Boric: entre la satanización y la nostalgia

Celebro, de corazón, como muchos mexicanos y muchos latinoamericanos el triunfo de Gabriel Boric; lo celebro porque me parece que cada oportunidad de renacer es valiosa.

22 de diciembre, 2021

César Benedicto Callejas

En uno de los párrafos más hermosos que se han escrito en la lengua castellana, María Zambrano, al recibir el Premio Cervantes de Literatura, decía que el alba, que era cuando don Quijote salió al camino, es una hora incierta que no consume tiempo sino que se expande como agua a punto de derramarse; toda alba, insiste, es un alborear, una posibilidad infinita y en cada una ciframos esperanzas y anhelos.

En estos días Chile vive un alborear; su profunda tradición de izquierda –la más democrática y también la más martirizada del continente– ha encontrado otra oportunidad; por todos lados, como era de esperarse, han saltado las nostalgias de la era del Compañero Presidente Salvador Allende, yo mismo no he podido sustraerme y en mi pensamiento han vuelto las notas de Jara y de Violeta Parra, aquel mítico Venceremos y las últimas palabras de Allende, puede ser que esta vez se abran por fin las alamedas anunciadas el día del golpe de Estado. El hecho es que cuando Pinochet convocó al plebiscito sobre su continuidad, Gabriel Boric tenía apenas dos años; lejos de los años de plomo, de los días obscuros creció dentro del alba, del reconocimiento del dolor y del daño, es decir, es contemporáneo de una lucha por la verdad y la justicia; no se puede decir que se trate de una reedición de los años del Allendismo, que en realidad está consciente de que los tiempos han cambiado y que no podrá, en sana inteligencia, convocar a los demonios que acabaron con la Unidad Popular, deberá evitar la confrontación, alentar el diálogo y abrirse a los tiempos del mundo.

Boric proviene del liderazgo estudiantil. Allende dijo que la revolución no pasaba por la Universidad y es que este pasante de Derecho, que ha terminado sus estudios pero no ha alcanzado el título, parece demostrar que tiene su propia ruta, que desde luego tiene una profunda inspiración allendista, pero ha lanzado ya vías de diálogo a la derecha y al centro, se ha preocupado por no dejar fuera de su alianza a los comunistas ni a otras corrientes que podrían haberle restado votos, pero se mantiene, fiel a una causa que resume en igualdad con dignidad, feminismo y ecologismo. Una agenda moderna que busca resolver problemas fundamentales, pero no fuera del contexto del mundo. Quienes se han alarmado por su juventud, suma apenas 35 años, podrían irse preguntando si las gerontocracias no han dado ya de sí y lo demuestran caminando a ciegas como si quisieran volver a los años de la guerra fría.

Han sonado también las alarmas del otro lado del vecindario ecológico, en todo el continente el fantasma de la ficticia internacional populista, de la amenaza roja resucitada con el petate del muerto que se llamaba McCarthy y de los sentimentales del desastre; tampoco hay precisión en sus observaciones, ni Boric es Allende, ni tampoco es Chávez. Esto está claro. Se ha deslindado pronto de Maduro y de Daniel Ortega, ya bastante tiene con el diálogo al interior de su democracia para validar opciones que se caen a pedazos, no requiere invocar fantasmas de otras tierras porque, como cada uno de nuestros países, le basta con los suyos. Pero Boric ha dado un paso adelante, se ha propuesto, mediante el paso inicial de reformar la realidad de su patria, no olvidemos que Chile está en pleno proceso de reconstrucción constitucional, redefinir aquello que podemos entender como izquierda, se ha propuesto una reforma fiscal en la que los principales afectados sean los grandes capitales y se ha metido a la hazaña de construir fuentes de trabajo con libertad y dignidad.

Hace mucho, mucho en verdad, que debimos haber aprendido que la izquierda no consiste en repartir miseria, ni hacer más pobre a más gente para que parezca que estamos alcanzando la igualdad; la izquierda hoy, coincido con el presidente electo de Chile, consiste en abrir las fuentes de riqueza de la manera más democrática posible; hacer uso de la tecnología, a la que no le teme, su campaña fue digital de manera casi absoluta, porque habiéndose contagiado de COVID, tuvo que limitar sus apariciones personales, para crear fuentes de educación y riqueza.

Al denunciar a Ortega, denuncia lo peor que han dejado las traiciones a los procesos revolucionarios, se imagina una revolución, sí, pero una distinta, una nacida desde la obscuridad de una dictadura rabiosa y hacia una democracia funcional en constante movimiento. Proviene de las protestas contra las estructuras, pero aprendió rápido a moderar su lenguaje y a estructurar sus propuestas.

Hay dos cosas que la historia negó a la II República española y al gobierno de Salvador Allende: tiempo y comprensión; puede ser que Boric disfrute de esos dos beneficios; que alcance a consolidar un proyecto que permita redefinir la izquierda en el continente. No es verdad que América Latina pueda vivir sin la izquierda, no es cierto que los sueños de justicia se puedan cancelar, no es posible imaginarnos que el capitalismo carnicero, necrofílico, sea la opción natural de toda economía. En Chile tenemos la oportunidad histórica de demostrarlo.

Celebro, de corazón, como muchos mexicanos y muchos latinoamericanos el triunfo de Gabriel Boric, lo celebro porque me parece que cada oportunidad de renacer es valiosa y aunque trato de no confundirme siento, eso sí, que la nostalgia de las canciones de Jara y Violeta algo nuevo tendrán para decirnos.

Felicidades, compañero Boric, felicidades hermanos chilenos.

@cesarbc70

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