Ya llevamos mucho tiempo en que las propuestas del gobierno de la Cuarta Transformación pueden lograr que el ciudadano más equilibrado se dé por vencido o pierda la razón. En mi opinión son demasiadas las rarezas propuestas del Ejecutivo.
La marcha de miles y miles de ciudadanos que respondieron a la convocatoria de FRENAAA para exigir que el presidente renuncie, dimita o entregue el poder —lo que no va a suceder— fue tumultuosa. Aseguran que fueron 160 mil los participantes que en orden llegaron al Zócalo de la ciudad capital. No hubo un solo comercio vandalizado ni choques con la policía o enfrentamientos. Tampoco se entregó una sola torta, Frutsi o dádiva por presentarse.
En resumen, la manifestación fue francamente ejemplar. Si me permiten decirlo, los manifestantes deben tener claro que Andrés Manuel no se va a ir ni soñando y aunque la revocación de mandato de 2022 se lleve a cabo, tampoco se irá a su rancho: ¡El pueblo lo necesita… Ja!
La ingenuidad no puede apoderarse de los ciudadanos, pero lo valioso es que el mensaje de inconformidad tal vez pueda llegar a oídos del presidente y cambie su actitud, lo cual… ¡Chin! tampoco va a pasar: ¡Está convencido de su actuar!
En mi opinión, el valor del resultado de la manifestación es que, ante la muestra de inconformidad, la oposición puede unirse para presentar candidatos de unidad y arrebatarle a MORENA la mayoría de la Cámara de Diputados en 2021. Desde el Congreso puede haber cierto contrapeso a las propuestas de Andrés Manuel, el cual aparentemente no tiene quien le rezongue ni dentro de su equipo de trabajo.
Otro suceso sorprendente es la resolución de la Suprema Corte de Justicia en donde seis ministros, incluyendo su presidente, se salieron por la tangente: desecharon el proyecto del ministro José María Aguilar. Éste exponía la inconstitucionalidad de la pregunta propuesta por AMLO. De acuerdo con José Woldenberg, el proyecto era sereno y contundente. Además, una cantidad importante de juristas del país lo respaldaron.
Lo más sorprendente de todo este asunto es que la pregunta que el presidente formuló para que se hiciera una consulta —pues desde la cancelación del aeropuerto de Texcoco, las consultas prevalecen— era, según J.M. Aguilar, un “concierto de inconstitucionalidades”. Pese a ello, seis ministros rechazaron los argumentos de Aguilar y reformularon la pregunta, que es para Ripley.
Al respecto dice Woldenberg:
Y entonces redactaron y aprobaron una nueva pregunta que recuerda aquel chistorete que preguntaba: “¿Qué es un camello? –Un caballo diseñado por un cuerpo colegiado”. La nueva pregunta incomprensible, grilla, ilógica, tonta hasta niveles indecibles, es una bola de humo, es decir, inasible. Se nos preguntará como si fuéramos una república de idiotas. No se sabe a quienes alude, ni establece un periodo específico de tiempo, no se dice quién será el encargado del “esclarecimiento”, ni quienes son los “actores políticos” o qué tipo de “decisiones políticas” deben ser esclarecidas. Total, un batiburrillo bueno para que cada quien entienda lo que quiera y le dé el uso político que le convenga. Penoso viniendo del máximo tribunal.
En efecto, es vergonzoso. Perder la confianza en la Corte es grave. ¿Con qué cara voltearán a ver al pueblo estos ministros? También habrá que leer la opinión del jurista Miguel Carbonel, por citar una de las tantas que he leído, la cual me parece contundente.
Otra joya es la explicación del presidente cuando declara por qué hay que terminar con tantos fideicomisos, creados por sus antecesores y compuestos por “aviadores”. Su finalidad es clara: tener esos recursos económicos bajo su control. Aclara que esos recursos se van a reasignar a otras áreas de la administración pública; es decir, ahorro en la extinción de los fideicomisos no habrá, lo cual suena extraño y solo confirma lo que digo: quiere controlar esos recursos económicos. Para mí, va a haber despedidos y tal vez ni siquiera los liquiden. ¡Al tiempo!
Y bueno, acerca del tema que sí conozco, de acuerdo con lo pronosticado, en el Hipódromo de las Américas, los caballitos corrieron sin público asistente y con una apuesta raquítica. ¡Nada nuevo bajo el Sol!
La empresa permisionaria ratificó su incompetencia y llegan al grado de que el viernes por la mañana, en la zona de caballerizas, los propietarios no pudieron entrar a ver sus caballos entrenar ni pagar a sus empleados porque, argumentaron, son días de carrera. Siguen llevando a cabo acciones para que los pocos dueños que aún subsisten, los actores del espectáculo, cambien su afición; se irán a jugar golf.
Tener carreras es muy bueno para la mermada economía de todo el gremio hípico. Para contribuir al mejoramiento de todo el espectáculo le hemos solicitado a la recién nombrada directora de Juegos y Sorteos de la Secretaría de Gobernación que nos reciba… los mantendré informados al respecto.
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