Hace 30 años, en 1993, NELSON MANDELA Y FREDERIK DE KLERK recibieron JUNTOS el PREMIO NOBEL DE LA PAZ.
De Klerk era un Afrikaner que había gobernado Sudáfrica bajo el sistema del Apartheid, en tanto Mandela era un abogado de raza negra que permaneció en la prisión de Robben Island durante 18 años, (1964-1982), siendo transferido a Pollsmoor Prison, donde pasó 6 años más, (1982-1988), para un total de 26 años de cautiverio.
De 1988 a 1990, todavía vivió confinado en la prisión de Viktor Verster, aunque bajo condiciones enteramente distintas de las sufridas en Robben Island. Si algo es digno de destacarse de la figura humana de Nelson Mandela, es que todo el sufrimiento padecido y la prisión por tantos años, NO LO PRIVARON DE LA LIBERTAD NI AMARGARON SU CORAZÓN.
Cuando llegó a la presidencia de Sudáfrica, cargo que ejerció desde el 10 de mayo de 1994 hasta el 14 de junio de 1999, se esforzó por lograr la RECONCILIACIÓN NACIONAL, a partir de lo cual, en Sudáfrica, dejaron de existir los AFRIKANER dando lugar al advenimiento de un solo pueblo sudafricano.
NELSON MANDELA NO SE DEDICÓ A VENGARSE DE LOS BLANCOS QUE LO APRISIONARON; NO DEDICÓ SU TIEMPO A SEMBRAR EL RENCOR Y LA DISCORDIA ENTRE SUS GOBERNADOS, NI A LANZARLE INSULTOS A SUS OPOSITORES.
El rugby es un deporte que en Sudáfrica se considera como patrimonio entrañable; su selección nacional es conocida como los SPRINGBOKS.
Cuando Mandela llegó al poder, se elevaron voces que exigían cambiarle los colores al equipo nacional, y expulsar a todos los jugadores de raza blanca.
Nelson Mandela no solamente no hizo tal cosa, sino que bajo el lema de UN EQUIPO, UN PAÍS, invitó al capitán del representativo sudafricano, Francois Pienaar, a que lo ayudara a materializar ese ideal de CONCILIACIÓN Y UNIDAD y a llevar el Rugby por todos los rincones de Sudáfrica; especialmente los barrios más pobres.
Con esta cruzada, buscaba y consiguió convocar el apoyo de cientos de miles de niños y jovencitos que por ello, a partir de entonces vieron y acogieron como suyo al equipo nacional, y buscaron emular a sus héroes deportivos sin importar el color de su piel.
Nelson Mandela NO CAYÓ EN LA TENTACIÓN DE GOBERNAR DESDE EL RENCOR; al contrario, cuando algunos asesores le aconsejaron despedir a todos los escoltas de raza blanca que habían cuidado al Presidente De Klerk, se negó rotundamente y en vez de darlos de baja, los llamó a su oficina y les pidió que siguieran colaborando con él.
Hay infinidad de anécdotas que retratan la calidad humana de Mandela, pero hay una que merece la pena de ser contada.
En una ocasión, Madibba (como le decían a Mandela), estaba en un restaurante en compañía de algunos allegados, cuando se dio cuenta de que, en una mesa cercana, se encontraba el jefe de carceleros que lo había custodiado en Robben Island.
El ex guardia al darse cuenta de la presencia de Mandela, temió que su ex prisionero quisiera vengarse de él, teniéndolo como lo tenía tan al alcance de su mano.
Su miedo se hizo mayor, cuando vio que Mandela se ponía de pie y se dirigía hacia él.
Al llegar a su mesa, Mandela lo saludó cordialmente llamándolo por su nombre, y lo invitó a unirse a su mesa.
Si Frederik de Klerk hubiera tratado de impedir la extinción del Apartheid o de obstaculizar el acceso de Mandela a la presidencia de su país; o si Mandela al llegar al poder hubiera abusado de los medios de comunicación para atizar la polarización, Sudáfrica se habría ahogado en un banco de sangre.
Pero Mandela además de un extraordinario ser humano, ERA UN ESTADISTA para el que todos los sudafricanos eran IGUALES DE VERDAD.
No había fifís ni adversarios; jamás persiguió a los periodistas que lo criticaban; NO PRETENDIÓ ETERNIZARSE EN EL PODER, A PESAR DE LO FÁCIL QUE HABRÍA SIDO PRORROGAR SU MANDATO Y ALCANZARLO POR ACLAMACIÓN.
De haber caído en esa tentación, se habría convertido en uno más de los muchos dictadores africanos.
Las numerosas lecciones de calidad humana que nos ha dejado Nelson Mandela, comenzaron desde el momento en que HIZO EQUIPO CON FREDERIK DE KLERK PARA TRANSFORMAR JUNTOS A SUDÁFRICA.
Su obra le mereció el Premio Nobel de la Paz a DOS SERES HUMANOS que supieron dejar atrás sus pretendidas diferencias, y juntos liberaron a Sudáfrica bajo la misma bandera de siempre.
AL TÉRMINO DE SU MANDATO COMO PRESIDENTE DE SUDÁFRICA, NELSON MANDELA NO SE FUE A LA CHINGADA, SINO QUE ENTRÓ A LA HISTORIA UNIVERSAL POR LA PUERTA GRANDE.
Mandela y De Klerk compartieron más que merecidamente el Premio Nobel de la Paz de 1993; siendo hombres provenientes de circunstancias muy distintas, supieron concurrir unidos para lograr la gran transformación de su patria, sin jactarse jamás ni autoproclamarse “TRANSFORMADORES”.
A ambos estadistas les aplican las dos últimas líneas del poema INVICTUS.
“…I AM THE MASTER OF MY FATE,
I AM THE CAPTAIN OF MY SOUL.”
Su obra fue un esfuerzo de DOS que se asumieron como HERMANOS, no como “adversarios”
Gracias a ellos, en Sudáfrica no hay chairos ni fifís, sino SUDAFRICANOS.
- “…Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma…”.
- El autor del poema INVICTUS es William Ernest Henley.
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