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El discurso aquel de Trump, que era justo al revés

El fenómeno migratorio sin duda ha sido el tema más tenso en la relación bilateral de México con EEUU en los últimos años.

17 de noviembre, 2021

Ginés Sánchez

En los hechos, Donald Trump posiblemente es el presidente de los Estados Unidos que mejor ha tratado a los migrantes hispanos, que sobre todo son mexicanos. El tan afamado discurso antiinmigrante de Trump , en los hechos solo fue retórica electorera. Ahora, debido a las falsas expectativas generadas por el hipócrita Joe Biden y su equipo, hoy se vive en la región una crisis migratoria sin precedentes.

El capital humano que llega a los Estados Unidos desde México, no son “prostitutas, drogadictos, asesinos ni delincuentes”, como rezaba aquel discurso, sino justo lo contrario: connacionales que no solo poseen mejores habilidades en oficios de muy diversa naturaleza e índole, sino que también se trata de los que más tienen inclinación al trabajo duro, honesto y disciplinado que existe (o existía, antes mucho más) en nuestro país.

Tristemente, la frontera de los Estados Unidos funciona a manera de criba que va dejando aquí en México precisamente a los asesinos, delincuentes, transas, y parásitos. Claro que lo anterior cuenta con millones de excepciones, si no, esto sería un infierno mucho peor. Hace no muchos años, un señor extranjero, ya desaparecido, afirmaba que en México (cuando menos aquí en Guerrero) era un milagro el que uno diera vuelta al grifo y saliera agua; que apretara el apagador y prendiera una luz. No le faltaba razón, y si viviera ahora, dicho milagro sería una cosa no lejos de no tener explicación.

En México, en muchos lugares, el milagro consiste ahora en volver a casa de las actividades diarias sin ser víctima de algún timo, delito o de plano regresar con vida. Sobran los individuos en la calle que trabajan enojados y a veces se niegan a hacerlo aun ofreciendo una más que generosa paga. De los transas y pícaros, ni hablar. Aquí son el pan de cada día: desde las llamadas de teléfono con miras a robar datos personales, hasta un carterista en cualquier esquina. Y eso sí: millones de turistas domésticos que cada fin de semana abarrotan los destinos turísticos para tomar cerveza como si fueran las últimas del planeta; todo esto sin importar que sea incluso en medio de las peores crisis económicas. La cultura del ahorro ha desaparecido; la del trabajo honrado es vista hasta cómo con burla (más cómo un defecto que cómo una virtud); a la arenga de “el que no transa no avanza”, salen a diario hordas de mexicanos dispuestos a “chingar” al incauto que se descuide. En el ámbito político, es obvio que todo se refleja y magnífica.

El muro hipotético de Trump debiera ser en sentido inverso y esto por numerosas razones: desde la entrada de armas hacia México por el norte, hasta por la permeabilidad de una anticultura materialista que ha podrido a millones de jóvenes al entender al dinero como un fin en sí mismo, y no como en los países desarrollados se mira: cómo lo que es: un MEDIO. La entrada de remesas se agradece y es un acto patriota y heroico cómo bien dice el Presidente, pero el fenómeno, por necesidad es finito: cuando la diáspora en los Estados Unidos no tenga ya más a quien enviar recursos, por el natural hecho de la paulatina muerte de los beneficiarios, eso tenderá a bajar en caída libre, hacia una eventual desaparición. Y aquí también cabe lo que algún día dijo el general Porfirio Diaz: “pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos”.

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