Así es como estamos los humanos y sobre todo los mexicanos en su totalidad, los que se dan cuenta de la matazón nada más sacuden la cabeza y, listo, a seguir adelante, cuidándose de no caer en esta lotería de muerte y matazón.
Así, al llegar a 102 000 y pico de fallecidos por COVID-19, que ya no nos duele tanto el ver en las redes sociales las esquelas que aumentaron su número este fin de semana en las redes sociales de los Tapachultecos y los Chiapanecos. Simplemente nos lamentamos y lo expresamos. Nuestras vidas se han limitado a tener temor de caer enfermo por el virus, mientras vemos en las calles que la gente “ver la tormenta y no se hinca”. Así, seguiremos y seguirán muriendo familiares y conocidos por todos lados.
El gobierno federal, ya está reaccionado como todos, por lo que se morirán los que se tengan que morir… Se lo dejan todo a la selección natural en lo que llega una vacuna que despierta más desconfianza que esperanza de terminar nuestra pandemia de cada día.
Tal vez muy diferente sería si hubiéramos reaccionado de manera más efectiva ante los miles de muertos por la violencia, porque ya vemos a la muerte como si fuera cualquier cosa, aunque sea el paso natural de la vida. Desgraciadamente, estamos tan acostumbrados a la muerte ya sea violenta o naturalmente que, por otro lado, las cifras de muertes por violencia crecen de manera desbocada entre las mujeres, niñas y niños. Tal y como es el caso de la niña de 12 años llamada Sofía que, después de haber desaparecido o sufrido un calvario personal, fue encontrada asesinada y violada, los cercanos protestaron y los mexicanos como el Gobierno Federal y las autoridades se llenaran las bocas diciendo “Se aplicara todo el peso de la ley” y todo seguirá igual con la selección natural que da la violencia desmedida y fuera de control que implica la violencia machista contra la mujer, niñas y niños.
Entre toda esta vorágine diaria de violencia y pandemia que causa temor y desasosiego entre los mexicanos, llegamos al fin de semana, cuando alguien me preguntó si sabía sobre los problemas ocurridos en Aldama (Chiapas). Claro que sí, le dije, enumerándole una serie rápida de sucesos generales sobre la deplorable situación de la lucha ancestral entre los habitantes del municipio de Chenalhó y Aldama (Chiapas). En esa zona los conflictos entre esas comunidades han sido por posesión de tierras, por motivos religiosos donde grupos católicos desplazan o matan a evangelistas o cristianos con la mano en la cintura, o cualquier otro motivo que se le ocurra al líder o cacique.
A este problema regional, las soluciones llegan tarde y de malas, buscando siempre conciliar, hablar y dar una verborrea que solamente ha empeorado el problema, porque los grupos se han armado y buscan imponer su ley desde Chenalhó, que solamente es separado por un cerro de cabecera municipal a cabecera municipal. Ahí desde Chenalhó, disparan con armas de alto poder disparan a las comunidades y a la capital del municipio de Aldama y nadie hace nada. La Policía Estatal y el Ejército son una nulidad abrumadora que hace que la gente se sienta totalmente desprotegida y lo mejor que se les ocurre hacer es salir huyendo hacia Tuxtla Gutiérrez o San Cristóbal y buscar una nueva vida. Poco tiempo después, regresan y poco tiempo después regresa la violencia… Así nos hemos malacostumbrado a este conflicto “regional” que solamente está desangrando poco a poco la voluntad de nuestro estado.
Ustedes dirán ¿y qué importan los problemas de allá o acullá? Pues sí, sí importan porque algún día llegarán a tu comunidad, en el caso de Tapachula todo está al tentar, donde los grupos de migrantes están tomando poder de lugares donde la policía municipal, estatal o de cualquier otra nomenclatura no entra porque están protegidos por Derechos Humanos, tal y como no se entre a solucionar el problema de Aldama-Chenalhó porque son protegidos por las leyes de Usos y Costumbres que les da permiso de hacer y deshacer…
Por lo que el más reciente escándalo venido desde Aldama (Chiapas) originado por un ataque desde Chenalhó, no es noticia para los chiapanecos, es una cosa cotidiana y para los racistas de la vox populi “es una cosa de indios necios que arreglan todo a balazos”.
Después del ataque al convoy humanitario de varias organizaciones encabezada por CARITAS, del cual saliera herida una religiosa católica, el polvo y alharaca se han levantado y ha dado la vuelta al mundo la noticia, pero como todo lo que sucede ahí y en otros casos alrededor de nuestro país, nada pasará. Las autoridades solamente dirán “se investigará y llegaremos a las últimas consecuencias aplicando todo el peso de la ley” y ¡Tan…! ¡Tan! La gente olvidará las desgracias, porque ya estamos Malacostumbrados.
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