Sin el castigo eterno, probablemente la fuerza de la Iglesia se vendría abajo. En el cristianismo se tiene la idea de que no todos se salvarán, que unos irán a purgar su alma, y que otros se condenarán para siempre. Y las alegorías del infierno son terribles. Pero desde el cristianismo existen voces importantes que sostienen que, al final, todos los hombres se salvarán y volverán a la amistad con Dios. La ortodoxia católica, evangélica y –valga la expresión– ortodoxa, ha desautorizado esta versión, pues entonces, arguyen, no habría diferencia entre ser bueno o malo, pues el destino final sería el mismo. Pero hay argumentos teológicos fuertes para sostener la llamada Apocatástasis. Veamos.
¿Dios quiere que todos los hombres se salven? ¿O quiere que unos sí y otros no? La respuesta inmediata es que sí, que Dios quiere que todos se salven. Y ahí está la cita bíblica de la Primera Epístola de San Pablo a Timoteo: “[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo, 2:4). No hay duda alguna: Dios quiere que todos nos salvemos. Sostener lo contrario sería herético.
Tan es así que Dios se hizo carne y vino al mundo: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores” (1 Timoteo, 1:15); “El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del Mundo (1 Juan, 4:14); “No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan, 3:17). Y así, decenas de citas más. Tan quiere Dios que todos nos salvemos, que envió a su Hijo para que el mundo fuera salvo por Él.
Hasta aquí todo en orden. Pero surge una complicación casi insalvable, puesta sobre la mesa por los propios padres de la Iglesia. ¿Es Dios omnipotente? ¿Sí o no? De acuerdo con el cristianismo, Dios es omnipotente. Si Dios es omnipotente y quiere que todos se salven, ¿no se van a salvar? Si Dios quiere que todos se salven, pero resulta que muchos se condenan, entonces su voluntad es ineficaz. ¿Y qué clase de omnipotencia sería aquella en la cual la voluntad es ineficaz? No sería omnipotencia; sería veleidad. Si Dios es omnipotente y quiere que todos se salven, entonces todos se salvarán, si no, Dios ni sería omnipotente ni sería Dios.
En la Apocatástasis o Restauración, todos, pecadores y no pecadores, incluso Satanás y los demonios, volverán a ser Uno con Dios. El argumento típico para refutar esto es que Dios ama tanto al hombre y respeta tanto su libertad, que no se mete con ella, aun cuando el hombre se pierda. Pero los mismos padres de la Iglesia que sostuvieron la Apocatástasis tuvieron esto en consideración: Dios creó, en su suma bondad, a seres espirituales dotados de libertad; la libertad es la causa de todos los males, no Dios. Dios es Alfa y Omega, principio y fin. El mal no puede tener por siempre dominio del mundo, de lo contrario la redención de Cristo sería absurda. Si Cristo redimió al mundo, ello significa necesariamente la Apocatástasis. Si Cristo hubiese redimido al mundo parcialmente, entonces lo habría redimido imperfectamente. Al final de los tiempos, todos, hasta Satanás, volverán a la amistad con Dios, y el principio será como el final.
Así que recuerden: Dios quiere que todos nos salvemos; Dios es omnipotente. ¿No va a lograr Dios lo que quiere? Tengan todos una magnífica semana santa.

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