A mediodía del miércoles 20 de enero de 2021, hora de Washington, D.C., Joseph R. Biden Jr. se convirtió en el cuadragésimo sexto presidente de Estados Unidos. También se convirtió en la persona de mayor edad (78 años) en jurar como presidente de la nación más poderosa del mundo. Y, como cualquier persona que accede a ese cargo, los retos que enfrenta son muy grandes. Dos de esos retos son el cambio climático y la política exterior.
Cambio climático. Al paso actual, nuestro planeta se calentará tres grados centígrados más de aquí al año 2100. Eso podría, en principio, no parecer mucho, pero traerá más sequías, más huracanes, más inundaciones y más tragedias. El año pasado fue necesario utilizar el alfabeto griego para nombrar a los huracanes del Atlántico porque, por segunda ocasión, se terminaron los nombres de tormentas ya asignados.
Esta amenaza ha sido catalogada por Biden como existencial y ha anunciado que revertir esta tendencia será su mayor prioridad. El nuevo presidente estadounidense se ha comprometido a emprender la agenda medioambiental más ambiciosa jamás emprendida por un presidente de Estados Unidos.
Biden se comprometió a adherir de nueva cuenta a Estados Unidos al Tratado de París en su primer día como presidente y en convocar a una cumbre mundial sobre cambio climático a los líderes mundiales dentro de los primeros 100 días de su presidencia. Veremos si la pandemia lo permite. Su compromiso es convertir a Estados Unidos en un país con “Cero emisiones” para 2050.
El gran problema para Biden es convencer a las compañías petroleras de que no van a perder sus ingresos, y convencer a sus trabajadores de que no van a perder sus empleos. Muy difícil tarea.
Política Exterior: Biden quiere llevar el tema del cambio climático a la agenda internacional como punto clave, pero no es lo único. Trump le deja muchos frentes abiertos: China, Rusia, Corea del Norte, Irán, Venezuela, Siria, Afganistán, la OTAN, la participación de Estados Unidos en instituciones internacionales y la que a nosotros más nos interesa: México.
El único tratado de control de armamento vigente entre Estados Unidos y Rusia se vence en tan solo dos semanas después de la toma de posesión de Biden, quien planea ofrecer a Rusia una extensión de cinco años. El Congreso de Estados Unidos difícilmente apoyará un acuerdo con Irán para que no desarrolle armas nucleares, por lo que Biden tendrá que buscar otras vías.
Y, en cuanto a China, Biden no va a quitar las tarifas ni cambiar la política que determinó Trump con China, al menos al inicio. Ese es un tema que va a estudiar con calma. Por lo pronto, las restricciones a empresas tecnológicas chinas se van a mantener.
Trump habló mucho y halagó mucho a Kim Jong-un, dictador de Corea del Norte, pero no consiguió nada. Esa nación ha seguido desarrollando su arsenal nuclear y es una de las tareas importantes que Biden tendrá que atender.
Biden se comprometió a un enfoque más humano en el tema migratorio y a trabajar más de cerca con México para conseguirlo, pero también va a presionar al gobierno mexicano en temas del T-MEC, especialmente en lo que se refiere a generación de energías limpias, sindicales, laborales, salariales y migratorios. La construcción del muro se va a detener, pero la dureza de la supervisión se va a incrementar.
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