La ideología de género y la aparente estrategia global para imponerla, no tuvo una respuesta enérgica que se hiciera escuchar de forma enérgica por parte de las Iglesias, asociaciones civiles, universidades ni gobiernos. El ciudadano común se manifestó desde la trinchera donde tiene más poder: desde su faceta como CONSUMIDOR.
En una sociedad globalizada y de mercado como es la que prevalece en el mundo actual, fue en ese contexto donde mucha gente se manifestó en contra. Y es que dos poderosas marcas trasnacionales, NIKE y BUD WEISER, tuvieron a bien el utilizar modelos transexuales, es decir, hombres biológicos que se pretenden ya mujeres mediante tratamientos médicos de diversa índole. Las reacciones fueron incluso virulentas, con una caída importante en las ventas de la cerveza BUD LIGHT y de los brasieres NIKE. Estos últimos fueron protagonistas del “burn bra challenge”, un reto en redes sociales en el que cientos de mujeres quemaron sus bras de dicha marca, en abierta protesta por su inconformidad debido a tan desafortunada publicidad.
El ciudadano, en su faceta de consumidor, se adivinó empoderado y ejerció su libertad de expresión (y de compra) e instrumentó esa especie de boicot a dichas marcas. Así sean temporales dichas actitudes, la gente debe haber abierto los ojos en cuanto a un poder rara vez ejercido y que quizás, y ojalá, de aquí en adelante lo haga valer puntualmente en casos donde grandes empresas caigan en abusos y malas prácticas de cualquier tipo.
En cuanto al escabroso tema de la ideología de género, se pretende llegar demasiado lejos, al incluir incluso material didáctico en los contenidos escolares de los niños. Una situación es el respeto a la diversidad, que en el caso particular de México siempre ha existido, no por nada nuestro cantautor más importante de música popular mexicana, Juan Gabriel, jamás fue objeto de expresiones que no fueran de admiración por parte del público. Por lo que el que esto escribe juzga de sobra el pretender IMPONER una serie de preceptos al respecto, máxime tratándose de nuestros niños, abonando a una muy posible confusión en ellos.
En fin, el ciudadano ha hablado como consumidor. Reitero mis deseos en cuanto a que hayamos caído en la cuenta de ese poder que, como individuos y en colectivo, tenemos en nuestras manos para, eventualmente, cambiar ciertos estados de cosas de aquí en adelante.

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