Hay una fábula muy famosa de Esopo acerca de una zorra que deseaba alcanzar un racimo de uvas que colgaban sobre un peñasco. La zorra se relamía los bigotes al ver las jugosas uvas sobre ella, pero el peñasco era demasiado escarpado y no le era posible alcanzarlas incluso después de haber intentado varias veces. Vencida, la zorra ya se iba del lugar cuando un pájaro pasó y le preguntó por qué no tomaba esas uvas que se veían tan apetitosas. Con naturalidad, la zorra contestó que aquellas uvas estaban amargas y que no valía la pena pasar tantos trabajos por fruta echada a perder. El pájaro, desanimado, se fue volando.
A estas alturas, el punto de saturación del tema de la prueba PISA está muy cercano. Los periódicos ya tuvieron sus primeras planas con los pobres resultados de México, el declive a escala internacional de las habilidades en lectura, matemáticas y ciencia entre los estudiantes de 15 años y el cuestionamiento a las políticas educativas vigentes.
Por otra parte, académicos, especialistas y periodistas de diversa índole han presentado análisis y perspectiva de los resultados, mientras que los ministerios de educación han presentado sus explicaciones, propuestas o, a lo sumo, excusas a la opinión pública acerca del por qué se observa una crisis generalizada en los sistemas educativos.
En el caso de México, la Secretaría de Educación Pública emitió un sobrio comunicado para indicar que la prueba PISA no demostró nada nuevo, que los resultados alrededor del mundo fueron malos y que este instrumento de evaluación aplicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estaba descontextualizada, que no abarcaba la realidad de la educación mexicana. Un discurso parecido circuló por diversas instancias de gobierno y el presidente López Obrador se tomó los dos últimos minutos de su conferencia matutina para decir que los resultados de la prueba no se tomaban en cuenta porque era un ejercicio que pertenece a las épocas del neoliberalismo.
Es cierto que la OCDE es un organismo que promueve una economía de mercado a nivel internacional y que puede considerarse un “club de países ricos”, pues agrupa a las 25 principales economías del mundo. México tiene un lugar ganado en dicha organización por mérito propio, al ser la segunda economía más grande de Latinoamérica, después de Brasil y la número 15 a nivel mundial, según cifras del Banco Mundial. En pocas palabras, México es uno de los principales centros económicos a nivel mundial y su sistema educativo no produce resultados superiores a economías más pequeñas como las de Chile o Finlandia.
Recientemente, el Dr. Manuel Gil, uno de los más connotados especialistas en educación del país, publicó una columna en la que decía que el diagnóstico simplón era ver a los resultados como en una tabla de clasificaciones del fútbol y que la prueba PISA está sesgada por orientarse a la formación de Capital Humano (https://revistaaula.com/entender-los-datos-de-pisa-sin-prisa/) señalando que lo que en verdad importa es constatar una crisis global en las instituciones escolares.
No le falta razón al Dr. Gil Antón, aunque hay un punto que resulta preocupante. En su análisis indica que menos del 1% de los estudiantes mexicanos evaluados alcanzó los niveles 5 y 6 (los más altos) en las competencias de las diferentes áreas, pero que, en ningún país, incluyendo a los más ricos, se superó el 10% de estudiantes con habilidades avanzadas.
Esto no es del todo preciso. Revisando los datos en los informes de la OECD disponibles (https://www.oecd.org/publication/pisa-2022-results/) podemos ver que, si bien los puntajes en todas las competencias registraron un descenso promedio de entre 10 y 15 puntos a nivel mundial, eso no evitó que existieran países que tuvieron un porcentaje de estudiantes con desempeño destacado en la prueba PISA. Por ejemplo, Australia llega al 12% en Matemáticas, Estonia al 11% en Lectura. 13% en Matemáticas y 12% en Ciencias, Finlandia al 13% en Ciencias, Hong Kong al 27% en Matemáticas, Japón 23% en Matemáticas, 12% en Lectura, 18% en Ciencias. Corea del Sur alcanzó el 23% de sus estudiantes en los niveles más avanzados de competencia en Matemáticas, 13% en Lectura, 16% en Ciencias. Singapur tuvo al 41% de sus estudiantes en los niveles más altos de matemáticas, 23% en Lectura y 24% en Ciencias. Por último, para tomar un ejemplo latinoamericano, Chile tuvo un 2% de estudiantes en los niveles avanzados de Lecturas y Ciencias.
En un entorno global adverso, hay países han logrado mantener un porcentaje significativo de sus estudiantes en altos niveles de competencia. ¿Es culpa de una prueba estandarizada que ha sido aplicada de forma consistente desde el año 2000 que no se observen estos resultados entre los estudiantes mexicanos? Porque, de acuerdo con los resultados, el nivel actual de los estudiantes mexicanos no es mejor al que tenían los estudiantes en 2006. Casi una década perdida.
Los intentos por deslegitimar la prueba tienen un problema. Coinciden con los resultados de la prueba diagnóstica de la Comisión para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) que encontró que, en algunos grados de primaria y secundaria, el promedio de aciertos en primaria y secundaria estaba por debajo del 50%. La diferencia es que, mientras MEJOREDU sólo presenta un informe ejecutivo con los resultados generales, la OCDE desglosa cada uno de los indicadores evaluados en 88 países. Hay argumentos para decir que los resultados de un instrumento nacional de evaluación elaborado bajo las nuevas orientaciones de
Ahora bien, resulta preocupante que haya tantas voces diciendo que hay un problema internacional, que México no está peor que otros países, que una prueba estandarizada no puede reflejar la realidad de la educación mexicana. Es más, que por nuestro producto interno bruto y nuestro gasto en educación, no era posible esperar grandes progresos…
Al ver que no es posible presumir ningún avance o mejora, existe un discurso bastante popular para desacreditar a la prueba o relativizar los resultados. Es más, un investigador tan prominente como Ángel Díaz-Barriga, uno de los principales académicos que colaboró en la formulación de la Nueva Escuela Mexicana no sólo desestimó los resultados y planteó que lo más conveniente para México sería abandonar la prueba ya que representaba sólo un gasto sin beneficios reales.
En este punto, quizá el lector ya comprende las razones para citar la fábula de la zorra y las uvas, como no nos es posible progresar en la calidad educativa que se le ofrece a niños y jóvenes desde un parámetro internacional, mejor nos damos la vuelta y decimos que PISA no representa nuestros objetivos ni filosofía. El problema es que el valor de la calidad educativa supera con mucho al de un racimo de uvas.
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