Le deseo al estimado lector el mejor de los inicios para estos nuevos doce meses que tenemos por delante. Han sido días de fiesta, nos sentimos como personas diferentes; y cuando leemos las noticias, nos damos cuenta de que la vuelta del calendario trajo varias cosas, pero hay ciertas realidades que ni siquiera se enteran del cambio de fechas.
Comencemos por lo más llamativo. Oficialmente, ha dejado de existir el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología, que luego se convirtió en el Consejo para Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (CONACYT/CONAHCYT). El cambio de la “H” en las siglas puede considerarse lo más destacado en la triste administración de la Dra. Elena Álvarez-Buylla. Ahora, el que era un organismo desconcentrado para promover, proponer y efectuar programas de tecnociencia ha trocado en la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación. En otras palabras, ahora tenemos otro ministerio dedicado a implementar las políticas del Ejecutivo.
Habrá que ver el éxito de este nuevo modelo de concentración de la función de gobierno entre secretarios de gobierno. Lo que sabemos es que la nueva cartera a cargo de la Dra. Rosaura Ruíz tendrá la responsabilidad de administrar el nuevo proyecto universitario de este sexenio, la Universidad Nacional Rosario Castellanos con el loable fin de atender a las comunidades más marginadas del país.
Crear universidades es la nueva moda. Hace apenas un par de años, se crearon las Universidades del Bienestar Benito Juárez, que con tan sonoro título, parecieron acumular más críticas que estudiantes. Pero parece que el interés del gobierno en turno ya no va a estar en la obra de la administración pasada y ahora se lanzó el ambicioso proyecto de honrar la memoria de la célebre literata mexicana con las universidades que llevan su nombre. Todavía no empiezan a funcionar, pero la interrogante sigue siendo la misma: ¿Abrir más universidades realmente mejora las condiciones de la educación universitaria en México? Esta pregunta la deja en el aire Manuel Gil Antón y podemos pensar que en algo ayudará tener más universidades, pero eso no sustituye la carencia de aprendizajes. La realidad, retratada por el Instituto Mexicano de la Competitividad, es que los profesionistas mexicanos, haya muchas o pocas universidades, no están concluyendo sus estudios o no tienen las habilidades suficientes al egresar.
Pero entrar a la universidad en México es un segundo problema. 6.9 millones de personas no completaron sus estudios básicos obligatorios, con un incremento en la cifra en estos últimos años, especialmente entre jóvenes de 16 a 21 años (Espinoza y Espinoza, 2024). Recientemente, se publicó la información de que más de 300 mil niños han dejado la primaria pública y se han inscrito a la educación privada. El que haya nuevas universidades no parece estar ayudando demasiado a que las personas tengan mayor acceso a una educación de calidad.
Factores ajenos a la escuela parecen estar haciendo su parte para socavar el sistema educativo. Es de sobra conocido el asedio que han sufrido las escuelas de varias ciudades de Sinaloa, entidad asolada por la violencia y el crimen organizado. Al menos 150 escuelas cerraron o estuvieron cerradas en algún momento debido a la falta de condiciones de seguridad durante los últimos meses de 2024. El gobierno de Sinaloa ha insistido en que, para este nuevo inicio de clases, todos los estudiantes del estado acudirán a clases presenciales. Sería un logro que así sucediera, pero justo hoy en la mañana apareció una manta con presuntas amenazas de un grupo criminal hacia artistas famosos en las inmediaciones de una escuela preparatoria de Hermosillo. Es comprensible que este tipo de actos convenzan a los padres de familia de que la educación implica un riesgo demasiado alto.
El gobierno federal ha centrado buena parte de sus medidas de mejora (a pesar de que decretó la desaparición de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación) en el aumento en la bolsa de becas para estudiantes del sector público y una relativamente moderada inversión en la infraestructura escolar y apoyos a los planteles escolares. México tiene experiencia invirtiendo millones de pesos en algo y en duplicar, triplicar y cuadruplicar presupuestos para un programa. La esperanza es que los actuales administradores conozcan la diferencia entre el gasto, la inversión, el apalancamiento y el déficit.
Este 2025 empieza con muchas oportunidades y retos. La educación en México siempre muestra el lado optimista. Pese a todas las dificultades, niños y jóvenes siguen esforzándose por estudiar, por prepararse, por alcanzar metas. Especialmente a ellos, en medio de un panorama sombrío, les deseamos lo mejor.
Espinoza, R. I. & Espinoza, N. (2024). Rezago Educativo en Menores de Edad en México. ELYSIUM revista de divulgación científica, cultural y educativa, 3(1).
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