El paso del huracán Otis, de categoría 5, dejó destrozado el puerto de Acapulco, la madrugada del 25 de octubre. Las previsiones de ser solo una tormenta tropical quedaron superadas, al convertirse en un ciclón devastador de hasta 270 kilómetros por hora, que afectó a casi un millón de habitantes de las zonas colindantes al histórico destino turístico.
La fuerza tremenda del fenómeno natural, producto del cambio climático, fue especialmente cruel con la población más pobre del estado de Guerrero, el ancestral rezago económico y social ha sido una característica lacerante en la realidad estatal. Con el principal destino turístico de la entidad reducido a una especie de zona de guerra, los años por venir para su reconstrucción serán de un duro peregrinar para los trabajadores y prestadores de servicios locales, que vivían del turismo: un sector económico que apenas empezaba a recuperar sus niveles pre pandémicos.
Guerrero, con grandes recursos naturales, ha sido un botín político para los cacicazgos locales y las elites económicas, que a pesar de sus años de auge nunca terminaron de brindar un bienestar social a la mayoría de sus habitantes. En el estado se encuentran los municipios con mayor pobreza extrema del país, históricamente azotados por años de abusos del PRI gobierno, sumado a la incorporación del crimen organizado que impera en varias zonas. A esta difícil situación se le suma el paso del ciclón más devastador en la historia reciente.
La entidad, que vive mayoritariamente del turismo, enfrenta una situación sumamente crítica. La población que sobrevivió a la catástrofe natural, deberá enfrentar un éxodo para poder subsistir en los primeros meses en los que se inician los largos trabajos de reconstrucción.
Entre el panorama sombrío, es de destacar el magnífico esfuerzo de las cuadrillas de CFE han podido ir restableciendo el sistema de energía eléctrica en más del 60% en la entidad, a pesar de que en muchas casas y hoteles sus instalaciones domiciliarias quedaron destruidas. Al volver a contar con la energía muchos nosocomios, albergues, plantas potabilizadoras y las redes de telefonía podrán irse habilitando hasta regresar a cierta normalidad previa al desastre natural.
Por su parte el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) presentó esta semana, los veinte puntos de atención inmediata para poder enfrentar la terrible situación financiera, los retos alimenticios, de seguridad y de proyección para la restauración de la infraestructura y servicios que el huracán Otis destruyó en esas dramáticas horas en Acapulco. Aseguró que al mantener finanzas públicas sanas, era posible rencauzar el gasto que fuera necesario para apoyar a los afectados y la población más pobre.
Las dimensiones de la tragedia aún están por determinarse con exactitud, pero a simple vuelo de aeronaves y sus imágenes, las escenas de destrucción son reveladoras, pues no se distingue la destrucción ocurrida en las zonas populares de las increíbles escenas de las franjas exclusivas cuyos lujosos departamentos y hoteles, desnudan la corrupción en la construcción de edificaciones que no estaban aptas para zonas de alta incidencia de tormentas y huracanes.
En estas difíciles circunstancias de dolor e incertidumbre, siempre existe oportunidad para la vileza política y el provecho personal. La oposición carroñera y la mayoría de los medios electrónicos, que son un bulo dentro de un bulo, no tuvieron el menor escrúpulo en lucrar con la tragedia de los guerrerenses. Campañas llenas de odio, desinformación y noticias falsas inundaron los espacios informativos, a cargo de lo peor de la oligarquía mediática y de sus voceros del micrófono, junto con las cloacas políticas. A estas prácticas de infamia se sumó la virtual candidata presidencial del PRIAN, Xóchitl Gálvez, que fue recriminada por personal de la cruz roja cuando acudió a entregar víveres al centro de acopio en la ciudad de México, con la presencia de medios de comunicación.
La senadora plagiaria, fuera del foco mediático y de sus estériles controversias con el ejecutivo federal, busca cualquier foro para relanzar su alicaída candidatura presidencial, que según las encuestas de las empresas con mayor profesionalismo, la ubican en un lejano segundo lugar, con una desventaja de hasta 20 puntos porcentuales con respecto de la virtual candidata morenista Claudia Sheinbaum.
De regreso a la nueva tragedia por el desastre natural, es lógico que las instituciones del estado mexicano no estuvieran preparadas para enfrentar este tipo de catástrofes, en el pasado el devastador sismo de 1985 en la ciudad de México introdujo (de forma dolorosa) la cultura de la protección civil a costa de vidas humanas y cuantiosas pérdidas materiales. En el presente sexenio la pandemia por Covid-19 recordó que el sistema nacional de salud, históricamente deficiente y corrupto, era insuficiente para enfrentar una crisis sanitaria, que se agravó por los terribles niveles de mala alimentación de los mexicanos y su casi nulo acceso a los servicios de salud universales.
Los efectos políticos del huracán se sienten en todas las instituciones del estado mexicano, incluso afectó al enfrentamiento entre el presidente AMLO y el poder judicial, en la reciente era de la magistrada, Norma Piña. La propuesta del titular del ejecutivo para asignar los recursos de los fideicomisos cancelados a las obras de reconstrucción en el estado de Guerrero, dejaron sin argumentos a la belicosa presidenta de la SCJN que en días pasados, aún defendía los millonarios recursos a favor de privilegios y presuntas prestaciones laborales de los trabajadores del poder judicial.
Aunque, como era previsible, un juez ya había dado una medida de suspensión provisional para que esos millonarios recursos no cumplan su cometido de la reforma de ley, de ser usados por la Secretaría de Hacienda. Esta maniobra, deja aun con dudas sobre si desde el poder judicial, están dispuestos a que se reasignen los recursos de los fideicomisos al apoyo de los damnificados del devastador huracán Otis.
La terrible pandemia y los fenómenos naturales como los huracanes devastadores, son producto del cambio climático que demuestra la emergencia mundial que se enfrenta. Con la posibilidad real, de que ya no sea posible mitigar al menos, sus devastadores efectos adversos de privilegiar décadas de un sistema de producción que ponderó las ganancias económicas particulares exorbitantes, en detrimento de los niveles de vida de millones de seres humanos, que padecen los estragos de la naturaleza. Al intensificarse los fenómenos naturales que afectan la vida de la humanidad cabe preguntarse si aún se puede hacer algo para que las futuras generaciones no tengan que vivir con realidades apocalípticas, dignas de los dramas hollywoodenses.
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