El lago de Valle de Bravo forma parte de la subcuenca Valle de Bravo-Amanalco, integra parte del sistema Cutzamala que suministra el 37% del agua potable que abastece la red de distribución de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) y proporciona el agua potable a 13 alcaldías de la CDMX, a Toluca y 16 municipios del Estado de México.
De los 61000 lts/seg que consume la ZMCM, este sistema aporta 22 700 lts/seg a la demanda de la ZMCM (37% del total). El sistema se conforma de siete presas que aprovechan la cuenca alta del río del que toma su nombre. De estas siete presas, dos están en Michoacán (Tuxpan y el Bosque) y cinco en el Estado de México (Colorines, Ixtapantongo, Valle de Bravo, Villa Victoria y Chilesdo).
No olvidemos que cuatro de las presas en Edomex forman parte desde hace muchos años del sistema Hidroeléctrico Miguel Alemán que se configuró a fines de los años 70 para convertirlo en el sistema Cutzamala ya citado y en el que la presa que está a mayor altitud es la de Valle de Bravo, desde donde se conduce el agua que con la captación pluvial de la subcuenca y el rebombeo de las aguas de las otras presas se conduce el líquido hacia la planta potabilizadora a través de una intrincada red de acueductos de más de 200 km de longitud se conduce a su destino final: la ZMCM. La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) adscrita a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) opera el Cutzamala.
¿Qué está sucediendo hoy en Valle de Bravo?
Es como un recipiente de agua que está perdiendo aceleradamente su volumen hídrico. Las plantas de tratamiento de aguas residuales no son suficientes ni eficientes y están a merced del talante de quienes las operan.
El último fin de semana de febrero, la organización denominada “Provalle”, lanzó una alerta general para no realizar actividades como esquí acuático o nadar en el lago en virtud de los altos niveles de contaminación generados por la suspensión unilateral de actividades de trabajadores adscritos a la operación de las plantas. La responsabilidad se comparte entre el municipio de Valle de Bravo y el Gobierno del Estado de México.
Se ha dado un incremento acelerado y fuera de control de cambios en el uso de suelo de carácter forestal por habitacional con la consecuente tala de bosques. El bosque pierde biodiversidad, se afecta la cubierta vegetal y con ello la capacidad de retención de agua de lluvia.
La población de la subcuenca Valle de Bravo–Amanalco es de más de 800 000 habitantes con un alto porcentaje de comunidades en condiciones de pobreza y alta marginación, que, al carecer de servicios básicos de saneamiento, generan que sus aguas residuales se infiltren en el manto freático contaminando sus aguas desde las zonas altas del Valle.
Se ha reducido drásticamente en los últimos 3 años el volumen de lluvias y con ello, un aumento en el número de incendios forestales
La nula respuesta de CONAGUA a las múltiples solicitudes que le formula la sociedad civil organizada, que entre otras pide se ajuste a la baja el volumen de extracción a través de la cortina de la presa destinada al sistema Cutzamala, entendidos de que por deterioro de las redes generales de distribución se pierde el 40% del líquido que se transporta por ruptura de tuberías a causa de los hundimientos de la ciudad, causados en mucho por la sobreexplotación de los mantos acuíferos que se explotan a través de los pozos profundos cuya recarga se da durante la temporada de lluvias, en una metrópoli incapaz de captar, conducir y aprovechar el agua de lluvia.
El Gobierno Federal no puede desatender el problema que estamos describiendo, no por la afectación que genera a ese hermoso escenario turístico, sino por lo que representa dejar de contar con esa fuente de abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana de la CDMX.
El volumen de agua que hoy se extrae del sistema a través del lago de Valle de Bravo enciende los focos rojos de alerta por sobreexplotación. La desatención de las autoridades municipales y estatales a la captación, conducción y tratamiento de las aguas residuales del entorno urbano-rural, puede hacer inviable el uso del agua del lago para fines de potabilización para consumo humano.
El proceso descontrolado de cambios en el uso del suelo con la consecuente pérdida de bosque es alarmante pues se reduce la capacidad para captar agua de lluvia, se generan arrastres de materiales pétreos y se pierde la capa vegetal con una consecuente pérdida de biodiversidad. La desatención recurrente de incendios forestales genera enormes daños al bosque.
El Gobierno Federal a través de SEMARNAT y CONAGUA de la mano del Gobierno del Estado de México, deben de actuar ahora, pues de no hacerlo puede ser demasiado tarde y las pérdidas pueden ser catastróficas.
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