La triada del 25 de noviembre

En la creencia popular mexicana, se dice que cuando un familiar o conocido fallece, es acompañado por otros dos decesos. Así, se da lugar a la triada de la muerte, que es aplicable a la misma semana,...

1 de diciembre, 2020

En la creencia popular mexicana, se dice que cuando un familiar o conocido fallece, es acompañado por otros dos decesos. Así, se da lugar a la triada de la muerte, que es aplicable a la misma semana, domicilios cercanos o incluso el medio profesional donde se desenvolvían. El pasado 25 de noviembre, el futbolista argentino Diego Armando Maradona falleció en la mañana de un paro cardiorrespiratorio. Por la tarde del mismo día, Flor Silvestre, estrella del cine mexicano y cantante popular, murió en su casa de Zacatecas. También, por la noche pereció el doctor José Manuel Mireles, exlíder social de las autodefensas de Michoacán, ante la enfermedad de Covid-19.

El astro del futbol mundial representó la imagen del deportista latinoamericano que a través del deporte logró escalar socialmente de su difícil situación de pobreza. Si en México el deporte del proletariado es el boxeo, debido al gran número de campeones mundiales que ha tenido el país, en Argentina su similar es el futbol con jugadores históricos excepcionales. Maradona logró la cúspide de su impresionante carrera deportiva en el mundial de México 1986 donde se consagró como campeón mundial. Es el único jugador en el mundo que tiene una iglesia inspirada en sus logros deportivos, que contrastan con los excesos de su vida personal. 

Luego de hacerse adicto a la cocaína, su impresionante carrera se desplomó cuando fue suspendido en dos ocasiones por resultar positivo a pruebas de antidoping. En el año 2004 logró sobrevivir a una indigestión y problemas respiratorios que requirieron atención hospitalaria. En 2005 realizó un programa televisivo “La noche del 10”, donde entrevistó a figuras de la farándula y del medio futbolístico con una cercanía inusual. 

Es famosa su célebre frase “la pelota no se mancha” en alusión al desorden de su vida personal contrastada con la genialidad manifestada en las canchas mundialistas. “El Diego” es un icono de Argentina ante el mundo que siempre estuvo cercano a polémicos líderes de la izquierda latinoamericana.

La política alcanzó al futbol cuando seis años después de la guerra de las Malvinas, en la cancha de futbol, las selecciones nacionales de Argentina e Inglaterra disputaban los cuartos de final del mundial México 86. Dos jugadas históricas del futbol marcarían la eliminación de Inglaterra en el mundial. La primera, por el gol marcado ilícitamente con la mano, que dio el 1-0 a favor de Argentina, donde el árbitro inexplicablemente validó la sucia acción que fue bautizada por el propio Maradona como “la mano de Dios”. La segunda, una anotación que fue un poema visual donde el crack argentino condujo el balón desde media cancha para eludir a siete jugadores ingleses, culminando en una anotación considerada la mejor en la historia de los mundiales. 

Maradona murió en el aniversario luctuoso de unos de sus ídolos políticos: el también polémico Fidel Castro, a quien conoció en Cuba al acudir a la isla a desintoxicarse regularmente. El mediocampista argentino se tatuó las figuras emblemáticas del comunismo, compartió escenario con destacados políticos de eso que llamaban “la izquierda latinoamericana”, incluidos el finado Hugo Chávez y hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien le dedicó un mensaje de Twitter el día de su muerte. 

José Manuel Mireles es un caso emblemático de las contradicciones políticas mexicanas. El médico cirujano, con formación militar, fue oriundo de Tierra Caliente de Michoacán, lugar donde el grupo criminal “Los Caballeros Templarios” impusieron su imperio de terror sobre la población mediante el cobro de piso, asesinatos, extorsiones y en el punto en más álgido, el secuestro de mujeres que eran “levantadas” de sus hogares y regresadas embarazadas producto de las violaciones sufridas.

El doctor Mireles fue el líder más visible de la resistencia local ante los embates del crimen organizado que, ante la inoperancia del estado mexicano, incluida la colusión del gobierno estatal, debió defenderse a sí mismo de los embates inmisericordes de los grupos delincuenciales que aún dominan importantes zonas del territorio michoacano. Reconocida por las propias autoridades federales como una lucha justa, el entonces todo poderoso comisionado Alfredo Castillo negoció y apoyo el surgimiento de grupos armados de autodefensas en la entidad federativa.

Posteriormente, los liderazgos locales se confrontaron con el doctor Mireles y fuertes desencuentros con Castillo le valieron ser acusado de narcotráfico y otros cargos que le llevaron a purgar tres años de cárcel. Liberado días antes de la llegada a la presidencia de AMLO, siguió su proceso en libertad hasta ser exonerado de los cargos ya formando parte del gobierno federal como subdelegado médico del ISSSTE en Michoacán.

Como funcionario, el polémico exlíder develó su profunda formación machista al protagonizar lamentables declaraciones sobre el papel de la mujer en la sociedad. Casado con una mujer mucho más joven, que bien podría ser su hija, el doctor Mireles continuó su labor burocrática en el organismo de seguridad social hasta que enfermó gravemente de coronavirus y murió.  

La valentía y liderazgo del doctor Mireles es indudable. Fue un héroe local cuando la debilidad del gobierno estatal y federal claudicó ante los grupos criminales de la zona. Gracias a las autodefensas, miles de familias pudieron sobrevivir a los abusos y extorsiones de los Templarios. No se entiende la difícil realidad social sin el desempeño y vocería del finado líder social que, como todo ser humano, expuso sus virtudes y las limitaciones de su educación patriarcal. 

La triada se completó aquel 25 de noviembre sui generis, con la muerte de la querida Flor Trujillo, viuda del legendario interprete ranchero Antonio Aguilar y madre del cantante Pepe Aguilar. Juntos realizaban un inigualable espectáculo musical con caballos entrenados que marcaron una etapa imborrable en el folklore mexicano. La partida de estos personajes tan disímbolos en el mismo día, retrata la importancia de la cultura, el deporte y la resistencia civil en la formación social nacional. Su legado será recordado e inspirará a muchas generaciones de mexicanos.

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