Todos los mexicanos tenemos derecho a criticar a los gobiernos. También los ex-presidentes tienen ese derecho. Nadie debería enojarse ni indignarse. Cuando López Obrador sea ex-presidente, lo cuál sucederá en unos días, también él tendrá derecho de opinar, criticar o elogiar todo lo que quiera.
Tenemos derecho a opinar, pero también las cosas se toman de quien vienen. El zar Iván, llamado “El Terrible”, quizá no haya sido el mejor referente para hablar de amor paternal, puesto que mató de un mazazo a su hijo y heredero al trono. Mutatis mutandi, un símil así podría aplicarse a Zedillo… y a Salinas, y a Peña, y a Fox, y a Calderón…
¿Resulta que Ernesto Zedillo se se está convirtiendo en el campeón de la democracia para la oposición? ¿Es en serio? Muchos han dicho y están diciendo que ha sido el mejor presidente de México –Krauze le ha dedicado elogios–, y hasta lo ven como un valiente que se enfrenta a quien a su juicio es el terrible y todopoderoso tirano que tiene al país en plena venezualización. “Lávate bien la boca antes de pronunciar el nombre del presidente Zedillo”, escribió irascible Javier Lozano a Liz García Vilchis en X, exhibiendo así el priísto-panista su machismo, su grosería, su prepotencia, su brutalidad y su altivez. López Obrador ironizó, con toda razón, y dijo que ya nada más falta que aparezca Salinas de Gortari. Y sí, nada más eso falta: que aparezca y que la oposición lo reciba y le aplauda como prócer de la democracia, de la libertad y de los derechos humanos.
Escuché hace unos días a Beatriz Pages, con Carlos Alazraki y Javier Lozano, hacer un llamado a los expresidentes Peña Nieto y Salinas de Gortari para que vengan a defender la democracia del país. Tratándose de Salinas, lo que dijo Pagés es un chiste, pues hoy se sabe que el PRI hizo fraude electoral en 1988 para arrebatar la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas. Y además dijo Pagés –y así piensan muchos que odian visceralmente a López Obrador– que Peña y Salinas deberían salir corriendo a acusar a López Obrador ante los importantes y poderosos círculos que tienen en Estados Unidos y en Europa –como si en Estados Unidos y en Europa no supieran, a través de sus embajadas, lo que pasa en México.
Todo comenzó porque Zedillo dijo hace unos días en entrevista para Radio Fórmula, que no podía quedarse callado, que no podía ser un “cobarde” y que no dejaría de criticar lo que para él es una muy peligrosa reforma judicial: a sus ojos la reforma es el inicio de la tiranía. ¿A poco no parece que Zedillo está llamando sutilmente “cobardes” a Salinas de Gortari y a Peña Nieto? Han estado muy calladitos. Es como si Zedillo los arengara: “¡a ver, cobardes, échenle montón, que la democracia está muriendo y la patria está en peligro… es un horror el gobierno de Obrador!”
La verdad es que no creo que ni Peña ni Salinas puedan o vayan a hacer gran cosa. Peña Nieto está viviendo una vida loca y diletante en Europa, despreocupado de lo que pasa aquí en México. Muy como fue su presidencia: telenovelesca, superficial, frívola. En cuanto a Salinas, se comenta y se rumora que alterna entre Reino Unido y España. Tiene ya la ciudadanía española. Lo que pase aquí en México muy probablemente no le esté quitando el sueño; y aunque se lo quitará, no tiene ninguna posibilidad de hacer nada frente a López Obrador y Claudia Sheinbaum. Peña y Salinas están tan empequeñecidos, envilecidos y desprestigiados que lo que hagan o digan va a resultar hasta contraproducente.
Para mí, de algún modo Zedillo está pidiendo a Peña Nieto y a Salinas que se sumen a Fox y a Calderón –que sí han criticado la reforma judicial–, y a él mismo, para que se erijan como “Los 5 Fantásticos de la Democracia”, paladines y campeones de la oposición. ¡Por favor! Si son precisamente esos cinco ex-presidentes –Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto– los que llevaron a la inmensa mayoría del pueblo de México a decir, en 2018, y refrendar, con aún mayor fuerza en 2024, que “ya está hasta la madre de tanta corrupción, cinismo, maldad y podredumbre”.
Mis clases de Filosofía del Derecho en la Universidad Iberoamericana y la Universidad Anáhuac solía empezarlas con una explicación de las falacias. Y sí, entiendo que el argumento ad hominem es una falacia. Si algo es intrínsecamente verdadero y la argumentación es correcta, no importan las circunstancias personales de quien los pronuncia. Pero más allá de la lógica –que pocos conocen en sus sibilinos detalles–, tantita madre, por favor. Los opositores se están dando un balazo en el pie si acogen y convierten a estos cinco expresidentes en sus campeones. Ellos representan en cuerpo y alma lo que la gran mayoría del pueblo mexicano no quiere; ellos cinco son lo que la inmensa mayoría del pueblo mexicano abomina y repudia.
Como sigan así los opositores, van a seguir perdiendo elecciones: las del 27, las del 30, las del 33… y ya mejor le paro de contar, porque los voy a deprimir.
Sin Seguridad… Nada
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