El tóxico legado de Trump continuará mucho tiempo

La euforia en Estados Unidos de América se desbordó desde el mediodía del pasado 7 de noviembre cuando se informó que el candidato demócrata Joe Biden logró imponerse de forma cerrada a la candidatura del presidente Donald...

10 de noviembre, 2020

La euforia en Estados Unidos de América se desbordó desde el mediodía del pasado 7 de noviembre cuando se informó que el candidato demócrata Joe Biden logró imponerse de forma cerrada a la candidatura del presidente Donald Trump en una histórica votación por los altos niveles de participación, lo apretada de la contienda y por el contexto mundial de la pandemia por
coronavirus.

Cuando se culminó el conteo del icónico estado de Pensilvania a favor del demócrata, los mercados acompañaron la buena noticia mundial de la derrota del presidente republicano que durante su mandato llevó al mundo al borde del precipicio.

En la noche del pasado sábado, Biden, ya con la figura presidente electo, aseguró que trabajaría en favor de la reconciliación estadounidense. Aseveró que la tarea principal es la atención adecuada de la pandemia de COVID-19 para poder volver a reactivar la economía.

Informó del regreso de EEUU a la OMS y la agenda ambientalista y pidió usar el cubrebocas como instrumento útil y de unidad. Asimismo dijo entender los sentimientos de quienes votaron
por el presidente Trump. En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador se abstuvo de felicitar al ganador de las elecciones hasta que concluyera el proceso.

Así lodijo en un mensaje dado desde Tabasco, donde se dirigió para coordinar los trabajos de rescate a la población por las terribles inundaciones. Las tensiones por una elección que fue más competida de lo esperado provocaron un hecho inédito en la televisión norteamericana.

El pasado 6 de noviembre, las cadenas CNBC, ABC y la CBS sacaron del aire un discurso del presidente Trump cuando, sin fundamentos, acusaba de ser víctima de un fraude electoral.

Este grave acontecimiento atentó contra la libertad de expresión por más que fuera cierto el sucio intento del republicano por manipular la información, ya que para que la posición de los editores
televisivos fuera coherente, tendrían que haber censurado desde el inicio del periodo presidencial, todos los mensajes llenos de odio, medias verdades, ataques personales y mensajes falsos vertidos por el mandatario populista.

En las primeras horas del cierre de casillas del denominado supermartes, los primeros resultados electorales parecían inclinar la balanza a favor del presidente xenófobo, demostrando que el discurso de odio y segregación fue bien recibido y adoptado por sus bases electorales que ya no ocultan su supremacismo, ni les importa tener un sentido acrítico.

Trump logró el mayor número de votos históricos para un presidente republicano, pero no le alcanzará al parecer para reelegirse. Su base electoral no le dio importancia a la irresponsable forma en que trató la pandemia de COVID-19 que sobrepasa las 250 mil muertes y los casi 10 millones de infectados en la Unión Americana.

La pandemia es la razón principal por la que el republicano perdió la presidencia, pues en datos previos a la crisis sanitaria, las encuestas marcaban como probable su reelección gracias al buen desempeño económico del país.

Para los 70 millones de norteamericanos que sufragaron a favor de Trump, poco les importó su irracionalidad política, su enfermizo protagonismo, además de su desprecio por la ciencia y la nula empatía por los enfermos y muertos por el nuevo coronavirus.

Cuando Trump se contagió, recibió un trato privilegiado, inaccesible para millones de estadounidenses, además de tener nulos escrúpulos para lucrar políticamente con su recuperación.

Trump es hombre de negocios acostumbrado a las triquiñuelas legaloides que no dudo en beneficiar a las clases privilegiadas, además de coquetear y tener acercamientos por los regímenes mundiales tiránicos y dictatoriales.

A los seguidores de Trump tampoco les importaron las protestas masivas ante el segregacionismo negro que históricamente afecta a la nación norteamericana.

Gracias a estas posiciones, los grupos supremacistas se empoderaron como nunca en medio de una contienda polarizada, que amenazaron con provocar disturbios y caos en lo que parecía un proceso electoral digno de una república bananera.

Los votos por correo y anticipados fueron determinantes para alta participación, con más de cien millones emitidos en un país que es tradicionalmente apático. Los resultados demostraron que la sociedad norteamericana está profundamente dividida, como hacía mucho tiempo no se recordaba.

Para Trump podría no ser el fin de su meteórica carrera política; trascendió que podría conceder el triunfo del demócrata, pero que estaría considerando volver a competir por la presidencia en el año 2024, además de buscar crear una cadena de televisión con su nombre.

Para México es un bálsamo la victoria de Biden en los Estados Unidos, aun cuando el mandatario mexicano AMLO apostará disimuladamente por Trump al considerar que podría manejar al peligroso republicano.

La realidad es que para EEUU no existen amigos sino simples intereses y en el caso de Trump: intereses tiránicos. Con la llegada del futuro presidente demócrata desde la cancillería se podrán reactivar los contactos que realizó Marcelo Ebrard a partir de los tiempos de la malograda candidata presidencial Hillary Clinton.

Si bien la agenda política del poderoso vecino y socio comercial, seguirá imponiéndose como ocurre en la relación bilateral totalmente desigual, al menos en el mandato de Biden imperará la lógica política y comercial.

Gracias al tratado de libre comercio, los Estados Unidos podrán apretar las tuercas para que se cumplan las obligaciones de cuestiones laborales y agendas productivas que privilegien energías limpias, en contra de la visión de la 4T que no le gusta la agenda ambiental.

La noticia de la derrota de Trump es buena para México, para EEUU y para el mundo indiscutiblemente, pero su legado supremacista, xenófobo y clasista tardará mucho en desaparecer en la psique norteamericana y planetaria. Incluso podría regresar al poder luego de haber logrado aprovecharse de los odios y resentimientos de millones de ciudadanos que siguen sin percibir la
pujanza económica del neoliberalismo.

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