Mi computadora fue atacada por un fuerte virus que tomó mi computadora y destruyó mi disco duro, pero aquí estamos con 64 mil 158 muertos, en un país donde la atención hospitalaria se ha vuelto elitista y a puertas cerradas; los doctores hacen lo que pueden pese a un sistema que se ha vuelto represor con ellos.
No obstante lo anterior, el sistema aún mantiene los estándares de calidad, gracias a los doctores, doctoras, enfermeros y enfermeras que sacan adelante la salud de los mexicanos en todos los ámbitos.
En estos días tuve que visitar la CDMX por asuntos médicos en cardiología. En los ambientes donde me moví, la gente está muy temerosa por la pandemia, pero la necesidad es lo que nos mueve y nos hace salir de nuestra zona de confort.
Los provincianos como nosotros, que aún guardamos algo del tiempo precovid, todavía extendemos la mano al saludar y al despedirnos, lo que los citadinos ven con rareza. Lo que nos confirma que la pandemia va a cambiar en mucho la convivencia en la que estamos inmersos cada día.
Este temor no es privativo solamente de los ciudadanos comunes y corrientes como nosotros, sino que es una actitud que hasta el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, tiene presente. En su reciente gira se le notó con el rostro de verdadera preocupación cuando vio a una multitud apretujada vitoreándolo insensatamente, valiéndole un pepinillo la pandemia y el contagio del COVID-19. Esa cara de miedo y desesperación del presidente es la muestra de que las estadísticas que maneja el gobierno son falsas y de que la situación sanitaria es mucho más grave de lo que está sucediendo.
Es por eso mismo que en la CDMX casi no se ve nadie en los lugares donde la gente entiende y cuenta con cierto grado de estudio. El “Quédate en Casa” es todavía una práctica común entre los mexicanos quienes salen solamente cuando es verdaderamente necesario y obligatorio.
Lo que sí está pegando fuerte en provincia, como en Tapachula, es la gripa y tos. Escuchas tosidos por todos lados y muchos jóvenes son lo que esparcen entre la población la tos. La población ante un enfermo, muestra pánico. Cuenta la vox populi de un doctor otorrinolaringólogo del centro “Santa Fe” de Tapachula que no recibe a pacientes que traigan gripa y tos… Entonces ¿para qué sirve? Para Nada. Se le olvidó el juramento de Hipócrates. De seguro es tan malo que le da miedo atender a los pacientes.
La pandemia está sacando lo malo y lo bueno de la gente. Lo que preocupa más a la vox populi es que la máxima de López Obrador “primero los pobres” se le está olvidando a él también. “Primero los pobres” es una farsa política más, ya que los pobres de nuestro país están siendo rezagados por el Gobierno Federal al no saber cómo darles educación en estos tiempos de pandemia. El círculo vicioso de la pobreza se hizo mucho más profundo con la sana distancia.
Sí, es muy loable que el presidente de la República haya puesto de relevancia la salud de los niños, niñas, jóvenes y jovencitas por delante, pero alguna forma debe de haber para que los niños más pobres que no tienen recursos para una televisión e internet, o una computadora, tengan manera de estudiar. Se puede, es cosa que el gobierno se ponga en acción, ya que, de no hacerlo, millones de niños quedarán fuera del desarrollo nacional y serán condenados a vivir como esclavos en el futuro inmediato.
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