Dos milagros Guadalupanos

Por muchos motivos, no puedo ser otra cosa que Guadalupano.

13 de diciembre, 2023 Dos milagros Guadalupanos

Mi vida ha estado llena de la presencia permanente de la Virgen de Guadalupe.

Mis padres se conocieron en el convento de las madres Capuchinas en la Villa de Guadalupe, donde mi madre iba a tomar clases de costura, de repostería y de cocina, y mi padre acudía a atender a las monjitas de las que era médico.

El jueves 19 de octubre de 1944, se casaron precisamente a los pies de la Virgen de Guadalupe en su basílica del Tepeyac.

Pensando en nuestra madre de Guadalupe, anoche, antes de dormir, hice un recuento de los que considero milagros suyos para conmigo, que ahora quiero compartir con usted.

PRIMER MILAGRO

Uno de estos episodios me ocurrió en una terminal de autobuses en McAllen, estando a punto de tomar el camión en camino  a El Paso, para cruzar a Chihuahua, que es la tierra de mi familia paterna.

Mientras esperaba el llamado para abordar el autobús, me di cuenta de que, estando en una terminal esencialmente mexicana,  no había por ninguna parte una imagen de la Virgen de Guadalupe.

Cuando digo que era una terminal de camiones esencialmente mexicana, no estoy descubriendo nada nuevo; basta con percatarse de que todos los viajeros, los conductores y los boleteros hablan español, y que su aspecto es típicamente mexicano.

No olvidemos que Texas es cuenca de un cada vez más vasto asentamiento mexicano, además de que jurídicamente, sigue siendo territorio de México. 

Pensando en ésto, mientras esperaba la salida de mi camión, en un diálogo interior con la Virgen de Guadalupe, le dije:

  • Madrecita, ¿cómo es posible que estando como estamos en una terminal mexicana, no haya una imagen tuya?
  • Esta es la primera vez que estoy en una terminal de camiones mexicana, donde no hay cuando menos un altarcito en tu honor, rodeado de veladoras y adornado con flores.

Pocos segundos después de que le dije esto a manera de oración, un joven típicamente mexicano, pero de una estatura inusual, (cuando menos 1.90), hizo su entrada al área de espera.

Iba ataviado con una playera blanca de las que normalmente se llevan bajo la camisa.

¿Y por qué motivo estoy relatando la entrada de un joven mexicano muy alto al área de espera?

¿Qué tiene que ver ésto con la Virgen de Guadalupe?

¿Qué tiene que ver, que ese joven al dirigirse al mostrador para comprar su boleto, me diera la espalda?

Tiene que ver que ese joven llevaba impresa sobre su playera, una imagen de la Virgen de Guadalupe que le abarcaba toda la espalda.

En mi opinión más sincera, se trató de una aparición de la Virgen de Guadalupe, en respuesta a mi pregunta sobre la ausencia de imágenes suyas en aquella terminal.

Para mí no es casual que menos de cinco segundos después de  haberle hecho el comentario sobre la ausencia de alguna imagen suya, ésta  apareció de esa manera, con sentido del humor, frescura y amor materno, impresa en la playera de ese joven compatriota.

SEGUNDO MILAGRO

El segundo milagro guadalupano que quiero compartirle hoy, fue en un momento de peligro grave.

Iba yo camino de Chihuahua en un autobús, ya pasadas las diez de la noche.

Poco antes de entrar a Durango, terminé de rezar el Rosario y me dispuse a dormir.

Ya estaba dormido, cuando de pronto me desperté con una escena inesperada.

Un grupo de hombres que parecían soldados, con uniformes camuflados y armas automáticas largas, detuvieron nuestro autobús, y dos de ellos se dispusieron a entrar al camión.

En ese momento me di cuenta de que era un asalto.

Mentalmente me encomendé a la Virgen de Guadalupe;

  • Madre santísima  cúbrenos con tu manto y protégenos.

Acababa yo de encomendarme así, cuando el asaltante se dirigió a mí en inglés.

Por fortuna le respondí en español, 

  • ¡Guib mi di moni and di fons…!  (1)
  • ¿Perdón?
  • El celular y el dinero POR FAVOR.
  • Perdone joven; traigo dos celulares, ¿puedo sacar el que traigo en la bolsa de mi pantalón? No quiero que vaya a pensar que hago algún movimiento indebido.
  • Adelante tío; sáquelo con cuidado.

Le di los dos celulares que recibió “de buena manera”; digo de buena manera, porque no hubo gritos ni groserías; podría decirse que incluso se condujo con cortesía.

Al darle los teléfonos, le  pregunté si podía yo quedarme con cien pesos, porque necesitaba tomar el camino de Jiménez a Parral y no tenía forma de seguir sin ese dinero.

  • Está bien don; quédese sus cien pesos.

El compañero del asaltante que cubrió la parte trasera del camión, haciéndose cargo de robarle a esos pasajeros,  tampoco fue violento, dadas las circunstancias.

  • ¡Todos quietos y calmados! Ya nos vamos. No se muevan hasta que nos hayamos ido. No queremos hacerles daño.
  • Adiós tío.
  • Cuídese mucho, hijo.

Puede parecer inexplicable la cordialidad de la despedida, pero lo cierto es que ese joven me dio pena, porque nadie que le vaya muy bien, anda por las noches arriesgándose asaltando en las carreteras, donde nada le garantiza que alguien pueda responderle con armas y terminar boca abajo en cualquier camino o zanja.

Instantes después, el conductor nos preguntó a todos si queríamos ir al Ministerio Público de Cuencamé.

Todos los pasajeros al unísono dijimos que no.

El conductor nos explicó que era su obligación preguntarnos, pero que compartía nuestra decisión, porque en caso de ir a denunciarlos, lo más seguro sería que aparecieran los mismos asaltantes en represalia por “chismosos”.

Recordando el episodio, no puedo negar que la Virgen acogió mi súplica de su protección, y me cubrió con su manto, y alejando la violencia y el peligro de muerte que todos corrimos.

El conductor nos dijo que un par de días antes, en el mismo tramo carretero, unos asaltantes habían matado al conductor de un camión y a varios pasajeros.

En los dos casos que le he compartido, la Virgen respondió a mis palabras en brevísimos instantes.

Ver su imagen inolvidable, impresa sobre la espalda de aquel joven en McAllen, me llenó de alegría y me acompañó todo el camino.

En el episodio del asalto su respuesta fue igual de inmediata.

¿Qué pretendo demostrar con este relato?

No se trata tanto de demostrar, sino de agradecer y de compartir mi experiencia con el propósito de disipar las dudas o de fortalecer la fe de quienes me lean.

Por muchos motivos, no puedo ser otra cosa que Guadalupano. Mientras escribo estas líneas, millones de hermanos nuestros están celebrando a la Virgen de Guadalupe en su basílica del Tepeyac.

Entonces miro sus varias imágenes que adornan nuestra casa, y me emociona sentirme en México siempre que la veo; me emociona recordar que su imagen fue la bandera que hicimos ondear en 1810, encabezando nuestra independencia.

Ella estuvo también al lado de los Cristeros cuando el gobierno de Calles y Obregón persiguieron a los católicos mexicanos.

Saberme bendecido  y escuchado en estas dos ocasiones y en muchísimas otras, me permite atravesar la inmensidad del océano y estar a sus pies allá en la Basílica, dándole las gracias.

Esta clase de milagros y de señales, no son privilegio de unos cuantos; Dios Nuestro Señor, y nuestra Madre, Maria, en su advocación de Guadalupe, están siempre dispuestos a escucharnos y a auxiliarnos.

Hay quienes piensan que las peregrinaciones multitudinarias que emprenden nuestros hermanos desde los rincones más remotos de México para ir a verla cada 12 de diciembre son “una pérdida de tiempo”.

Yo, por el contrario, creo que el efecto mariposa, que no es otra cosa más que la  unión de nuestras almas en la fe, la esperanza y el amor, surge siempre que nuestros hermanos se reúnen en ocasiones como cada 12 de diciembre, y con sus oraciones traen sobre nuestra patria las bendiciones de Dios y el amor de María de Guadalupe; Coatl Lupetl, la  vencedora de la serpiente.

Por eso creo que México se volverá a levantar liberado del horror que hoy lo aprisiona,  y salvará nuestras libertades y la justicia a la que todos tenemos derecho.

VIVA LA VIRGEN DE GUADALUPE HOY Y SIEMPRE.

¡VIVA MEXICO!

    _________________________

  1. ¡Guib mi di moni and di fons!

Deme el dinero y los teléfonos 

(Give me the money and the phones)

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