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Más cerca de la tercera guerra mundial que de una casa propia

La realidad es cruda en una era en la que lo surrealista se lee en las noticias y principales planas.

3 de julio, 2025

Más cerca de la tercera guerra mundial que de una casa propia

Semanas atrás en medio de la incertidumbre por la denominada “guerra de los 12 días” entre Israel e Irán, se barajó la posibilidad real de una confrontación atómica mundial. El clima belicista imperante desde la invasión de Rusia a Ucrania, el genocidio de Israel contra los palestinos en la franja de Gaza, sumado a los bombardeos de Estados Unidos e Israel a las bases militares de Irán, presuntamente con material de enriquecimiento radioactivo, hizo temblar a todos los habitantes del planeta, con la posibilidad de un apocalipsis de la humanidad.

Como se recordará, desde el inicio de la época post pandémica, la económica mundial y los conflictos bélicos, sumados al enorme factor de inestabilidad mundial que es el segundo periodo presidencial de Donald Trump, la humanidad no ha tenido un respiro para readaptarse a una confusa nueva realidad, donde los retos continuos es la constante. El complicado entorno de cada ciudadano del mundo, en especial de México, hace que la incertidumbre frente a una recesión haga aún más difíciles las circunstancias enredadas.

El inicio del periodo de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum fue eclipsado por las amenazas y medidas unilaterales de Trump, ya sea la aplicación de los aranceles, las bravuconadas de su equipo de gobierno que sin diplomacia alguna lanzan bulos, y acusaciones sin sustento. Que solo buscan congraciarse con su base dura de votantes, quienes ven en el republicano xenófobo, racista e impredecible, a un salvador del sueño de una nación grandiosa.

Para los connacionales que son cazados por las redadas del ICE con la finalidad de deportar a todo presunto ilegal, sin ninguna acusación real de delitos graves, pero sí bajo criterios raciales, la pesadilla de vivir en estados denominados santuarios han erosionado el ideal de convivencia y respeto entre poblaciones que se benefician de la económica norteamericana. El hecho de que las mismas cortes supremas hayan dado a Trump la razón para que la ciudadanía de los hijos nacidos de migrantes pueda ser negada según las legislaciones de cada estado, es la culminación de una era de oportunidades para la nación que se erigió a base de la llegada de migrantes.

No es que esa realidad no sea lo suficientemente desalentadora como para que los mexicanos no tuviéramos suficientes retos que enfrentar, no obstante el humor de los denominados memes en las “benditas redes sociales”, brindan una catarsis de una realidad en la somos prisioneros de las acciones de un puñado de poderosos líderes con escaso talento y sentido común. En ese mar de ideas, chistes, sarcasmos, una poderosa gráfica viral hace referencia a la imposibilidad de que cualquier joven mexicano e incluso del mundo, pueda acceder a una vivienda propia, pero si padecer una guerra termonuclear de devastadoras consecuencias.

Estudios de la OCDE y de Coneval solo certifican la realidad de las nuevas generaciones de jóvenes trabajadores que conocen de la complejidad para buscar créditos hipotecarios, ya no se diga igualar las oportunidades de desarrollo que sus padres y abuelos obtuvieron, en otros tiempos que parecen de bonanza y crecimiento familiar. Estas condiciones del capitalismo salvaje, sumado al desencanto de las democracias liberales han provocado que hasta las aspiraciones personales de las generaciones más jóvenes, se planeen con más cuidado el formar familias tradicionales con hijos y las responsabilidades que esto contrae.

Si bien es cierto, el otro extremo de la realidad mexicana son los altos niveles de embarazo juvenil no planificado, la realidad de los jóvenes que tienen un empleo formal y cuyas prestaciones les permiten soñar con tener una casa propia, son cada vez menos comunes en una economía mexicana que tiene altos niveles de informalidad.

Por otra parte la cruda realidad donde las potencias mundiales hegemónicas están dispuestas a acabar con la viabilidad de la vida humana, antes que buscar detenerse a renunciar a sus intereses particulares, han sentenciado a la humanidad a perecer en el mediano o largo plazo con este sistema depredador de los finitos recursos naturales. En una carrera tragicómica contra el destino, los años de esfuerzo y disciplina financiera podrían dar al traste con el capital de una familia o individuo que con su trabajo logró adquirir bienes raíces que son la estrella patrimonial del ideal en la escala social.

Esas alegrías podrían desvanecerse cuando las potencias mundiales decidieran regresarnos a la época de piedra para los pocos sobrevivientes de una guerra, donde los poderosos líderes mundiales, estarían también sentenciados a sucumbir ante las difíciles condiciones que ellos mismos propiciaron, eso sí, en búnkers y paraísos predispuestos para una supervivencia mejor. Es apenas tragicómico para los sobrevivientes de la era post pandémica que una confrontación mundial irreflexiva sea más probable que el aumento del bienestar general, la realidad es cruda en una era en la que lo surrealista se lee en las noticias y principales planas de los medios masivos de comunicación, ya sin sorprender a nadie.