La verdad y el contexto

Nadie puede escapar a los contextos porque no es posible existir en la nada. Todos los acontecimientos que ocurren en la realidad humana tienen lugar en un complejo entramado de causas y efectos que terminan por constituirse...

21 de octubre, 2022

Nadie puede escapar a los contextos porque no es posible existir en la nada. Todos los acontecimientos que ocurren en la realidad humana tienen lugar en un complejo entramado de causas y efectos que terminan por constituirse en las estructuras que permiten que la existencia se manifieste y es a partir de ellos que construimos la verdad. 

Un contexto es una serie de circunstancias y estructuras que moldean y condicionan un acontecimiento o a un individuo. Al nacer no aparecemos en la nada, sino que formamos parte de una familia en particular, nos manifestamos materialmente mediante un biotipo concreto, vivimos en una zona específica de la ciudad, pertenecemos a una cultura, a un estrato socioeconómico, nos cobija una nacionalidad y una idiosincrasia asociada a ella, recibimos una determinada educación, se nos inculca una religión –o un rechazo a las mismas– al igual que una serie de creencias acerca de cómo es y cómo funciona el mundo. Se nos enseña que cierta ideología es más deseable que otra, que un equipo de futbol es mejor que los demás, aprendemos a comer ciertos alimentos preparados de una manera concreta y así sucesivamente. Cada uno de esos condicionantes se convierten en los contextos en que estamos inmersos y toda esta información termina por convertirse en referente que influye en nuestra forma de pensar, de sentir y de comportarnos.  

Nadie puede escapar a los contextos porque no es posible existir en la nada. Todos los acontecimientos que ocurren en la realidad humana tienen lugar en un complejo entramado de causas y efectos que terminan por constituirse en las estructuras que permiten que la existencia se manifieste. En todo caso podemos hacernos conscientes de aquellos marcos de referencia a los que pertenecemos y, en caso de que no nos satisfagan, movernos hacia otros que reflejen mejor el tipo de persona que pretendemos ser. Si nacimos en un entorno clasista y discriminador, podemos darnos cuenta de ello y modificar nuestras convicciones para acercarnos a visiones del mundo más amplias, incluyentes y diversas. Ello implicará no sólo transformar nuestro pensamiento –realidad subjetiva–, sino que conllevará también cambiar amistades, lugares de ocio, oportunidades de trabajo e incluso la colonia en que residimos –realidad objetiva–. En ese caso nuestros contextos, tanto internos como externos, habrán cambiado como consecuencia de una decisión, pero lo que no es posible es disolver los contextos y existir de manera independiente y autónoma con relación al resto del cosmos: la interacción, la interdependencia y las influencias recíprocas no sólo son inevitables sino que forman parte del tejido subyacente del que está hecha la existencia.  

El contexto y la boda

Imagínate que estás en la boda de tu prima consentida en un salón de fiestas muy elegante, donde hay otros doscientos invitados además de las cincuenta personas encargadas de servir el banquete, entre meseros, fotógrafos, músicos, cocineros, anfitriones y demás personal de la empresa de banquetes. 

Todas esas personas, incluida tú, están en el mismo lugar a la misma hora, atestiguando y formando parte del mismo evento. ¿Tú crees que todos lo habrán experimentado igual? ¿Piensas que si al día siguiente les hicieran una entrevista a los doscientos cincuenta asistentes, habría dos testimonios iguales? ¿Habrán siquiera los novios asistido a la misma boda?

Cada uno de los doscientas cincuenta asistentes entendió la fiesta desde sus propias expectativas, influido por los contextos que habita, desde su propia concepción de lo que una boda debe ser. Si hay doscientas cincuenta versiones del mismo acontecimiento, ¿cuál es la verdadera? ¿Cuáles podrán ser las diferencias entre la descripción del evento que haga un mesero, un músico o la mamá de la novia?¿No será que todas las versiones son ciertas y al mismo tiempo ninguna lo es, y que la mayor aproximación a lo que de verdad sucedió sería reproducirlas todas de manera simultánea?

Aun cuando ninguna de las versiones será idéntica, todas compartirán algunos rasgos contextuales que permitieron que la fiesta se viviese dentro de un entorno general de homogeneidad. Cada uno de los invitados, personal de servicio y elenco de entretenimiento conocían, aun sin haberlo hecho explícito, su rol dentro del evento. Ninguno de los invitados intentó sentarse en la mesa de los novios ni pasó por alto los códigos de vestimenta y conducta, así como ninguno de los meseros pretendió subirse al escenario a cantar una canción. El sacerdote no confundió la boda con un exorcismo ni pretendió bailar la primera pieza musical con la novia, del mismo modo que el cocinero en jefe no se integró al grupo de solteros que pretendía capturar el liguero que la novia lanzó en cierto momento de la fiesta. 

Sin necesidad de mayores explicaciones, a partir del simple hecho de haber recibido una invitación a una boda, con las indicaciones precisas de día, lugar y hora, dentro de su contexto cultural cotidiano les permitió dilucidar lo que habría de suceder a lo largo de las horas que la fiesta durase y lo que se esperaba de ellos en tanto invitados durante el mismo periodo.  

Puesto que se trataba de un grupo de individuos interrelacionados en distintos niveles, todos compartían ciertos símbolos, roles y marcos de referencia que les permitía anticipar las distintas etapas del evento sin requerir de engorrosas explicaciones. Todos los asistentes, incluyendo al personal de servicio y de entretenimiento, sabían, sin que nadie se los explicara, quién era la novia tan sólo por la forma en que estaba vestida. Todos sabían –sin que se los hubiesen explicado específicamente– la estructura general de la fiesta: en distinto lugar y orden, pero habría una boda religiosa, una boda civil, un banquete –casi seguro de tres tiempos– y una fiesta con baile y convivencia. Todos, tanto los invitados como los responsables del servicio y la animación compartían símbolos, contextos, referencias que les permitía asumir su rol en el marco general de la boda y a partir de ello crear una versión de lo que “de verdad” ocurrió. 

Al mismo tiempo que se compartían un buen número de marcos de referencia, había también una serie de contextos más específicos, donde las diferencias socio-económico-culturales y los roles dentro de la ceremonia jugaban un papel preponderante. De este modo quienes estaban abocados a la atención de las mesas o a preparar los platillos en la cocina tenían un código de vestuario y de comportamiento distinto de quienes formaban parte del elenco musical o de aquellos que asistieron en calidad de invitados. 

En el caso de esta boda imaginaria la amalgama de contextos, tanto los compartidos como los específicos, funcionaron para darle un marco estructural sobre el cual los individuos, fuese cual fuese su rol, se asentaron. 

Ahora imagina que alguien del otro lado del mundo, habitante de una cultura remota y distinta, hubiese conocido al novio durante sus estudios de posgrado en Londres y que gracias a la gran amistad que los une, hubiese accedido a viajar hasta el país de su amigo para acompañarlo en ese día tan especial. Lo más probable es que este invitado compartiera muy pocos contextos con el resto de los asistentes y hubiese tenido más problemas para anticipar y comprender cada parte de la ceremonia. Quizá ni siquiera hable español, quizá sea vegetariano, quizá musulmán, quizá en su tradición cultural, en las bodas ni siquiera acostumbre utilizar sillas y los banquetes se sirvan sobre cojines dispuestos en el suelo y no se usen cubiertos. 

Una vez de vuelta en casa, la interpretación que este invitado hará del evento –su versión verdadera de los hechos– será necesariamente muy distinta pues casi seguro que al mismo tiempo que se el escaparon símbolos y códigos propios de la cultura de su amigo, él habrá interpretado su experiencia desde sus propios contextos culturales lo que de forma muy probable lo llevará a conclusiones muy distintas a las del resto de los asistentes. Y sin embargo, estas limitaciones no harán que su versión resulte falsa porque se ajustará a su experiencia, a lo que vio, pensó, sintió e interpretó, aunque el nivel de verdad será inferior porque la realidad objetiva compartida con todos, fue interpretada desde una falta de códigos interpretativos apropiados.  

 

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