Arturo Santa Cruz Díaz Santana Profesor-Investigador especializado en América del Norte, regionalismos y teoría de las RRII, Universidad de Guadalajara
La cumbre del G20 de Río de Janeiro, que finaliza este martes, se ha presentado algo descafeinada por la ausencia del presidente electo de los EE. UU., Donald Trump. Su sombra alargada sobrevoló las sesiones entre los jefes de Estado de la grandes economías mundiales. Una sombra especialmente presente para los países latinoamericanos, por el fuerte impacto negativo que su regreso a la Casa Blanca puede tener en la región.
América Latina dista mucho de ser homogénea y cada país resentirá los efectos de manera diferenciada. Serán tres las áreas más afectadas en el subcontinente: comercio, migración y seguridad.
Los efectos se irán atenuando conforme la frontera con el coloso del norte se aleje. Sin embargo, existe un cuarto ámbito, en el que la geografía pasa a segundo plano: el político. Aquí, la distancia física se desvanece y la cercanía ideológica pasa a primer plano.
En este breve recuento el foco se proyecta hacia algunos países clave, de norte a sur del continente: México; Guatemala, El Salvador y Honduras (el llamado Triángulo Norte); Colombia y Perú (en la región andina); y Argentina, Brasil y Chile (en el Cono Sur).
Comercio: México se llevará la peor parte
Como señala el semanario inglés The Economist, México será el país más afectado en el mundo por el retorno a la presidencia estadounidense de Trump, el primer criminal convicto en la historia de ese país en ser electo al cargo.
El problema radica tanto en las preferencias proteccionistas del futuro presidente número 47 de Estados Unidos como en el estilo pendenciero, transaccional y vindicativo que imprime a las relaciones con otros países.
Trump se ha definido como “el hombre de las tarifas”, por los aranceles que le gusta imponer a las importaciones a su país. En relación con la disputa comercial que inició contra China durante su primer periodo presidencial, dijo que “las guerras comerciales son bellas y fácil de ganar”. Belleza que no percibieron los consumidores estadounidenses, pues tuvieron que pagar precios más altos por los bienes importados. Además, Washington no ganó la guerra comercial a Pekín.
En el caso de la relación con México, Trump ya amenazó a su anterior contraparte, Andrés Manuel López Obrador, con imponer aranceles a las importaciones provenientes de su vecino al sur si el gobierno mexicano no sellaba la frontera para impedir el paso de migrantes.
Como candidato presidencial, hizo lo mismo hace unas semanas. La amenaza estaba ahora dirigida a la nueva presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum. El segundo mandato de Trump traerá consigo una ruda política comercial proteccionista y un panorama aún más problemático para México, que envía al vecino del norte alrededor del 80 % de sus exportaciones.
En un par de años, el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte y fue negociado precisamente durante la presidencia de Trump, será sometido a revisión. Todo indica que el electo presidente estadounidense quiere convertir este proceso en una renegociación, aumentando los elementos proteccionistas que el actual TMEC ya contiene.
Los sectores cercanos a Trump denominan genéricamente “países mexicanos” a los que integran América Central y, en particular, a los del Triángulo Norte: El Salvador, Guatemala y Honduras. Es de esperar que el mercantilismo proteccionista de la nueva administración Trump también les golpee, pues destinan, respectivamente, el 39, el 32 y el 43 % de sus exportaciones a ese país (2022, último dato disponible).
Más al sur, Colombia y Perú, ambos miembros de la Alianza del Pacífico, de la cual Estados Unidos es país observador, enviaron en 2022 un 27 y 14 % de sus productos a este último país, respectivamente. Por lo que también se verán perjudicados por el proteccionismo trumpiano, aunque en menor medida que los anteriores.
Este somero recorrido por los previsibles daños que causará la política comercial de Estados Unidos en el cuatrienio 2025-2028 también afecta a tres países del Cono Sur: Argentina, Brasil y Chile. Estos mandan a ese país el 7, el 11 y el 14 % de sus exportaciones, respectivamente (también en 2022). Aunque el caso argentino pudiera ser una excepción, debido a la afinidad ideológica entre el presidente Milei y Trump.
Migración: más muros y más deportaciones
En el terreno migratorio, la xenofobia y racismo declarado de Trump y su equipo perjudicará, en particular, a los nueve países mencionados. Muy probablemente tenga también consecuencias indeseadas para toda América Latina en general.
De nueva cuenta, México será el que asuma la mayor parte de la carga. Más allá de continuar con la construcción del muro fronterizo, Trump ha prometido realizar redadas y deportar a los inmigrantes sin papeles que radican en EE. UU., cinco millones de los cuales son de origen mexicano.
Para ilustrar la magnitud de la política migratoria trumpiana, basta mencionar el número de “encuentros” de migrantes latinoamericanos sin papeles con agentes de la patrulla fronteriza durante el año fiscal estadounidense de 2023. Estas son las cifras y porcentajes por nacionalidades: México, 717 000 (29 %); El Salvador, 61 515 (2 %); Guatemala, 220 000 (9 %); Honduras, 241 000 (9 %); Colombia, 160 000 (6 %); Perú, 76 000 (3 %); Brasil, 27 687 (1 %).
Seguridad: amenza de intervenciones unilaterales
El efecto del regreso de Trump a la presidencia será perjudicial también para la región en su conjunto en relación con la tercera área señalada, la seguridad. Pero, de nueva cuenta, la peor parte se la llevará México.
El presidente electo ha anunciado su intención de perseguir narcotraficantes e incluso de bombardear sus laboratorios en territorio mexicano, aun sin la venia del Gobierno de este país.
Si bien se trata de una idea que ya consideró durante su primer mandato, podría materializarse en esta segunda etapa como presidente. Hay que tener en cuenta que, entre los nombramientos anunciados para el futuro Gobierno, han desaparecido el tipo de asesores que moderaron y atemperaron sus decisiones en el pasado. La mayoría de ellos, los llamados “adultos en el cuarto”, no aparecen ya en el círculo trumpiano. Este tipo de actitud belicosa y unilateral se extenderá, aunque en menor medida, al resto de los países de la región.
Una ola populista y conservadora
Finalmente, más allá del impacto que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca pueda tener en temas específicos como el comercio, la migración o la seguridad, se encuentra el que tendrá en el ambiente político de manera más amplia.
Por una parte, los gobiernos ultraderechistas, como el de Nayib Bukele en El Salvador o el de Javier Milei en Argentina, contarán con el respaldo del próximo Gobierno estadounidense para impulsar su agenda autoritaria.
De manera más generalizada, el triunfo de un movimiento populista conservador como el de Trump tendrá un poderoso efecto de demostración en la arena política de los países latinoamericanos, de por sí proclives al caudillismo. Todo ello hace que la sombra alargada de Trump esta semana en Río de Janeiro resulte premonitoria del sombrío futuro que aguarda a América Latina y a México en especial.
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