Israel, su gente

10 de octubre, 2023

Barbara Lejtik

El nombre más mencionado desde hace tres días es el de un país pequeño, pero, sin duda, uno de los más conocidos e influyentes a nivel mundial. Su territorio se puede recorrer en coche de arriba a abajo en seis horas aproximadamente; nueve millones de habitantes; poco más de 70 años siendo independiente.

Más de 10 premios Nobel en todos los ámbitos han sido otorgados a israelíes; es el país con más museos per cápita del mundo; el país más emprendedor del mundo; ha tenido tres primeras ministras mujeres; es la tercera tasa empresarial del mundo; el mayor número de heredados universitarios y de mujeres con postgrado per capita, es decir por persona.

Ningún bosque en su territorio es natural, todos han sido sembrados y produce prácticamente cualquier tipo de fruta y verdura; el país más longevo y con mejor nivel de vida de Medio Oriente; sede de la mayor cantidad de edificios Bauhaus; tierra de científicos, investigadores, académicos, deportistas y el menor índice de gente en situación de calle y desempleo.

El mundo condena los ataques que Hamás hizo a territorio israelí, mientras sus ciudadanos dormían; condena los más de mil muertos y millares de heridos, los cien rehenes y la cantidad enorme de inmigrantes que llegaron a suelo Israelí buscando mejores oportunidades y que hoy están guarecidos en búnkeres por la guerra desatada.

Tel Aviv, capital de Israel, está protegida en buena parte por el famoso Domo de hierro, un sistema de inteligencia militar desarrollado hace una década que detecta y ataca los misiles que vienen dirigidos desde la frontera de Gaza, destruyéndolos en el aire y alertando a los habitantes para que busquen refugio.

Además de tener el mejor sistema tecnológico de defensa del mundo, Israel cuenta con el ejército más capacitado y comprometido. En Israel todos los ciudadanos de 18 años hacen el servicio militar, indistintamente del género, es obligatorio y los máximos talentos se sienten honrados en trabajar para su país, país en el que los soldados son reconocidos y honrados como ejemplo de valor y lealtad.

Israel está hoy en guerra, una vez más, esta vez por territorio. Durante siglos ha sido una historia que se repite, el pueblo de Israel se ha visto obligado a defenderse y a luchar por su soberanía y su espacio; a encontrar un lugar en el mundo para sus ciudadanos y a ganarse el derecho humano de vivir sin ser perseguidos.

El mundo entero tiene los ojos en el país con una de las historias más antiguas de nuestra era, con más manifestación artística, cultural y deportiva de hoy en día y esperamos con sentido de hermandad que cesen ya los ataques y que la gente pueda volver a las calles a trabajar, a estudiar y a vivir sin miedo; que los miles de mexicanos y migrantes de todo el mundo que han encontrado en esta tierra oportunidades y cobijo y que los Israelíes que están viviendo en todo el mundo puedan saber que sus familias están a salvo.

“Israel no fue creada para desaparecer. Israel perdurará y florecerá. Es el producto de la esperanza y el hogar de los valientes. No puede ser quebrada por la adversidad ni desmoralizada por el éxito. Lleva el escudo de la democracia y honra la espada de la libertad”

John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos. Mensaje a la Organización Sionista de Norteamérica en la convención anual de 1962.

“Ver a Jerusalem es ver la historia del mundo; todavía más, es la historia de la tierra y el cielo”.

Benjamín Disraeli, Primer Ministro británico (1804-1881), Tancred or A New Crusade (1847) por Benjamín Disraeli.

“Para Israel, la paz implica seguridad, y debemos proteger con todas nuestras fuerzas su derecho a existir, su integridad territorial y su derecho a usar cualquier vía marítima que necesite. Yo veo a Israel, y no me importa decirlo, como uno de los mayores puestos de avanzada de la democracia en el mundo y un maravilloso ejemplo de lo que se puede lograr, cómo una tierra desierta puede transformarse en un oasis de hermandad y democracia. Para Israel la paz significa seguridad y esa seguridad debe ser una realidad”. Reverendo Martin Luther King, discurso ante la Asamblea Rabínica el 26 de marzo de 1968.

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