Conocida como una de las alcaldías más bonitas e interesantes de la capital, Coyoacán es desde tiempos precolombinos un centro cultural y social. En la Conquista, Hernán Cortés estableció ahí la primera capital, construyendo importantes palacios e iglesias. Siglos después fue lugar de reposo cercano a la capital: grandes fincas y hermosas haciendas identificaban la zona como una de las más hermosas del país. Atraídos por su tranquilidad y belleza llegaron a vivir ahí importantes personalidades de la política, del cine, del arte y la cultura, dándole a la alcaldía un carácter bohemio e intelectual.
Hoy en día Coyoacán es un negocio para quienes fueron elegidos por voto popular y que deberían velar por la seguridad de sus habitantes y el cuidado de sus calles. Se los dice una habitante de uno de los barrios más turísticos de la alcaldía y que cada que sale a caminar por sus calles vuelve a casa preocupada y molesta por el descuido en que la administración del Alcalde Giovanni Gutierrez tiene a la alcaldía.
Si las colonias más turísticas y conocidas como Villa Coyoacán, El Barrio de Santa Catarina, Del Carmen Coyoacán, El Barrio de San Francisco y La Concepcion están en las condiciones deplorables que están, qué podemos esperar del resto de la alcaldía. Es increíble que recibiendo la visita de miles de turistas, todas las semanas las calles estén sucias, descuidadas, mal alumbradas e invadidas por antros y giros negros, edificios visiblemente deteriorados y afectados por el sismo de 2017, que incluso estuvieron acordonados, fueron ignorados y olvidados igual que profundos baches y predios abandonados.
Hace poco platicaba con artesanos Mazahuas que venden bellísimos textiles hechos por ellos mismos frente al Mercado Coyoacán. Me contaban que pagan puntualmente a la alcaldía la cuota establecida por trabajar en la calle, que es de 1480 pesos pero que todas las semanas son extorsionados por diferentes personas que se dicen trabajadores de la alcaldía. Aun sin acreditación les llegan a sacar entre 7000 y $12 000 pesos, amenazándolos con llevarlos detenidos; les quitan su mercancía, los vigilan, los siguen y los amedrentan cometiendo verdaderos abusos aprovechándose de la necesidad de quienes deberíamos de proteger y quienes dan identidad con sus artesanías a esta presumible zona tan orgullosamente mexicana, alegando que los vecinos están inconformes con su presencia, en una zona en donde para empezar solo hay comercios, no viviendas y en la que urge atención de muchos temas realmente importantes.
Montañas de basura se acumulan en árboles y ventanas a falta de botes de basura, cables de luz penden de postes y árboles sin que nadie haga nada, calles que se vuelven auténticos estanques con la lluvia, levantadas por las raíces de árboles que ni siquiera están sanos pues están invadidos por plagas; la ausencia total de accesos para personas con discapacidad en la mayoría de los establecimientos ya sean comercios, bancos, tiendas o restaurantes, rampas para sillas de ruedas que resultan absurdas por las condiciones en que se encuentran. Tanto personas con discapacidad como personas plenas en sus habilidades motrices no pueden caminar por estas calles con seguridad; hay declives de hasta 30 centímetros o más que representan un verdadero peligro para cualquiera; incluso cosas tan absurdas como que en los pasos peatonales de un lado de la calle hay rampa y del otro no, lo que resulta un peligro y una burla para las personas con discapacidad. Parece un chiste de mal gusto considerando que a metros de las plazas principales se encuentran el Hospital de la ceguera y la Escuela para ciegos y débiles visuales. Ni siquiera en esas calles existen las condiciones para caminar con seguridad.
Mafias de franeleros se apoderan de las calles y cobran por adelantado lugares en la vía pública; decenas de restaurantes siguen trabajando y vendiendo alcohol en banquetas y calles, medida tomada durante la alerta sanitaria por COVID pero que ya es innecesaria y que sí estorba el tránsito vehicular y peatonal; personas en situación de calle vagando intoxicadas y durmiendo en las plazas, consumiendo drogas en la vía pública, haciendo sus necesidades en donde puedan, no hace falta más que caminar por los jardines para reconocer el olor a marihuana que hay en los parques y las inmediaciones de las escuelas.
En una elección prácticamente de estado, el candidato del PAN, PRI Y PRD, quien ya tenía listas sus oficinas nuevas para estrenar antes de las elecciones, no ha cumplido ni remotamente con sus promesas de campaña anteriores. Y qué decir del Diputado Quadri (quien fuera candidato por el distrito 23 de Coyoacán), a quien no volvimos a ver nunca después de que ganó la elección, pero de quien todavía hay carteles promocionales pegados en las paredes, sucios y deteriorados pero recordándonos una promesa que jamás se cumplió: la de ver por los intereses de la ciudadanía y administrar de forma honesta y transparente esta legendaria y admirada alcaldía por propios y extraños.
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