Durante el pasado fin de semana, el grupo de ultraderecha denominado Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA) intentó colocar un plantón en la plancha del Zócalo con la finalidad, dijeron, de presionar la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO); sin embargo, policías capitalinos evitaron su llegada por lo que se instalaron en Avenida Juárez donde la estridencia y los descalificativos fueron la tónica constante. Estas acciones de protesta deben sumarse a la publicación, el pasado 18 de septiembre, del desplegado firmado por 650 personajes de diferentes sectores “Esto tiene que parar”, donde se acusaba a la presidencia de la República de atacar la libertad de expresión. Ambas expresiones constituyen las primeras movilizaciones de los diferentes opositores al régimen morenista.
En dicho documento se acusaba al titular del Ejecutivo de fomentar linchamientos personalizados contra opositores y periodistas que ejercen la crítica contra el actual gobierno federal. El desplegado que se difundió en todos los medios digitales, electrónicos e impresos sin ningún contratiempo, se advertía de forma exagerada y tendenciosa que el presidente AMLO ejercía una fuerte censura contra la libertad de expresión. Si bien es cierto que el belicoso estilo del mandatario es proclive a los señalamientos personales de periodistas, comunicadores, y personajes políticos, en ningún momento se ha atentado contra sus derechos ni libertades, mucho menos contra las empresas periodísticas donde laboran.
El presidente AMLO en “la mañanera” acusó a muchos de los firmantes de haber tenido vínculos con el poder en regímenes anteriores y minimizó los señalamientos de su claro estilo combativo contra sus detractores. Sobre los manifestantes que instalaron campamentos para protestar contra las acciones de su gobierno, afirmó que tendrían las medias de seguridad necesarias, por lo que deseaba que los organizadores y líderes pudieran permanecer todo el tiempo necesario para que su protesta funcione, incluso ofreció apoyo para adelantar la consulta revocatoria de su mandato presidencial.
Fue curioso y motivo de mofa que el principal instigador del movimiento, con tientes fascistoides y pasado empresarial, abandonara el plantón al asegurar que se sintió mal de salud en la primera noche. En las benditas redes sociales se denunció que muchos de los manifestantes no pernoctaron en el lugar de la protesta al encontrar bastantes tiendas de campañas vacías. Se rumoró que los activistas de FRENAAA se retiraron a dormir a hoteles cercanos.
Este grupo de cientos de derechosos representa la cara más beligerante de las protestas contra el presidente, sus miembros no esconden su clasismo ni las descalificaciones contra los simpatizantes del régimen. De no ser una ridícula minoría estridente, no sería más que anecdótico sus preocupantes ideas extremistas, que están llenas de cristerismo arcaico, anticomunismo y sobre todo, un odio exacerbado contra la 4T.
Los militantes de FRENAAA se sienten defensores de los más altos intereses de la nación. Algunos de sus militantes aseguran que el comunismo se pretende imponer en el país, cuya ruta es apoderarse del ejército, convertirlo en una guardia leal al presidente y cumplir los malévolos planes del Foro de Sao Paulo. Acusaron que la guardia nacional está infiltrada por ciudadanos de Cuba y de Venezuela que fueron naturalizados con oscuros fines socialistas.
AMLO como sus antecesores, tiene desde el poder político múltiples herramientas que si se decide a utilizar, serian un auténtico calvario para los opositores y críticos que tuvieran la mala idea de enfrentarse al más poderoso mandatario en lo que va del siglo. Es entendible que se requiera de la madurez política de quien ejerce el poder casi a totalidad, en medio de una oposición que es dubitativa, reaccionaria y hasta ahora totalmente derrotada.
Sin embargo, el espíritu del desplegado va en sentido de una falsa dictadura de control mediático, donde no existiría la posibilidad de publicar opiniones y señalamientos en contra del poder político, como sí ocurría en regímenes pasados, principalmente en los tiempos del PRI. Cabe destacar que las caras mediáticas más visibles que encabezan dicho desplegado, son dueños de revistas culturales históricamente privilegiadas y cercanas al poder. Dichos “intelectuales” gozan de espacios en programas televisivos, prensa escrita e internet desde donde la sociedad mexicana les ha visto y escuchado hasta el hartazgo.
El famoso desplegado tuvo un par de deslindes de personajes que aseguraron no haberse sumado a la lista de los 650 connotados, donde igual se encuentran comunicadores y analistas que en los casos de represión contra destacados periodistas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, se dedicaron a atacar y justificar despidos o salidas del aire de importantes espacios informativos con comprobados niveles de alta audiencia.
La mala idea de no permitir el miniplantón de los esquizofrénicos derechosos dio pequeños argumentos de censura a su movimiento, ya que como se recordará, después de la traumática elección de 2006, AMLO y el PRD realizaron un plantón por meses desde la Avenida Reforma hasta el Zócalo capitalino.
Aunque se dijo que no se permitió la llegada del contingente de FRENAAA para evitar confrontaciones con otras agrupaciones de manifestantes, la simple existencia de la contingencia sanitaria sería suficiente para evitar riesgos innecesarios a la población en general en cualquier manifestacion.
Pasadas las celebraciones por las fiestas patrias, las sensaciones del grito con un Zócalo vacío, el merecido reconocimiento al personal médico que atiende la pandemia de Covid-19, la controversial rifa del avión presidencial y la iniciativa del Ejecutivo para enjuiciar a expresidentes han detonado la reacción de la oposición que se ve avasallada por las acciones políticas realizadas por el gobierno, unas más afortunadas que otras, pero que les permite continuar marcando la agenda pública.
La polarización nacional en medio de las crisis económicas, sanitaria y de seguridad abonan poco a la verdadera resolución de la complicada problemática nacional, la difícil transición democrática se ha empantanado al no existir espacios de verdadera negociación y reflexión inteligente. La política constructiva de verdad, deberá esperar a que concluya el circo de tres pistas invadido por los desplegados y los plantones intrascendentes.
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