Gentrificación

Hace unos meses mis hijos y yo estuvimos buscando una casa o departamento para mudarnos. Nuestra zona de operaciones por las universidades y por nuestro gusto personal es el sur de la ciudad. Cuando yo llegué a vivir a esta zona, hace 27 años ya, recuerdo que había mucha oferta y era muy sencillo encontrar una buena oportunidad; no ahora. Me sorprendí al darme cuenta de la alza significativa en los precios en las rentas y en las ventas de vivienda, departamentos pequeños, con una sola recámara, sin acabados de lujo rentan incluso más que la casa en la que hemos vivido por 18 años. Yo no entendía muy bien la razón de este fenómeno y mi hijo Nicolás, que todo sabe, me dijo: “Es por la gentrificación”

La “gentrificación” describe un proceso en el que un lugar se pone de moda y en consecuencia personas con mayor poder adquisitivo empiezan a trasladarse a estas zonas, obligando a los antiguos habitantes con raíces e historia a alejarse de esos lugares. Este desplazamiento desmantela el tejido social de estas comunidades.

La gentrificación tiene que entenderse no solo por el desplazamiento de personas, sino también por el cambio del comercio local y de la economía local. Las zonas más afectadas de la ciudad están ubicadas al oeste del centro de la Ciudad de México, que son barrios históricamente de clase trabajadora. Algunos ejemplos son barrios como Condesa, Roma, Polanco, San Rafael, Escandón y Juárez.

Recordé cuando hace casi 40 años vivía en Querétaro y vi llegar a centenares de familias buscando un nuevo lugar para vivir  como consecuencia de los terremotos del 85, pues sus viviendas se habían venido abajo o simplemente no querían vivir con el riesgo de otro temblor. Imagino que al encontrar en provincia oportunidades de trabajo nuevas y la ventaja de que la vivienda era mucho más barata y la oferta de servicios poco competitiva encontraron en estados como Querétaro, Puebla, Hidalgo verdaderos paraísos en donde su dinero rendía más y podían emprender en muchos negocios y servicios que en esas fechas aún no existían en provincia.

Fuimos gentrificados. Esto trajo beneficios, pero también consecuencias negativas: el tráfico, la contaminación y la demanda que elevó el precio de las viviendas afectando a los entonces residentes; pero la apertura de centros comerciales, hospitales, escuelas y universidades etcétera nos benefició.

En la CDMX la situación no es muy distinta, aunque se ha dado por diferentes razones. Si bien el vivir en zonas céntricas cercanas a los núcleos financieros tiene mucho que ver, también la moda por habitar barrios clásicos que hace unas décadas eran vistos como viejos, ahora adquirieron un valor que las nuevas generaciones ven muy atractivo.

La gentrificación en estas colonias se viene dando desde hace casi dos décadas. Este despojo de los vecinos con raíces de clase trabajadora por parte de gente con mayor poder adquisitivo, como profesionales con educación universitaria y mentalidad o tez de piel más blanca. No podemos negar que en México como país, y especialmente en la Ciudad de México, existe una profunda y sistemática sociedad racista y clasista donde el color de tu piel define el acceso a las oportunidades ya la justicia. Por ejemplo, en un estudio realizado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), en 2016, se encontró que el 38% de los encuestados en México consideraba que la discriminación racial era un problema importante en el país. (Fuente: CONAPRED).

Esto y la efervescencia de negocios de renta temporal como AIRB&B que alquila espacios por noche, semana o mes en las zonas más céntricas de la ciudad, resulta mucho más atractivo para esta nueva tribu denominada “Nómadas digitales” que a raíz del confinamiento en sus países por la pandemia de COVID encontró en México el lugar ideal para trabajar de forma virtual, ganando lo mismo y en un lugar con mucho mejor clima y sin tantas restricciones de confinamiento. Los oficinistas, investigadores, académicos, etcétera, encontraron maravillosa la idea de ganar en dólares y gastar en pesos. Obviamente esto benefició a los arrendadores que prefirieron rentar sus propiedades por día y ganar cinco o 10 veces más de lo que ganaban rentándole a una familia con un precio fijo o congelado.

Quiero  tocar también el tema no solo de quienes hemos sido desplazados  y que a la vez estamos invadiendo otras zonas de la ciudad perdiendo la comodidad que te da vivir cerca de tu área de trabajo y que tal vez inconscientemente estamos contribuyendo a que los habitantes de nuestro nuevo barrio se vean en la necesidad de dejar sus hogares para buscar nuevos lugares  que sí puedan pagar.

Esta es una cadenita de víctimas y victimarios que se extiende también a la provincia y sobre todo a las playas mexicanas.