México, tu esplendor nace con los aztecas de la antigua Tenochtitlan, dominante pueblo que controló todo Mesoamérica; resististe la Conquista con el mestizaje; imperaste como la nueva España sobre toda América Latina; desterraste el Virreinato de España y liberaste a toda una nación de su tutela y esclavitud. Combatiste con éxito cuanto invasor quiso controlar tus tierras; soportaste una dictadura de 32 años y te rebelaste en una revolución que inspiró a la gran Rusia a realizar la suya.
Gran historia inigualable te caracteriza, dando al mundo el patrimonio de una gran cultura que deja su legado a las nuevas generaciones.
Ahora en la vida contemporánea te veo sufrir. Lloras y gritas pidiendo ayuda, pero parece que lo haces en silencio ante la indiferencia de la sociedad y los oídos sordos del gobierno. Ambos hundidos en el egoísmo de sus caprichos y necesidades particulares, separados por el dogma de cada quién y la creencia de tener la verdad absoluta sobre todas las cosas.
México, tus pirámides se han callado, prefieren observar en silencio la devastación de tus bosques y selvas. Tus atardeceres son llenos de tristeza, el sol se oculta ensangrentado esperando un nuevo día con la esperanza de volver a empezar, de recuperar el sueño de una nación y terminar la pesadilla de una guerra que no tiene enemigo definido, pero que destruye todo a su paso.
México, sufres la pandemia de un virus desconocido que enferma a tu gente sin piedad ni tregua, como si fuera un fantasma que sabes que ataca y mata, pero no tiene forma.
Vives una guerra que parece no tener fin y sí un constante vencedor, el crimen organizado, quien supera la autoridad de los gobiernos y su economía, haciendo de los civiles su más vulnerable presa.
El gobierno, incapaz de mejorar la situación, se escuda en los errores de sus antecesores y se divide para mantener su hegemonía.
Así es, no hay para donde voltear todo se vuelve incierto ante la incredulidad de la gente, gracias a la mala información y manipulación de las clases poderosas las cuales al final también quedan desprotegidas ante tanta desgracia e incertidumbre.
Tu presente reclama la unión de tus pueblos y ciudades para volver a fortalecer esta nación que, a pesar de estar tan golpeada, todavía tiene la fe de seguir adelante y salir victoriosa. No desistas, México. Recuerda que la gota de agua es más fuerte que la roca que la recibe solo necesita ser constante y certera.
Mantener la mente fría para ver claro, la sangre caliente para enfrentar la adversidad y el amor para no perder la fe en nuestros corazones. No desistas que no hay mal que dure 100 años.
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