México y la horrible maldición del Cruz Azul

No sé de un equipo que siempre gane, pero sé de uno que siempre pierde. Ese es el Cruz Azul. Y si bien el neologismo “cruzazulear” no está incluido en el diccionario de la Real Academia de...

7 de diciembre, 2020

No sé de un equipo que siempre gane, pero sé de uno que siempre pierde. Ese es el Cruz Azul. Y si bien el neologismo “cruzazulear” no está incluido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, sí lo está en su Laboratorio de Palabras: “El verbo cruzazulear –dice el sitio web de la RAE– es un derivado usual en el periodismo deportivo mexicano que alude a una situación determinada por ser algo que frecuentemente sucede al equipo Cruz Azul”. Y aquello que frecuentemente –si no es que siempre– sucede al equipo Cruz Azul es perder teniendo las condiciones absolutas para ganar. Por eso “cruzazulear” significa, desde mi óptica, no solo perder en el último momento, sino perder de una manera extraordinariamente negligente, torpe, estúpida, grosera, ridícula y frívola. 

Perder no es malo. Es parte del juego, de cualquier juego: la política, el deporte, el amor, la vida. A veces se pierde, a veces se gana. Pero perder cuando se tiene todo para ganar no es perder; es algo más. El Cruz Azul es la prueba viviente de eso. No es posible, ni aceptable, ni dispensable, ni olvidable lo que sucedió el domingo 6 de diciembre en el Estadio Olímpico Universitario: el equipo Cruz Azul, con una ventaja de cuatro goles en el partido de ida unos días antes, acabó eliminado de la final del futbol mexicano. Es la primera vez, según decían los comentaristas de Televisa, que un equipo con cuatro goles de ventaja en el partido de ida es eliminado en la fase de liguilla del torneo mexicano.

No es la primera vez que el Cruz Azul termina derrotado en situaciones que cualquier otro equipo habría ganado con tranquilidad. Recordemos la final de mayo de 2013 contra el América. En el minuto 88 del segundo partido, el marcador global favorecía al Cruz Azul por 2 goles a 0. No había forma de perder. Pero, bueno, estamos hablando del Cruz Azul, y esa es la especialidad de la casa. El América marcó un gol en las postrimerías del juego y en la compensación el portero americanista empató. Al final del día, los cementeros fallaron los penaltis y perdieron. El América alzó su undécimo campeonato de Liga.

El Cruz Azul añade a la derrota algo que ningún equipo ha podido: el ridículo, la negligencia, la dejadez, la desidia. Si habláramos de pecados mortales, el del Cruz Azul sin duda sería la pereza, en el sentido de acedía: apatía del alma, desgana, flema espiritual.

En septiembre de 2016 volvió a suceder. Ya para ese entonces el verbo “cruzazulear” se había abierto camino en el habla cotidiana. Al minuto 25 del primer tiempo, Cruz Azul vencía al América 3-0 y terminó perdiendo 4-3. ¿Qué necesita suceder para perder así? ¿Qué debe pasar colectivamente en las psiques de los jugadores y cuerpo técnico? De acuerdo, vamos 3-1, seguimos ganando, es el segundo tiempo, no hay manera de perder; 3-2, calma, camaradas, vamos a acomodarnos, en un contragolpe los matamos; 3-3, ya nos empataron, no puede pasar nada peor…. 3-4, perdimos, carajo. Yo creo que ante eso ni siquiera uno es capaz de decir “carajo”. ¿Qué hace uno? ¿Callar? ¿Es una maldición? Recuerdo un muy buen artículo de David Faitelson que lo resumía magistralmente: “Maldito Cruz Azul”. Yo diría: “Infame Cruz Azul”.

Perder una ventaja imperdible es la esencia de este equipo: en la ida de la final de la Apertura 2009 contra Monterrey, se fueron al medio tiempo ganando 3-1. Perdieron 4-3. En los cuartos de final de la Apertura 2010 contra Pumas, llegaron al segundo partido con una ventaja de 2-1, y perdieron con un gol en el minuto 85. En la Clausura 2003 contra Guadalajara, llegaron al segundo juego con una ventaja de 4-1. Adivinó usted: terminaron eliminados. 

No conozco un equipo que tenga una historia tan cómico-trágica. Parece este equipo una parodia de algo, porque no puede ser real. ¿Pero parodia de qué? Yo creo que el Cruz Azul es el equivalente deportivo de México. Quiero decir, si México fuera un equipo de futbol y el concierto internacional de naciones una liga, probablemente nuestro país sería el Cruz Azul. Sí, un país destacado, con potencial, con riquezas y talentos, pero que siempre pierde porque está muy mal administrado; un país que nunca da el paso final que lo llevaría a la gloria: eliminación en penales contra Alemania en México 1986; eliminación en penales contra Bulgaria en Estados Unidos 1994; eliminación contra Alemania en Francia 1998; eliminación contra Estados Unidos en Corea-Japón 2002; eliminación contra Argentina en Alemania 2006; eliminación contra Argentina en Sudáfrica 2010; eliminación contra Holanda en Brasil 2014 (“no era penal”); eliminación contra Brasil en Rusia 2018. Si bien algunos rivales aplastaron al equipo Mexicano, muchas de estas dolorosas eliminaciones fueron sendas “cruzazuleadas”, y por eso nos dolieron más que si nos hubieran aplastado.

La mala suerte de este equipo hace ver mal a sus seguidores, y confieso que soy un fanático del Cruz Azul desde niño, por eso hablo con conocimiento de causa. Es absurdo tener fe en un equipo así y esperar que todo va a cambiar solo porque queremos; no tiene sentido seguir a un equipo que cuando tiene todos los elementos para ganar, cuando tiene la victoria asegurada, la escupe y vomita de la manera más idiota que el entendimiento humano pueda concebir. 

Cuando los que le van a otros equipos se burlan de la desgracia del Cruz Azul, de algún modo, aunque sea de manera inconsciente, están haciendo mofa de sí mismos, porque en este país todos somos Cruz Azul. Cuando el aficionado celeste se enfurece después de que su equipo tira a la basura una victoria segura, y en un segundo momento es indulgente en grado irrisorio; aun cuando no sea consciente de ello se está identificando ella o él con ese modo de vida perdedor, conformista, chafa y de ahí, por un proceso desconocido y misterioso, se transpola todo y se proyecta hacia el país entero. México no es una nación tricolor. México es la nación azul. Y no solo me refiero a la selección nacional, esa que siempre pierde en los mundiales (México, según estadísticas del sitio web de la FIFA, es el país con más partidos perdidos en la fase final de la Copa del Mundo; la fase final de la Copa del Mundo es lo que conocemos como el “Mundial”, es decir, el torneo con las selecciones clasificadas después de eliminatorias regionales), sino al país entero.

Claro que muchos no estarán de acuerdo con lo que escribo en estas líneas. Insisto: no hay equipo que gane todas las veces, pero sí uno que siempre pierde: el Cruz Azul. Su historia es grotesca y estrambótica, como la de nuestro país. Su destino ha sido ridículo, como el de nuestra Nación. Y aunque en México no faltan triunfadores en diversas áreas, en lo colectivo somos un desastre. ¿No le estará pasando a México lo mismo que al Cruz Azul? Es pregunta.

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