A tres años de la sucesión presidencial, Fernando Navarrete nos proporciona el estado en el que se encuentran hoy los posibles candidatos que veremos en 2024.
La semana pasada vimos a Samuel García posando sonriente con El Supremo acompañando a Murat, Fayad, Cuauhtémoc y demás gobernadores, todos ellos enfundados en níveos atuendos similares, en el estado que vio nacer a nuestro dirigente nacional. Parece ser que el fosfogobernador decidió darse un respiro de ser el príncipe consorte de su amada esposa, Mariana Rodríguez, y salir a convivir un rato en dicho club de Toby.
Merecido asueto porque sabiendo que, sin ella, el hombre de los veinte posgrados patito no hubiera accedido al poder (con mayúsculas) en Nuevo León. Al gobernatore no le queda más que apechugar y decir “Claro que sí, mi amor” si ella decide vestirse de Cenicienta y tomar el té en el palacio de gobierno o jugarle a ser la Lady Di de San Pedro Garza. Muy lejos quedaron esos tiempos en que Samuel se quejaba de las penurias inenarrables de jugar golf sufriendo resaca y en los que Marianita sufría porque había perdido su chancla, comprobando la máxima de que Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros.
Por otra parte, Claudia Sheinbaum ha andado de aquí para allá tomándose fotos en todos lados (menos en la capital). Ella sabe que en la carrera por la sucesión quien goza de los favores de El Único, El Supremo, es ella y sólo ella. Poco importan esas pequeñeces como que se le haya caído el Metro, que haya perdido media CDMX en las elecciones pasadas, que la inseguridad esté peor que nunca, que los granaderos del bienestar anden reprimiendo pacíficamente marchas que no le gustan y demás cosas similares que solo notan los conservadores, aspiracionistas y fifís. Hasta un reportaje salió en El País acerca de su ilustre figura (pagado por todos, menos por ella y que narraba cómo Claudia había ayudado, con su activismo, a poner fin a la Guerra de Vietnam). Nada más y nada menos. Repito, como caballo de hacienda.
Mientras tanto, el senador Ricardo Monreal ha tenido que andar atizando fuegos en dos frentes. En el primero, mostrándonos su lado más sensible, pronunciando versos que harían palidecer hasta al mismísimo Gustavo Adolfo Bécquer, con lo cual nos queda claro que en el fondo es un señor romántico, de esos que antes abundaban y ahora están en peligro de extinción. Por otro lado, anda entablando batalla con Cuitláhuac, ese nini que por voluntad mayoritaria se hizo del cargo de gobernador de Veracruz y como cabía esperar, ha ejercido el poder de manera tal que hace que Javier Duarte parezca un ejemplo de rectitud y mesura. Veremos qué le depara a Ricardo, que es un truhan y es un señor, que ama la vida y ama el amor, en ambas contiendas, la política y la pasional.
Al mismo tiempo, el buen Marcelo Ebrard ha mantenido la encomienda de conseguir vacunas contra la COVID (que luego regalamos a Centro y Sudamérica, porque aquí ya nos vacunamos mucho), ha felicitado a todo candidato de talante social-comunista como Gabriel Boric que gane elecciones (a los otros mejor esperar uno o dos mesecitos), ha manifestado su respaldo a la Farsa Revocatoria desde Twitter y ha subido unos TikToks deseándonos una Feliz Navidad como hace la chaviza. Tiempos tranquilos, muy tranquilos para el canciller, único de los Secretarios de Estado que habla un idioma diferente al español y también autor de la famosa frase: #Tenemosismo.
De Colosio Jr., por más que lo haya inflado una encuesta y dos o tres medios hayan hecho eco de dicho resultado, no hay mucho que esperar salvo que salga mejor para gobernar que para tirar penaltis. Aunque, claro, considerando que El Bronco fue electo gobernador por aquellos lares primero y Los Kardashian de NL después, así como que El Pato Zambrano, Poncho de Nigris y demás personajes han querido subirse al barco del voto popular, tampoco es que la vara esté muy alta. Allá en el norte parece que votan para que los entretengan y poco más.
P.D. Recientemente, el licenciado reiteró en su circo matutino que México existe desde hace 10 000 millones de años. Esto es, antes de que el Omnipotente (de a devis) decidiera crear nuestro planeta y después al hombre a su imagen y semejanza o, visto desde los ojos de Hawking y Carl Sagan, después de que ocurriera el Big Bang y antes de que se formara el Sistema Solar. Habrá que ajustar los libros de historia universal porque como sabemos, el timonel de la patria no se equivoca y los mexicanos nacemos no solo donde sino también cuando se nos da la gana.
Feliz inicio de año y nos leemos la próxima semana.
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