Pero no… Los 150 mil muertos que hoy habrá, para cuando lean está columna, le estarán pasando factura al presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual según notas desde Palacio, mencionan que se encuentra aislado y convaleciente ante la enfermedad.
Andrés Manuel López Obrador no tuvo que hacer una “dolorosa peregrinación” a algún hospital del sector público, ni tuvo que padecer la falta de medicamentos para el COVID-19 o para su corazón (cabe recordar que sufrió un infarto).
Davigatrán, Rivaroxabán, Aspirina Protect, Digoxina y otras sustancias que son necesarias para enfermos del corazón y del COVID-19, están escasas en casi todos los hospitales porque son medicinas primordiales para combatir la masiva creación de coágulos en los enfermos del COVID-19, junto con la Dexametasona que es la que hace que la gente vuelva a respirar. Estos tratamientos contra el COVID-19 varían, ya que la el virus de esta pandemia ataca de diferentes maneras los cuerpos de las personas.
Esta situación pudo haberse evitado si el presidente de la República hubiera sido extremadamente cuidadoso con su salud, por una cuestión de seguridad nacional. Ahora, la situación nacional se torna difícil. Es bien sabido que el COVID-19 también afecta la salud mental, según lo ha dicho el Secretario de Salud de Chiapas, José Manuel Cruz Castellanos. Cabe recordar cuando dijo que los enfermos del COVID-19 andan todos “chafiretes” (locos, inestables mentalmente). Entonces ¿quién cuida el país? ¿En manos de quién estamos?
Ya lo habíamos mencionado en una ocasión ¿Qué pasaría si Andrés Manuel López Obrador se enfermara y muriera por COVID-19? Seria la hecatombe, la desestabilización social y la caída libre de México ante la lucha del poder. ¿Por qué no lo previó Andrés Manuel López Obrador? ¿Por qué se sintió como si fuera un dios y que no se iba a enfermar arrastrando con él a 1 763 219 mexicanos que, como él, se infectaron del mortal virus?
Ya desde el día viernes se le veía golpeadona la cara, cancina, y con la voz más parsimoniosa de lo habitual. Aunque les diré que miles no creen que López Obrador esté enfermo y otros que sí, pero que como fue vacunado por eso le dieron síntomas muy leves.
Como haya sido, su enfermedad pone en un impasse a nuestra nación, porque el virus del COVID-19 es muy peligroso y traicionero, porque puede empezar enfermo levemente y después morir súbitamente por donde más te aqueja la falta de salud.
Otro sector de la población piensa que Andrés Manuel López Obrador está fingiendo su enfermedad por motivos políticos y para recuperar su credibilidad. La gente lo juzgará, como han juzgado a decenas de líderes políticos chiapanecos y tapachultecos que hacen su campaña de enfermedad COVID-9 en redes y cuando los vuelves a ver meses después, están más gordos y sonrientes que cuando empezó la pandemia. La mentira no se pude esconder para siempre.
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