En esta administración de López en su tan anunciado “cambio”, es importante analizar el tema de cómo ha sido su relación con las organizaciones de la sociedad civil que, acorde a cómo las ha tratado, se observa un rechazo que raya en el odio y sus acciones muestran y demuestran que no quiere saber nada de ellas.
Iniciando 2019 les cortó el financiamiento público que venían recibiendo sin problema alguno en las anteriores administraciones. Usó un argumento por demás irrisorio: si quieren defender sus causas que lo lleven a cabo con recursos privados y no del gobierno. Y continuando con su intención de acabar con ellas, la Iniciativa de modificaciones a la Ley sobre el Impuesto sobre la Renta busca limitar las deducciones personales en materia de donativos aplicado a personas físicas.
Desde el 1 de diciembre del 2018, fecha en que para mala fortuna de México y los que en él vivimos inició esta pésima administración, la relación de López con la sociedad civil ha sido de una actitud muy difícil y negativa al considerarla parte del “conservadurismo” que tanto ataca y odia López.
En muchos países del mundo la relación entre el Gobierno y la Sociedad Civil no se aplica como debiera ser para definir hasta dónde la sociedad civil puede o debe intervenir o participar en la solución de los problemas públicos, y el papel que juegan en el desarrollo de una democracia, o qué funciones deben desempeñar en la rendición de cuentas y transparencia. En el caso México, al SAT un tema que le ha interesado en relación a estas organizaciones, ha sido el de la evasión fiscal a través de ONG´S.
Por otra parte, el tema de la filantropía en México no se ha extendido mucho. Y al parecer esa actividad de la sociedad civil no le gusta, interesa a López, al menos así lo demuestra la dura relación que ha tenido porque no está de acuerdo en que participen o intervengan en resolver problemas que son públicos. En su actitud hacia estas organizaciones, López ha demostrado que no solamente no le agradan éstas, sino que muy preocupantemente se vislumbra que no le gusta la clase media, y obviamente si esa clase media está organizada, mucho menos le agrada.
Basta recordar lo que ha expresado en sus mañaneras sobre la clase media. Ha criticado a quienes pertenecen a ella por ser “aspiracionistas” y “egoístas” porque solamente quieren mejorar en la vida, quieren tener más de dos trajes, que supuestamente él considera que dos son más que suficientes (aunque si se revisaran los videos de los ya casi tres años de mañaneras, se contabilizaría que López tiene más de dos). Ha afirmado también que la clase media está envenenada por la sociedad de consumo. Las anteriores son algunas de las causas que López ha expresado para justificar su disgusto con la clase media.
Es por ello que si este punto de vista lo trasladamos a las organizaciones de la sociedad civil que hacen filantropía, lo que no le gusta es que ese dinero que aportan no lo pagarán en impuestos y, sin duda alguna, afirma que hay corrupción en ello. Razón por la cual, se ha enfocado en su contra a través de varios flancos, ya que él “está con los pobres” y el Estado no debe apoyar lo que considera “ocurrencias” que llevan a cabo esa sociedad civil organizada.
López no valora que muchas de estas organizaciones de la sociedad civil lleven a cabo acciones importantes, sustituyendo inclusive al mismo Estado en donde no hace nada o peor aún, en donde el Estado ha fracasado. Un claro ejemplo: las medicinas para niños con cáncer.
En este importante tema es necesario destacar que, en comparación con otros países del mundo, en México la sociedad civil organizada es aún débil, porque son pocas las organizaciones que existen, así como menos personas que se involucran o dedican su tiempo a este tipo de acciones. Y esto ha sido porque existía un Estado fuerte, a comparación de países en donde al contrario existiera un estado débil, que propicia que estas organizaciones puedan participar más y ser más fuertes. Ante más Estado menos sociedad civil, y ante menos estado más sociedad civil.
Con base en lo anterior es que López dirige sus baterías a una sociedad civil organizada que no puede defenderse con más fuerza, como las hay en otras naciones. Sin olvidar que en otros países los gobiernos financian a la sociedad civil, cosa que sucede en México por lo antes mencionado, al ser la sociedad civil, nueva y débil, y porque, aunque la filantropía no es nueva en nuestro país, sí es débil y acotada por el régimen fiscal.
Mientras existan incentivos fiscales, las organizaciones civiles organizadas y la filantropía crecerá, como sucede en países como Estados Unidos. Poder deducir casi todo lo que se haga de donativos es fundamental, mientras no estén fortalecidas las organizaciones civiles.
En México existen 27 organizaciones civiles por cada 100 mil habitantes, en Brasil 170, en Chile 650, Argentina 270, Estados Unidos 670; con arreglos fiscales distintos en cada país.
Por otra parte, y seguramente eso a López le refuerza su visión hacia las organizaciones, el SAT las ve como evasores fiscales. Y peor aún que se les considere opositoras al gobierno como “Mexicanos en contra de la Corrupción”, y también que se les considere como organizaciones de élite, “fifis” las llamaría López.
Sin duda alguna, el supuesto “populismo” que presume López, lo lleva a que sea un elemento más que la relación con estas organizaciones civiles sea muy difícil, ya que el populismo tiene la idea del pueblo homogéneo, y bajo ese concepto, no encaja una sociedad civil organizada plural. Al igual que en el populismo existe el interés general, la voluntad del pueblo como voluntad única. Y como también presume que se comunica López como mandatario directamente con los votantes, le estorba para hacerlo la sociedad civil organizada. Y si le sumamos su falsa idea de austeridad, también para ello le estorba la sociedad civil organizada.
Y para finalizar, López cada día busca de dónde agenciarse más dinero para seguir comprando votos, regalando dinero en sus mal llamados programas sociales, y no olvidemos que la sociedad civil es la que crece fuera del Estado y por fuera del poder político, y López busca que nadie gaste dinero que debe tener el gobierno y usarlo en lo que él quiera.
En esa línea, López por sus acciones, considera que estas organizaciones sociales organizadas no son parte del pueblo, y representan otros intereses, además de ser una oposición política, que se convierten en sus adversarios, recordando aquello de “Si no estás conmigo, estás en mi contra”. Y considera que lo que hacen es quitarle autoridad y actividad al Estado.
En un Estado democrático debe haber simpatía por la sociedad civil organizada y buscar empatía y ayudarse mutuamente para que el Estado mejore respecto de su trabajo democrático ciudadano. La sociedad civil organizada debe ser vista como un gran intermediario entre lo que se gesta en la sociedad y lo que el mismo gobierno es capaz de percibir; y como un gran auxiliar en atacar causas específicas que, por sus características, por su especificidad, muy difícilmente puede abarcar el Estado ya que se requieren instrumentos mucho más finos para medir, para entender e inclusive para canalizar recursos.
Pero mientras López vea a las organizaciones civiles organizadas como alguien que le compite al Estado de mala manera, en lugar de una actitud de colaboración, de impulso, de apoyo y de trabajar en conjunto, seguirá buscando cómo acabar con ellas.
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