¿Soy yo? ¿Es Mercurio retrógrado? ¿O ya nos volvimos locos todos? Los IMECAS están altísimos y los Mexas andamos irritables a más no poder. Me duele la cabeza con solo respirar el aire contaminado, pero más me duele el corazón al leer y escuchar todo lo que tenemos para decirnos los mexicanos.
Podría centrarme solo en el tema de la marcha por la defensa del INE, pero creo que esta manifestación, más que legítima, nos sirvió a los mexicanos una vez más para subirnos al cuadrilátero y manifestar la división y la polarización en que vivimos.
Unos a otros nos echamos la culpa, nos insultamos con adjetivos por demás denostativos que van mucho más allá de nuestra forma de pensar o sentir. Ni siquiera hace falta debatir ni argumentar con criterios. Antes de empezar cualquier discusión la grosería ya se adelantó en el improbable diálogo. ¿Por qué estamos tan enojados?
Que miles, decenas o cientos marchen en los diferentes estados para manifestar su apoyo al INE como institución, lo entiendo; que otros muchos más estén a favor de una reforma también lo entiendo. Cada quién habla desde su perspectiva y experiencia. Habrá a quien le resulte imposible siquiera pensar que el Instituto Nacional Electoral necesite alguna modificación y habrá quien piense que urge una reforma. No hay nada más genuino que la libertad de expresión y de manifestación y qué bueno que sea ya esto un derecho y una obligación de todos los ciudadanos.
Lo que no entiendo –y perdón por la piel tan delgada – es a una señora gritando iracunda: ¡Indio Pata rajada de Macuspana! Mucho menos entiendo a un presidente que ignora que no es un ciudadano común y que califica a la marcha como un “striptease”, perdiendo cualquier tipo de objetividad y quedando muy por debajo de los insultos de sus opositores.
Tampoco entiendo las discusiones interminables en redes sociales en las que uno insulta más que el otro. No se discute como si simplemente se tuvieran discrepancias en un tema que nos afecta de una forma u otra a todos, pero que tampoco nos mata. Pareciera que la ofensa debe ser personal, que debe ir directamente a cada quién, a lo más íntimo, importante y sagrado de cada persona.
Los ánimos están fuera de sí. Como siempre que hay un encuentro de opiniones y preferencias, no nos damos cuenta, pero nuestro enojo busca solo un detonante para expresarse libremente. De otra forma no entiendo todo lo que leo en redes sociales y escucho en cualquier tipo de reunión.
Me llamó poderosamente la razón una retahíla de insultos que recibió un periodista por externar que no estaba a favor de la marcha, desde insultos y cuestionamientos sobre su capacidad mental, hasta deseos explícitos de muerte. ¿Qué nos pasa?
Y el resto de las noticias van por la misma temperatura. En un restaurante de tacos al pastor en la calle Presidente Mazarik, una de las más exclusivas de la capital mexicana, un grupo de jóvenes golpearon a una pareja homosexual hasta romperles varios huesos. La pareja simplemente estaba comiendo tacos en otra mesa ajena a los agresores.
Un comediante, cuyo seudónimo es el diminutivo de plátano, cree que es gracioso incluir en su ejercicio de Stand up un chiste sobre la muerte de Debanhi Escobar, hecho lamentabilísimo y al que por más que le busque nadie encontraría un lado jocoso; pues hubo quien sí y hubo varias personas a las que les pareció graciosa la desgracia de esta joven, su familia y lo que representa para todas las mujeres.
Extorsiones, balaceras, pleitos callejeros, ajustes de cuentas, una clienta en mi negocio (yo tengo un salón de belleza) no estaba conforme con el peinado que le hicieron, aunque era idéntico al de la foto que llevaba –a mi forma de ver estaba enojada por el evento al que tenía que asistir– así que por eso tuvo a la estilista durante dos horas y media batallando, sin dejar nunca de hablarle en forma déspota y prepotente, sin pagar lo que se había acordado y sin olvidarse de insultarnos a todas las presentes antes de irse llevándose a su hijita a jalones.
En el tránsito no cesan los cláxones; en las reuniones familiares los desacuerdos; entre las parejas las ofensas y las dudas, y lo peor es cuando la rabia que nos ocasionan otras personas o situaciones las descargamos en nuestros hijos, familiares o en las personas que están en menos capacidad de defenderse. Pareciera que un solo hecho sirve como hilo conductor para detonar la ira que todos tenemos dentro.
Qué triste sería darnos cuenta de que no somos más que piezas de ajedrez de intereses que están muy por encima de nosotros, a los que muy poco les importamos y quienes aprovechan nuestra rabia para lograr sus objetivos personales.
Hasta por seguir o no el Mundial en Qatar hay polémica; si hablamos del cambio climático porque hablamos; si nos quedamos callados porque tenemos la culpa de lo que nos pasa por nuestra apatía… El caso es que todo es un punto de quiebre en este país y en todo el mundo.
Será de verdad que las predicciones de tantos magos y adivinos están por cumplirse. Yo solo espero una cosa, que el fin del mundo nos encuentre confesados.
Porque poder vivir en paz es una encomienda que no hemos sido capaces de cumplir.
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