer vinculante el resultado, pero es de celebrar que exista el mecanismo institucional para poder realizarlo en el futuro.

Lo desastroso del ejercicio es el alto costo que requirió para su realización, 520 millones de pesos, para la escasa participación que fue apenas mayor al 7% del padrón electoral, con casi 7 millones de votos que se decantaron por el sí en porcentajes mayores al 90 por ciento.  

El proceso de democracia participativa fue desdeñado por la mayoría de la población, poco alentado desde los medios de comunicación y con clara oposición con los políticos tradicionales y organismos empresariales que no simpatizaron nunca con la consulta. 

Las críticas certeras sobre la innecesaria pregunta de cumplir el estado de derecho y perseguir los delitos que se puedan comprobar a los expresidentes, exsecretarios y exfuncionarios del pasado, fue un elemento que pesó mucho en el ánimo colectivo de los electores.

El problema de fondo es que México padece un sistema judicial que solo persigue a los políticos caídos en desgracia del régimen en turno, o realiza una justicia selectiva contra personajes impresentables con la finalidad de ganar procesos electorales o limpiar un poco la imagen deteriorada de un sistema corrupto, como lo fue el régimen autoritario del priato.

En el país nunca ha existido una adecuada rendición de cuentas de los actores políticos del pasado, el estado de derecho siempre ha brillado por su ausencia, convirtiendo los procesos judiciales en justicia parcial para pobres y para ricos. La exigencia de justicia real fue un factor determinante para la llegada de AMLO al poder, lo mínimo que se le puede exigir es que cumpla con esclarecer los procesos de la verdad, ya que muchos de los delitos cometidos por los expresidentes, ya han prescrito.

Sin pudor alguno, el expresidente Vicente Fox tildó de “pendejos” a quienes osaran participar en la consulta, desdeñó el proceso y se pitorreó del resultado junto al execrable Felipe Calderón quien padece de memoria selectiva. Aunque la escasa participación fue celebrada por ambos expresidentes de extracción panista, omitieron comentar sobre el 97% que pide se esclarezcan su actuar político. 

En ese mismo tenor el expresidente del entonces IFE, Luis Carlos Ugalde, promovió el abstencionismo a la consulta, en un hecho que desnuda al cuestionado ex árbitro electoral, ya que al menos por diplomacia, se esperaba que fomentara la participación ciudadana en un proceso democrático organizado por una institución que encabezó. Ugalde se benefició de su paso como consejero presidente, una vez defenestrado del cargo, logró posicionarse como consultor independiente que sigue obteniendo recursos públicos y privados de los grupos de interés a los cuales sirve. Su figura sobrevalorada en espacios informativos despliega análisis comunes (nada diferente a lo que se puede estudiar en diferentes universidades e institutos) presentados como la panacea en el estudio de la democracia.

Desde el partido en el poder se sabía que la consulta sería de escasa participación por lo que el líder de Morena, Mario Delgado ya deslizaba la posibilidad de crear comisiones de la verdad para curarse en salud por la poca convocatoria que tendría en la ciudadanía. Las estrategias del presidente y sus seguidores serán seguir culpando al INE de la poca difusión o de las fallas en la instalación de algunas casillas de votación.

Contrario a lo que el amplio espectro opositor o simpatizante del régimen morenista desea reconocer, el INE sale fortalecido del ejercicio de participación ciudadana que permitió la realización de una consulta donde los resultados fueron dados a conocer con celeridad y certidumbre. Una vez más muchos funcionarios de casillas extraídos de la sociedad civil acudieron al llamado de la democracia participativa, sin que ellos fueran responsables del bajo nivel de interés en los ciudadanos.

Demeritar la realización de la primera consulta ciudadana organizada desde un órgano independiente, es caer en la fácil denostación de la cultura de democracia participativa a la que se aspira llegar. Calificar a los participantes como pueriles incondicionales del presidente es no entender los procesos políticos que nos permitirán evolucionar de la simple democracia representativa a una etapa más madura de nuestra cultura política, por más innecesario que haya sido el pasado proceso. 

En todo caso, siete millones de votos es un margen amplio si se compara con las votaciones obtenidas por los partidos políticos que no lograron el registro en las elecciones de junio. Si se confrontan cifras, muchas instituciones políticas de amplio arraigo como el PAN, no tiene ni por asomo un millón de afiliados en sus filas. 

La consulta popular terminó siendo una condena moral, no hará diferencia en los procesos judiciales que pudieran fincarse a los expresidentes, Al final es una catarsis muy costosa para manifestar la enorme rabia contra los gobiernos que padecimos, con el raquítico desarrollo social, económico y político que legaron al país.

 

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