La palabra puerta proviene del latín “portalis” relativo a la separación y al paso de un punto a otro, en un espacio determinado, usada en dos direcciones; para entrar, pero también para salir; en medicina “ostium”, es un orificio natural o quirúrgico en el cuerpo humano.
La fascinante ciudad de Kiev se fundó en el siglo V de nuestra era, en el siglo IX se convirtió en la capital del estado de Kiev Rus (fundada en 882 por Oleg de Nóvgorod quien fundó también la segunda capital que aún lleva su nombre antes de Moscú), en el siglo siguiente Vladimir I introdujo la Iglesia Ortodoxa. Ucrania siempre ha estado invadida desde el siglo XIII, por los mongoles, lituanos, polacos y rusos. Ya en el siglo XX lo fue por los alemanes y luego por los soviéticos hasta su independencia de la URSS en 1991, al principio del siglo XXI se dio en 2004 la Revolución naranja (búsqueda de la democracia) y del 2013 al 2014 el movimiento euromaidán (integración a la UE) para que ese último año fuera invadida ahora por Rusia quien se anexó la histórica y estratégica península de Crimea, ese año también comenzaron los movimientos separatistas prorrusos en el Donbás para finalizar con la invasión de Rusia hace tres años.
La puerta de Kiev (inmortalizada en la obra de “Cuadros de una exposición” de Modest Mussorgsky y que aparece también en Dostoievski) nunca se construyó y la que vemos ahora en la Plaza de la Independencia es la Puerta Liadski (o Léchitique) pintada de color amarillo y coronada por una gran estatua en oro y bronce del jefe de los ejércitos de Dios, San Miguel Arcángel, patrono de la ciudad.
El conflicto derivado de la invasión promovida por el presidente Putin de Rusia ha provocado un gran número de muertos por parte de los países involucrados; Ucrania, Rusia, de algunos países de la Unión Europea y Estados Unidos. Hoy al parecer existe la posibilidad de lograr un acuerdo. La etapa más difícil de la guerra es lograr la paz, así ha sido durante la historia de la humanidad. No recuerdo bien qué secretario de Estado de EEUU dijo “en geopolítica quien no es invitado a la mesa, pasa a ser parte del menú” y al parecer es lo que está sucediendo en este conflicto en el caso de Ucrania y sobre todo la Unión Europea.
EEUU ha propuesto un plan (que en principio Zelensky no había aceptado) a Rusia dónde Ucrania no reclamaría sus fronteras originales, aceptaría por tanto la cesión de sus territorios (creándose Ucrania del este y del oeste) se abstendría de insistir ser parte de la OTAN, cedería en pago a los casi 300,000 millones de dólares que EEUU ha “invertido” en el conflicto y que quiere recuperar, de la extracción, explotación, producción, distribución, comercialización y beneficios de los minerales que se encuentran en las “tierras raras” que tiene Ucrania, los ejércitos para salvaguardar el territorio serían europeos, EEUU mandará las armas y municiones, aceptar los acuerdos a que se llegue en las reuniones que se celebren en Arabía Saudita, se sometería a los planes de reconstrucción en una reunión que se llevará en Roma para mitad de año, convocaría a elecciones par el segundo semestre de 2025 (donde EEUU promovería como candidato probablemente a Valery Saluvni actualmente en Londres) y así Zelensky y su familia podrían celebrar en enero de 2026 la Navidad Rusa de manera tranquila y en el lugar donde decida.
En llamada reciente del presidente Trump con Putin al parecer este último acepta negociar una tregua parcial, no bombardear instalaciones energéticas en el territorio invadido y que le garanticen la devolución de los fondos congelados, así como asistir a las pláticas de restauración de la paz. Zelensky después de elogiar, agradecer y ensalzar la intervención estratégica de Trump (“gran aliado del vencido”) en principio mostró su beneplácito.
Pronto veremos quién va a entrar por la puerta de Kiev, el único que sabe que va a salir a través de ella es sin duda Volodimir Zelensky quien probablemente lleve en su mente muchos recuerdos y lo haga al compás de Mussorgsky.
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