Los negocios de las mafias se extienden dañando cada vez a más inocentes. Los grupos delictivos y el llamado crimen organizado se organizan para que sus negocios no sufran los estragos de la pandemia. En el caso de los migrantes ilegales, los coyotes o traficantes de personas, ya no actúan como lo hacían hace apenas unos años. A las personas migrantes las trepaban por la barda, los pasaban por túneles, los escondían en los asientos y en las cajuelas de autos que los mismos coyotes conducían. Si los detenían decían que no sabían nada, que les habían prestado el carro y los dejaban libres (era un poco como aquella ley del “comprador de buena voluntad”: comprar un auto robado sin saber que era robado y el dueño quedaba libre porque compró de buena voluntad, ley que ya no existe desde mitad de los 80. Como tampoco existe en el cruce fronterizo lo de “yo no sabía” “el auto no es mío”).
Los migrantes haitianos fueron los últimos que pudieron conseguir, y no todos, un asilo y cruzaron. De esto hace tres o cuatro años y los que no pudieron cruzar son parte de nuestra productiva sociedad Tijuanense. Llegó la pandemia y las restricciones de cruce terrestre y los procedimientos de ingreso para asilos, visas y pasaportes se intensificaron. Aquí es cuando los traficantes de personas inventaron usar ciudadanos de bien. Las mafias de traficantes de personas siguen funcionando y no hay aviso de las autoridades en ningún medio. Estamos en riesgo todos.
Hace unos días, mi amiga “Gloria N”, me llamó muy angustiada y triste para platicarme que su esposo estuvo detenido casi 36 horas en la garita de San Ysidro cuando se dirigía al trabajo. Los oficiales lo mandaron a revisión secundaria y encontraron a una mujer en la cajuela de su auto. ¿En dónde y cómo se metió esa mujer a la cajuela? Inexplicable en apariencia. Resulta que no es el primer caso que conocemos; pasa que no se ha hecho público y las autoridades no han comunicado para advertir a la población que, en lugar de drogas pegadas por debajo de los autos, ¡ahora meten personas en la cajuela!
Los casos de las llamadas ‘mulas ciegas’ se dieron a conocer de boca en boca porque las autoridades tardaron en dar aviso de advertencia. Para quienes no conocen el día a día de la frontera, los traficantes de drogas vigilan a los ciudadanos, detectan a los que cruzan a EEUU con regularidad, pegan paquetes de droga cuando dejan sus autos estacionados afuera de sus casas o en cualquier lugar, los vigilan mientras cruzan y cuando se estacionan en EEUU, llegan a despegarlos. Ahora lo hacen con personas en las cajuelas. Los migrantes están estancados en Tijuana y los traficantes de personas empezaron a vigilar a los ciudadanos que cruzan y rondan las casas con autos que se quedan estacionados en la calle, abren las cajuelas y meten a los ‘clientes’.
Esta mujer en la cajuela del auto del esposo de mi amiga, fue metida afuera de su casa cuando él salía de madrugada al trabajo. Lo detuvieron, le decomisaron su auto, le quitaron su visa Sentri y ya tiene reporte criminal; lo interrogaron por más de 24 horas y casi 36 horas después, los oficiales lo dejaron ir a pie y sin documentos a su casa.
Cuando la calma no llega aún, otros pensamientos se descubren en la mente: ¿Cuánto tiempo lo vigilaron? ¿Desde dónde? ¿Desde que cruzaba la frontera y hasta su casa? ¿Desde su casa a la frontera? ¿Cuántos días estuvieron siguiendo sus pasos? ¿La mujer quedó detenida? ¿Volverá a pasar con alguno de los vecinos? ¿A cuántas personas están vigilando ahorita mismo?
Luego viene lo demás: ¿cuántos miles de dólares cuesta un abogado para que rescate el auto? ¿Cuántos abogados se necesitan? ¿Son tres casos separados, el auto, la visa Sentri y eliminar reporte criminal? ¿Alcanzarán los ahorros para pagarlo todo? ¿Se podrá recuperar algo?
No se supone que uno deba pasar la vida cuidándose a diestra y siniestra, no se supone que uno deba tener en la mente el hecho de que algo terrible va a pasar. Y no se supone que uno tenga que ahorrar para pagar el crimen de los otros. La tranquilidad de las calles, la de casa, la de la familia trabajadora está en riesgo todo el tiempo.
Decía el añejo programa de Pedro Ferriz: “Un mundo nos vigila”. Y no es un mundo extraterrestre, es nuestro propio mundo, nuestro mismo entorno en el que tenemos miedo.
Si cruzas regularmente, revisa debajo y la cajuela de tu auto. Las autoridades tardarán en avisar. Una vez que los delincuentes te vean revisar tu auto, seguramente dejarán de vigilarte. Un extraño y criminal mundo nos vigila para hacernos daño. ¡Cuídate y cuida a los tuyos, por favor!
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