El domingo pasado (30 de agosto) tuvo lugar una gran manifestación popular, en Berlín, contra la manipulación mediática y las restricciones a las libertades fundamentales con motivo del río revuelto originado por la famosísima “pandemia del Coronavirus”.
Si después del párrafo introductorio se siente usted con la tentación de arquear la ceja, no lo haga todavía, por favor. No soy un conspiranoico ni un peligrosísimo vegano, vegetariano, ecologista, neonazi, antisemita, terrorista ni nada que se le parezca.
Hoy se cumplen 75 años de la rendición del Imperio Japonés, ocurrida cuatro meses después de la rendición de Alemania, PERO… Una cosa es firmar la rendición y otra muy distinta es firmar un TRATADO DE PAZ.
Aquí es donde voy a proporcionar algunos datos curiosos que justifican mi referencia a la rendición de la Alemania Nacional Socialista y del Imperio Japonés.
Es verdad que Alemania se rindió el 9 de mayo de 1945 y que Japón lo hizo el 2 de septiembre del mismo año. Ambos países se rindieron, PERO a la fecha no han firmado ningún tratado de paz.
Jurídicamente esto es curioso porque para todos sus efectos legales, al 2 de septiembre de 2020, persiste el estado de guerra entre las expotencias del “Eje” y los “Aliados”.
¿Cómo puede ser cierto esto si Alemania es hoy aliada de Estados Unidos como miembro de la OTAN?
Los países europeos afiliados a la OTAN son vasallos de Estados Unidos; algo así como Puerto Rico que sin ser formalmente el estado 51 de la Unión Americana, navega con el estatus de “estado libre asociado”, pero ni tan libre y ni tan asociado.
De todos los “miembros” de la OTAN, Alemania es el único país que NO PUEDE separarse de esa “alianza”
¡En Alemania hay más soldados estadounidenses que solados alemanes!
El Ejército Alemán de hoy llega apenas a 150 000 soldados en las tres armas (aérea, terrestre y marina).
Estados Unidos tiene 43 instalaciones militares en territorio alemán y una presencia militar que oscila entre 150 000 y 300 000 soldados según esté de activa la “temporada anual de invasiones gringas”.
Alemania no tiene voz ni voto sobre la presencia de armas nucleares de Estados Unidos en su territorio.
Ganas no le faltaron a Ángela Merkel para decirle Trump que se llevara a todos sus soldados y de paso con todo y sus misiles y bombas atómicas.
Como no se ha firmado ningún tratado de paz entre Alemania y los aliados, es válido jurídicamente afirmar que sigue bajo ocupación militar de los vencedores que prefirieron quedarse aquí “por si las dudas”, porque con los alemanes “nunca se sabe”…
Alemania no tiene bandera propia. La actual “bandera alemana” lleva los colores impuestos por los aliados de la Primera Guerra Mundial en el Palacio de Versalles a los vencidos alemanes.
La bandera de la República de Weimar únicamente ondeó de 1919 a 1933.
Los colores patrios de Alemania (desde la época de Bismarck) son el rojo, blanco y negro; los mismos colores que ilustran estas líneas.
El rojo, amarillo y negro fueron impuestos de nuevo a Alemania después de 1945.
El Himno Nacional Alemán fue censurado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. La melodía fue compuesta por Franz Joseph Haydn desde 1797, y la letra por August Heinrich Hoffmann en 1841.
La frase “Deutschland, Deutschland über alles, über alles in der Welt” (que significa en español “Alemania, Alemania por encima de todo, por encima de todo en el mundo”) NO significaba DOMINACIÓN MUNDIAL, sino que era el equivalente del lema de Vicente Guerrero: LA PATRIA ES PRIMERO.
La única forma de desacreditar la legitimidad de la manifestación popular, acaecida en Berlín el domingo pasado, es señalar a sus participantes como ultraderechistas, neonazis, xenófobos, antisemitas, vegetarianos peligrosos, ecologistas intransigentes y un largo etcétera.
LA HISTORIA SE REPITE
El 27 de febrero de 1933, muy convenientemente tuvo lugar el incendio del parlamento alemán atribuido a un “extremista” (esta vez de izquierda) en lo que la propaganda Nazi calificó de “atentado a la democracia”.
El domingo pasado, la propaganda “democrática” europea declaró que los manifestantes habían intentado “asaltar el Bundestag”, en lo que calificaron como “un atentado a la democracia”.
¿Curioso parecido de pronunciamientos, verdad?
Por cierto que la manifestación masiva del domingo pasado en Berlín fue encabezada por el peligrosísimo activista norteamericano Robert Kennedy Junior que agitaba a la multitud repitiendo el provocativo grito de su tío John en el mismo sitio en 1961: Ich bin ein Berliner (¡SOY UN BERLINÉS!).
Conviene leer la frase grabada sobre el frontis del Parlamento Alemán:
DEM DEUTSCHEN VOLKE, que quiere decir: ¡AL PUEBLO ALEMÁN!
No hay una sola imagen que permita calificar de violenta la manifestación del domingo pasado en Berlín.
Los manifestantes eran y son EL PUEBLO ALEMAN, al que está dedicado el edificio del Bundestag. NO PUEDEN SER ACUSADOS DE ASALTAR LO QUE LES PERTENECE.
Los ciudadanos alemanes que ascendieron la escalinata principal de SU CONGRESO, únicamente ejercieron su derecho de manifestarse pacíficamente.
Conviene prestar más atención al bombardeo mediático de toda clase de versiones informativas porque, a costa de la pandemia del “anillo al dedo”, navegamos en un río revuelto en el que pejes y pescadores se llevan las ganancias.
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