De nuevo el aumento de tres décimas en la popularidad, para montarse en 57.3% en el Tracking Poll de la encuesta “que menos le da” a Andrés Manuel López Obrador, habla del éxito de la polarización y del discurso anticorrupción del presidente. Con esa base de simpatizantes el Ejecutivo no dudó en defender a Hugo López-Gatell por la tunda que le propinaron en el Senado y de arremeter contra los defensores de los fideicomisos.
Pero a pesar de las buenas calificaciones, el presidente no puede bajar la guardia y dejar de montar el show mediático de la mañanera por el constante estado de enfrentamiento que desde Palacio Nacional hace contra todo aquel que cuestione sus decisiones, sus proyectos y programas, como la desaparición de los fideicomisos.
La defensa de López-Gatell es imprescindible para justificar su permanencia en la subsecretaría de Salud y al frente de la Cofepris, a pesar del robo de medicamentos contra el cáncer y de darse a conocer ayer por la OMS que México figura en el segundo lugar de los países con más letalidad en la pandemia: 10.3%, cuando el promedio en América es de 3.3%; solo por debajo de Yemen, un país con que el que distamos años luz de compararnos en cualquier otro tema.
Peor aún, el catastrófico Ecuador tiene 8.3% de letalidad; abajo de México. Contra estos números, con subregistro –OJO subregistro– llegamos a 83 mil 642 muertes, aunque en la mañanera les digan que vamos bien y pobrecitos de otros países a los que les ha ido mal “aunque no es ético hablar de los demás”.
Entre los distractores para desviar reflectores de la pandemia, Andrés Manuel desempolvó nuevamente la solicitud de petición de perdón al gobierno español y la Corona Española, además del papa Francisco, que recibió una carta de la mano de Beatriz Gutiérrez Müller, donde se le hace la misma solicitud. Pero no hay banalidad alguna en la petición de ofrecer perdón a los pueblos originarios por la colonización y las atrocidades de la Conquista. El presidente sigue un guion fácil y de mucho lucro electoral, que asombrosamente le está funcionando.
Este anacronismo populista también es un tema del Foro de Sao Paulo, conformado por partidos y agrupaciones socialistas y de izquierda afines de América; sin embargo, a la muerte de Hugo Chávez perdió un líder, y no llegó la continuidad esperada en Nicolás Maduro por la catastrófica conducción de Venezuela. Para el Foro de Sao Paulo, la victoria de López Obrador fue una salvación oxigenante. Venezuela como el principal país financiero cayó en desgracia, azorada por la oposición que logró apoyos internacionales sin precedentes. La caída de Lula Da Silva y Dilma Rouseff en Brasil, de Michelle Bachelet en Chile, la expulsión de Evo Morales Ayma de Bolivia, y Cristina Fernández en Argentina, con un retorno del kirchnerismo anémico de Alberto Fernández por el país en ruinas, más los fracasos económicos de Castro, Tabaré Vázquez, Rafael Correa y de Daniel Ortega, desolaron al foro paulista.
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