Una tras otra, esta columna ha ido explorando la complejidad de nuestro momento histórico desde distintos ángulos, y ahora toca el turno a explorar el concepto de “verdad”. A lo largo de las siguientes semanas trataremos de dilucidar si este concepción, tan traída y llevada en nuestra realidad cotidiana, se trata de algo que existe con total independencia de nosotros y lo que pensemos del mundo –y donde nuestra labor consiste descubrirla y defenderla–, o si se trata de una construcción que los seres humanos inventamos a nuestra medida, dando lugar a una multiplicidad de versiones, puntos de vista y opiniones que cohabitan aisladamente y nos permite afirmar serenamente: “yo tengo mi verdad y tú tienes la tuya” y quedarnos tan tranquilos.
No descubro el agua tibia si afirmo que la realidad tiene tantos niveles de manifestación y complejidad que asegurar que tenemos acceso a la totalidad, ya no del cosmos en su conjunto, sino tan siquiera un sólo evento aislado, de la historia de un país, del dominio de una ciencia o siquiera de la comprensión de lo que “es” el ser humano resulta un autoengaño y una ilusión. Y por ello, en este escenario de desmesura, resulta natural y prudente preguntarse cómo, entonces, habremos de reconocer lo que es verdad de lo que no lo es.
Para entender la verdad, descartamos la mentira
Lo primero es aclarar que en esta discusión dejaremos de lado la mentira. Cuando de manera consciente y voluntaria negamos o falseamos una realidad objetiva, justificamos falazmente la intención de un comentario o una expresión, o cuando negamos algo que tenemos la certeza que ocurrió, sabemos que algo es “verdadero” y contaminamos intencionalmente el intercambio comunicativo con independencia de las motivaciones que tengamos para hacerlo. Por eso, en este nivel de la discusión, las mentiras y las fake news quedan excluidas: niegan lo que consideran una verdad, y la intención es averiguar cómo construimos esas verdades, no cómo, una vez que las conocemos, las falseamos.
Cuando mentimos, quizá queremos defender una posición que consideramos justa e inventamos una estadística que nos respalde (una mentira piadosa por un bien mayor), quizá queremos proteger al otro y mentimos por cariño o negamos una infidelidad para salvarnos a nosotros mismos jurando no volver a cometerla. Quizá queremos sacar ventaja en una negociación y exageramos las ventajas de nuestro producto pero, sea como sea, en todos estos casos se tiene muy claro “cual es la verdad” y lo que se busca es ocultarla o maquillarla, por eso no es la mentira lo que merece la pena analizarse cuando lo que buscamos entender cómo construimos las verdades, que son un paso previo. La mentira se deriva de una supuesta verdad, y se trata de averiguar de donde surge ésta.
Reflexionar acerca de por qué mentimos, de cuáles son los disparadores que nos llevan a negar, torcer o manipular aquello que sabemos de cierto implica que consideramos que algo es verdadero y tratamos de ocultarlo, lo que nos llevaría por otros caminos. El objetivo aquí consiste en averiguar precisamente si existen conocimientos, conclusiones, valores, argumentos que posean intrínsecamente la condición de verdaderos, sin importar el tiempo o el lugar. Se trata de explorar los mecanismos que usamos para construir aquellas narrativas y relatos que describen con supuesta fidelidad y rigor la realidad, que nos dan certidumbre, así sea desde nuestra perspectiva, acerca del mundo que habitamos y su funcionamiento, así como la forma más eficaz de relacionarnos con los otros.
“Real” y “verdadero” no son sinónimos
Cometeríamos un grave error si consideramos “la verdad” como sinónimo de realidad. Si bien para muchas cosmovisiones algo es “verdad” porque puedo verlo, medirlo, pesarlo, ubicarlo en el tiempo y el espacio, también identificamos como verdadero algo que hemos convertido en un concepto, aun cuando sea subjetivo. La injusticia, en abstracto, sin duda existe, es verdadera en tanto que todas las culturas y formas de entender el mundo tienen una idea de la justicia y por lo tanto es posible señalar los efectos de su ausencia, pero la construcción concreta de la “injusticia” dependerá de la visión particular de los actos y conductas que se consideran justas. Lo que en una época se consideraba justo –la ley del talión: ojo por ojo, diente por diente–, en otra deja de serlo, pero siempre en la humanidad se busca alcanzar “la justicia”. Por ello, cuando hablamos de la construcción de narrativas para describir el mundo en que estamos inmersos, la verdad se refiere a la forma específica como interpretamos los hechos, a aquellos relatos con que cada cosmovisión se identifica debido a que explican y le dan sentido a esa visión en particular.
Por ejemplo, para muchos la diversidad sexual como se entiende el siglo XXI es una “verdad” bajo la que deciden vivir y sobre la cual construyen su moralidad, su ética y sus conductas, pero considerar de manera absoluta que esa visión es la única que ajusta a la “realidad” implica no sólo que todos aquellos humanos que no compartan esta visión están equivocados, mienten o se mienten a sí mismos sino que todos los individuos del género humano, durante los últimos diez mil años, han vivido en la irrealidad.
Para quienes abrazan la convicción de que la identidad de género no puede estar circunscrita a una comprensión binaria de “hombres y mujeres” y a una sola modalidad de conducta sexual aceptable queda claro que, con independencia de que en términos biológicos existen dos sexos posibles involucrados en el proceso de reproducción, consideran el género como una construcción cultural humana y en tanto tal, la preferencia sexual es diversa. Facebook1, que antes tan sólo daba como opciones para elegir sexo entre hombre, mujer y “es complicado”, a partir de 2014, despliega un menú con más de cincuenta opciones, entre las que pueden encontrarse cisexual, transexual, fluido, andrógino o agéneros. Lo mismo ocurre con la aplicación para citas Tinder,2 que en tiempos recientes, ha agregado a la versión en inglés veintisiete nuevas identidades de género. Pero no se trata de una cuestión meramente anecdótica, pues en un buen número de países existen ya herramientas jurídicas para trasladar la interpretación cultural particular de la identidad sexual al plano de la identidad legal. Sólo por citar algunos casos, a partir de 2018 en Bélgica, Portugal y Luxemburgo existe la “ley de libre determinación de identidad de género3” que permite a los mayores a 18 años cambiar el sexo que aparece en sus documentos oficiales.
Esto implica que esta “verdad” forma parte de la manera de entender la realidad y la existencia de un creciente número de personas. Sin embargo, para muchos otros la sexualidad “correcta”, única aceptable y única reconocida como válida –que bajo una perspectiva de género suele llamársele heteronormativa– se circunscribe a la atracción exclusiva entre hombres y mujeres, biológicamente identificados como tales desde su nacimiento hasta su muerte, otra “verdad” que sirve como fundamento para crear moralidad, ética y conductas que de ningún modo podrían descalificarse como “irreales”.
Lo que surge son una serie de preguntas: ¿cómo se construye una verdad? ¿Ambas posturas se excluyen mutuamente? ¿Podrían cohabitar? En caso afirmativo, ¿cuál de las dos posturas sería la verdadera? ¿Podrían serlo ambas?
El objetivo de la serie de artículos que comienzan hoy es explorar qué es la verdad y cómo la construimos discursivamente, entendiendo que eso que articulamos en palabras termina por convertirse en realidades sólidas, pero no necesariamente universales y eternas, sino parciales y transitorias. Para llegar a la gran pregunta que no podemos evadir si pretendemos habitar un mundo con paz y una razonable cuota de armonía: ¿cómo conseguir que las verdades parciales cohabiten creando con su interacción una sinergia constructiva?
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1 BBC News, Mundo, Tecnología, “Las 50 opciones de identidad sexual según Facebook”, 14 de febrero 2014,
Consulta: 28 junio de 2022
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/02/140214_tecnologia_facebook_sexo_aa
2 El País, Política, Gloria, Rodríguez, Pina, “Tinder amplía las opciones de identidad de género en español por el Madrid World Pride”, 23 de junio 2017.
Consulta: 28 de junio 2022
https://elpais.com/politica/2017/06/20/actualidad/1497976474_475883.html
3 Expansión, Internacional, “Estos son los países que reconocen a las personas trans”, 31 de marzo de 2022
Consulta: 28 de junio 2022
https://expansion.mx/mundo/2022/03/31/paises-reconocen-personas-trans
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